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28 agosto 2008

El Cáucaso: polvorín geoestratégico

John Saxe-Fernández
http://jsaxef.blogspot.com

El ataque contra Osetia del Sur ordenado por Mijail Saakashvili, presidente de Georgia, fue atroz: mató a mil 500 civiles, destruyó la capital Tsjinvali, demolió barrios residenciales, la universidad, los hospitales y provocó 100 mil refugiados en la zona. La respuesta rusa no se hizo esperar, por lo que el aliento de la Casa Blanca a esa agresión concita la atención de las cancillerías de Europa y su liderato militar, en especial el francés, inglés y alemán. Ello por las graves amenazas a la paz en una región de fuerte gravitación geoestratégica, las cuales confirman cuán mortal sería aceptar a Georgia en la OTAN. Fue un golpe al equilibrio euroasiático, producto de un complicado cálculo georgiano. Porque, además de una homicida provocación, fue un operativo comicial: al calor de la reacción rusa provocada por Tiflis, John McCain repuntó en las encuestas cuatro puntos sobre Obama.

Según Pat Buchanan, ex consejero de Nixon, Ford y Reagan, el manejo tras bambalinas lo hizo Randy Scheunemann, principal consejero de política exterior de McCain, que cabildea por el ingreso de Georgia a la OTAN. Buchanan revela que Randy recibe jugosos pagos de Saakashvili, quien dice estar en contacto de “hasta dos veces al día” con el candidato republicano. Esa ventaja electoral bajó al empate cuando, al interrogársele en público, McCain no pudo enumerar las muchas casas que posee: desliz electoral que es pecado mortal en tiempos de grave crisis hipotecaria.

Lo que queda es la conflictividad entre Europa y Rusia, instigada por Bush desde Tiflis en un escenario que incluye operativos antirrusos, encabezados por Sarkozy, el penoso sucesor de Blair en estas tareas. Permanece también una estridente campaña de propaganda impregnada de una rusofobia que evoca atmósferas y episodios infames de la guerra fría: Rusia es la agresora y Occidente debe defender a la caperucita georgiana desde una OTAN que, a decir de Robert Gates, jefe del Pentágono, está “en grave riesgo de implosión en Afganistán”.

Desde la caída soviética, la OTAN sufre la ausencia de un enemigo estratégico, cemento de la Alianza. Pero ya la Casa Blanca fabricó una nueva guerra fría por medio de una peligrosa y multifacética instigación estratégica que puede costar cientos de millones de vidas. Por ejemplo, después de oponerse, la opinión pública polaca azuzada por el operativo en Osetia, presentado como agresión rusa contra Georgia, apoya el Sistema Nacional Antibalísitico de Estados Unidos (SNA) en su territorio. El SNA fue acordado por Estados Unidos y Polonia en medio del rugir de los cañones, en las narices de una Rusia que, usando sus recursos humanos y naturales, flexiona su poderío económico, militar y energético como potencia mundial: ya advirtió a Washington que si usa armamento convencional de alta precisión, responderá con armas nucleares tácticas. Es un ascenso que Estados Unidos trata de frenar y, como antaño, incita las precondiciones de guerra general en Eurasia de cara a su atasco militar en Irak. Por lo que, junto al provocador despliegue del SNA, Estados Unidos incita la desactivación geoestratégica de Rusia. Como recuerda Michael T. Klare en su lúcido Blood and Oil (Metropolitan, NY, 2006; hay versión española), se concretó en el endoso de Clinton y luego de Bush, al oleoducto que va desde Bakú, en Azerbayán, a Cyhan en Turquía, atravesando Georgia. ¿Objetivo?: romper “… el actual monopolio ruso sobre el flujo energético del Caspio y facilitar futuros envíos –de crudo– hacia Estados Unidos” (p. 119). ¿Existe una nueva ecuación de poder en esa región? Moscú contesta con ironía diplomilitar (y Kosovo en mente), reconociendo la independencia de Osetia del Sur y Abjasia, y por los diputados de la Duma, Boris Gryzlov sintetizó: “El Cáucaso siempre ha sido y será la zona de los intereses estratégicos de Rusia”.

