Del buen maestro Alex a quien mando un fuerte abrazo, estabamos reservando esta aportación a la lucha para el día de hoy. Excelente, a seguirle dando y duro, vamos mejor de lo que se hubiera esperado... Oaxaca, también me preocupa y ocupa.
“Oaxaca: travesía al centro”
Escribo esta se-suda reflexión con el alma en un hilo ante la inminente represión generalizada al movimiento popular oaxaqueño. Quizás en estos momentos, el prozaico presidente haya decidido ya ordenar la intervención de la PFP, lo que significa que será cuestión de horas para que la barbarie institucional se exprese con toda su violencia.
¿Por qué les pesa Oaxaca? ¿Por qué les jode que los profesores, los campesinos, los obreros, los estudiantes, las amas de casa, los jubilados y otros grupos sociales tomen las calles y avancen hacia el centro del país? Creo que simplemente porque ese viaje hacia el centro significa que los excluidos, los marginados, los indios, los pobres, han dicho hasta aquí y reclaman sus derechos. En un país profundamente racista y clasista, que los indios, mestizos y pobres salgan de sus comunidades, no sólo incomoda a los grupos hegemónicos, sino que también es una acción que muestra con absoluta crudeza los rezagos acumulados durante siglos. Los indígenas son bien vistos en la Guelaguetza light, no exigiendo sus derechos.
La marcha de la APPO es, una vez más, un viaje desde los confines de la exclusión, la represión y el autoritarismo hacia el centro del país. El viaje al centro no es de hoy, durante cientos de años los pueblos indígenas y en general los grupos sociales excluidos han debido emprender esa marcha para ocupar el lugar que les ha sido negado; es una larga marcha para simplemente ser vistos, escuchados, atendidos. Caminar hacia el DF significa salir de la sistemática invisibilidad a que han sido condenados miles, millones de pobres; los pasos de los maestros y del pueblo oaxaqueño son también los pasos de los campesinos chiapanecos, guerrerenses, hidalguenses, veracruzanos, son los pasos de los chavos desempleados y sin escuela, de las madres solteras, de los migrantes, de los homosexuales y lesbianas, de los discapacitados que no han sido expuestos en el escaparate mediático del teletón.
El viaje al centro del país no sólo es un desplazamiento por parte de la geografía nacional, también es un desplazamiento en el tiempo: es el ayer olvidado que exige presencia y justicia hoy, hoy, hoy… y una clausura al futuro edulcorado, fantasioso y plástico que promueven los mismos que exigen la intervención de la fuerza pública.
El viaje al centro significa construir una trayectoria allí donde no hay posibilidades de otras trayectorias. Durante decenas de años, la del magisterio era prácticamente la única posibilidad para que los pobres de Oaxaca y los pobres del país, construyeran una trayectoria social ascendente. Ser maestro era –es- un orgullo para el profesionista y para su familia, era signo de prosperidad, evidencia de éxito personal y una forma de construir lazos sociales y comunitarios basados en el aprendizaje, en el diálogo, en el conocimiento. Esas brillantes trayectorias profesionales de miles de maestros son las que han dado rostro y corazón a México, son las que han educado a millones de niños y jóvenes.
Mi madre estudió en escuelas rurales y allí aprendió las primeras letras, historia, geografía, aritmética y también aprendió a mirar y a sonreír y a abrazar a niñas y niños pobres como ella. Mi madre es profesionista en activo ahora (a sus 70 años) y no ha olvidado abrazar, mirar y sonreír de igual a igual a pobres y no pobres. Su biografía estuvo marcada por estupendas maestras y maestros rurales que le enseñaron a leer, a pensar y a querer.
Esas trayectorias profesionales de los maestros son las que ahora están siendo clausuradas. Por eso caminan hacia el centro, por eso vienen hacia la ciudad de México. Para recordarnos que la historia se hace y se aprende en las aulas y en las calles.