El riesgo de guerra es serio: esto ocurre en medio de las aventuras diplomilitares de líderes poco cautelosos en Washington y París. Y el Cáucaso es un polvorín geoestratégico.

31 julio 2008

Negocios y rendición incondicional

John Saxe-Fernández
http://jsaxef.blogspot.com

Primero son los jugosos contratos a favor de los socios de fuera y de dentro postergando los intereses de la ciudadanía: independencia, soberanía, desarrollo y paz social. Hoy, como ayer, las cúpulas del PAN y PRI impulsan una involución mayor del proyecto nacional, esperando superar la hazaña que protagonizaron en 1995, cuando Estados Unidos, al calor de la macrocrisis financiera fraguó el rescate conocido como el Acuerdo Marco para la Estabilización de la Economía Mexicana, que, como acotó María Fernanda Campa Uranga, “más que una carta de intención solicitada a un prestamista exigente por un deudor moroso, parece una carta de rendición incondicional al término de una guerra”.

Esta puntualización atiende el hecho de que esa operación, orientada en realidad a salvar a grandes inversionistas estadunidenses, exigió el aval-factura a futuro por exportaciones de crudo que aún se encontraba en el subsuelo, lo que, además de magna irregularidad jurídico-constitucional, transformó la riqueza petrolera mexicana en reserva estratégica de facto de EU. Según expliqué en La compra-venta de México (Plaza & Janés, 2002), el entreguismo fue –y es– de gran alcance: el 29 de abril de 1995 Zedillo logró con los votos del PRI y del PAN modificar la ley que regula el artículo 27 constitucional para proceder con la apertura a la inversión privada, nacional y extranjera, de la transmisión, almacenaje y distribución del gas natural. Ése fue el diktat imperial para desmonopolizar y hacer competitivo a Pemex. Oil and Gas Journal, la conocida revista del ramo, celebró así la proeza antinacional de Zedillo: (la medida) “representa la primera y más importante modificación de la Constitución mexicana en relación con la industria del gas natural y del petróleo efectuada desde su nacionalización en 1938” (número 19, vol. 93, mayo 1995, p. 83.)

Es lo mismo que ahora proponen PRI y Calderón, con arrebato traidor, pero esta vez para todo Pemex. Al igual que ayer poco les preocupa el riesgo de una grave crisis político-constitucional como advierten economistas y juristas de amplio espectro ideológico o el deterioro socioeconómico, jurisdiccional y de seguridad que acarrea el despojo de la renta petrolera. Lo que vale para ellos es coparticipar con extranjeros, en el filón de dejar a Pemex como administradora de contratos, paso previo a su finiquito formal. Por medio de la autonomía de gestión, su director y consejo administrativo pueden manejar a su gusto el portafolios de negocios por lo que es vital una desregulación que abra espacio al ejercicio pleno e impune de la criminalidad de Estado: un sexenio es poco para el pillaje de tan magno botín. Por eso desaparecen los órganos internos de control. Y también los contralores de la Secretaria de la Función Pública, quienes por ley participan en todo acto de Pemex (Fortuna: abril, 2008). Se trata de instaurar una regulación sui géneris que cancele todo intento por hacer público el contenido de los contratos, los juicios por conflicto de interés o el tráfico de influencias.

La prioridad de La Casa Blanca y Los Pinos es dejar los negocios amarrados, comprando o extorsionando el voto legislativo. Constitucionalizar la privatización de facto de Pemex es un regalo de Bush y sus cómplices para Halliburton, Slumberger, y muchas otras firmas, que operarían a su gusto con las empresas filiales estratégicas de Pemex, que, como alertó Mario di Costanzo al comentar la iniciativa priista, gozarían “de autonomía de gestión en toda la cadena de valor de la industria”, así que no importa si se las define como “propiedad de Pemex”, ya que “no existe impedimento para que se asocien en cualquier actividad de la cadena productiva, exploración, distribución, transporte, almacenamiento, etcétera, con socios nacionales o extranjeros, y en cualquier porcentaje de participación”.

La meta es privatizar ganancias y socializar costos y riesgos. Hasta que el país estalle, otra vez.

03 julio 2008

Calderón: ficha de EU

John Saxe-Fernández
http://jsaxef.blogspot.com

El endoso de Calderón a la integración militar bajo auspicio de EU por medio del Comando Norte (CN), la ASPAN, la Iniciativa Mérida y el Proyecto Mesoamérica, arriesga la integridad territorial mexicana y le adjudica a la oficina presidencial el patético papel de “ficha” (asset) de EU en el tablero estratégico de las Américas; una capitulación de soberanía y de liderazgo latinoamericano que comparte con Álvaro Uribe, su homólogo colombiano.

Cabe recordar que la Iniciativa Mérida, gemela del Plan Colombia, es un inductor presupuestal que integra a México al CN mediante negocios: asesorías, equipo, entrenamiento, intercambio de información y movilización conjunta de tropas bajo los bastidores de empresas contratistas tipo Blackwater y DynCorp, brazos clandestinos del Pentágono al mando de ex oficiales militares y de inteligencia estadunidenses, como ya se advirtió desde estas páginas.

La construcción imperial de coaliciones de corte militar-empresarial, usando el CN y la ASPAN, se encamina, por conducto de la Iniciativa Mérida, a desvanecer la función de “defensa nacional” en las fuerzas armadas mexicanas, para sustituirla por tareas de “seguridad interna” o de corte netamente policial.

Estas instancias castrenses también se coordinan con el Comando Sur que opera del Suchiate a la Patagonia y tienen entre sus objetivos: a) el posicionamiento territorial para el control de la población y los recursos naturales de América Latina con despliegues de bases, operativos navales, aéreos y terrestres; y b) la utilización de la Iniciativa Mérida y el Plan Colombia como arietes para una ofensiva oligárquico-imperial encaminada a generar sinergias entre ambos comandos que refuerzan su dominio de América Central y el Caribe desplegando operaciones abiertas y encubiertas para socavar, por la vía de la desestabilización socioeconómica y militar, el proceso de formación de coaliciones sudamericanas en curso.

La mencionada sinergia se explicitó en el comunicado del Proyecto Mesoamericano cuando los nueve mandatarios participantes “… reiteraron su disposición a estrechar la cooperación entre sus países y con EU en el marco de la Iniciativa Mérida” (BBC-Mundo, 29/6/08).

Esos operativos se intensificaron después que Brasilia informó a la secretaria Rice de su apoyo para la formación de una estructura sudamericana de defensa que excluye a la potencia norteña.

Al poco tiempo se registraron los violentos ataques contra territorio ecuatoriano desde Colombia, haciéndose visible la acción oculta de EU actuando a través de su “ficha” colombiana.

Así se puso en práctica la doctrina de la guerra preventiva, de las “fronteras flexibles” y de lo que el Pentágono concibe como el derecho de intervenir militarmente en “espacios de precaria gobernabilidad” –dotados sin excepción de abundantes y estratégicos recursos naturales–, todo en abierto desacato del derecho internacional y de acuerdos multilaterales suscritos por EU con América Latina.

El regreso de la “diplomacia de las cañoneras” con la puesta en operación el martes pasado de la cuarta Flota –establecida durante la Segunda Guerra Mundial contra ataques submarinos alemanes y desactivada desde 1950– lo anunció el Pentágono con una gira por la región del almirante Jim Savridis, a cargo del Comando Sur, exactamente una semana antes del cónclave fundacionaaal de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), realizado en Brasilia, el 23 de mayo pasado, cuyo fundamento es la defensa conjunta de la inviolabilidad territorial de los firmantes, en contraste con las doctrinas y programas castrenses hilvanados con diseños de desincorporación territorial del Banco Mundial-BID y ONG “ambientalistas”, para una refuncionalización estadunidense del espacio nacional, como ocurrió con los ferrocarriles de México y que la iniciativa energética de Calderón llevaría a los vastos complejos económico-territoriales, involucrados en la operación diaria de. Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal de Electricidad.