Agredir, reprimir, a la APPO representa golpear a una parte esencial de nuestro país: los maestros. Y eso es algo que no podemos, no debemos, permitir.
“Oaxaca: travesía al centro”
Escribo esta se-suda reflexión con el alma en un hilo ante la inminente represión generalizada al movimiento popular oaxaqueño. Quizás en estos momentos, el prozaico presidente haya decidido ya ordenar la intervención de la PFP, lo que significa que será cuestión de horas para que la barbarie institucional se exprese con toda su violencia.
¿Por qué les pesa Oaxaca? ¿Por qué les jode que los profesores, los campesinos, los obreros, los estudiantes, las amas de casa, los jubilados y otros grupos sociales tomen las calles y avancen hacia el centro del país? Creo que simplemente porque ese viaje hacia el centro significa que los excluidos, los marginados, los indios, los pobres, han dicho hasta aquí y reclaman sus derechos. En un país profundamente racista y clasista, que los indios, mestizos y pobres salgan de sus comunidades, no sólo incomoda a los grupos hegemónicos, sino que también es una acción que muestra con absoluta crudeza los rezagos acumulados durante siglos. Los indígenas son bien vistos en la Guelaguetza light, no exigiendo sus derechos.
La marcha de la APPO es, una vez más, un viaje desde los confines de la exclusión, la represión y el autoritarismo hacia el centro del país. El viaje al centro no es de hoy, durante cientos de años los pueblos indígenas y en general los grupos sociales excluidos han debido emprender esa marcha para ocupar el lugar que les ha sido negado; es una larga marcha para simplemente ser vistos, escuchados, atendidos. Caminar hacia el DF significa salir de la sistemática invisibilidad a que han sido condenados miles, millones de pobres; los pasos de los maestros y del pueblo oaxaqueño son también los pasos de los campesinos chiapanecos, guerrerenses, hidalguenses, veracruzanos, son los pasos de los chavos desempleados y sin escuela, de las madres solteras, de los migrantes, de los homosexuales y lesbianas, de los discapacitados que no han sido expuestos en el escaparate mediático del teletón.
El viaje al centro del país no sólo es un desplazamiento por parte de la geografía nacional, también es un desplazamiento en el tiempo: es el ayer olvidado que exige presencia y justicia hoy, hoy, hoy… y una clausura al futuro edulcorado, fantasioso y plástico que promueven los mismos que exigen la intervención de la fuerza pública.
El viaje al centro significa construir una trayectoria allí donde no hay posibilidades de otras trayectorias. Durante decenas de años, la del magisterio era prácticamente la única posibilidad para que los pobres de Oaxaca y los pobres del país, construyeran una trayectoria social ascendente. Ser maestro era –es- un orgullo para el profesionista y para su familia, era signo de prosperidad, evidencia de éxito personal y una forma de construir lazos sociales y comunitarios basados en el aprendizaje, en el diálogo, en el conocimiento. Esas brillantes trayectorias profesionales de miles de maestros son las que han dado rostro y corazón a México, son las que han educado a millones de niños y jóvenes.
Mi madre estudió en escuelas rurales y allí aprendió las primeras letras, historia, geografía, aritmética y también aprendió a mirar y a sonreír y a abrazar a niñas y niños pobres como ella. Mi madre es profesionista en activo ahora (a sus 70 años) y no ha olvidado abrazar, mirar y sonreír de igual a igual a pobres y no pobres. Su biografía estuvo marcada por estupendas maestras y maestros rurales que le enseñaron a leer, a pensar y a querer.
Esas trayectorias profesionales de los maestros son las que ahora están siendo clausuradas. Por eso caminan hacia el centro, por eso vienen hacia la ciudad de México. Para recordarnos que la historia se hace y se aprende en las aulas y en las calles.
Agredir, reprimir, a la APPO representa golpear a una parte esencial de nuestro país: los maestros. Y eso es algo que no podemos, no debemos, permitir.
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