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15 enero 2007

¿Dios pone presidentes por medio de fraudes electorales?

Sam García, Revoluciones

“Iglesia debemos orar por el presidente Felipe Calderón, que Dios lo use durante este sexenio”

“Seguiremos orando para que la vida de Calderón bendiga a México”

“El señor no se equivoca puso a Calderón y no creerlo así es ir contra la voluntad divina”

Algunas razones con sustento bíblico para demostrar porque Felipe Calderón es reprobado por Dios y que se equivocan religiosos, cristianos principalmente, en sustentar que se le debe reconocer como presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos.

En Romanos 13:1-5 encontramos

1 Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. 2 De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. 3 Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; 4 porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo. 5 Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia.

Este es un pasaje bíblico lamentablemente mal aplicado por numerosos religiosos que relacionan el mensaje de esta escritura con un acontecimiento muy relevante para los mexicanos: la elección presidencial del 2006 donde expertos señalan, junto con una mayoría del pueblo, que hubo fraude electoral. Se usa tal pasaje para decir que “haya sido como haya sido, si Calderón ya es presidente es porque así ya Dios lo quiso”... ¿será cierto esto?

En la democracia Dios no vota

Primero quiero comenzar dando un ejemplo claro de que Dios respeta la voluntad popular, vamos al primer libro de Samuel. El capítulo 8:4-6 dice:

4 Entonces todos los ancianos de Israel se juntaron, y vinieron a Ramá para ver a Samuel, 5 y le dijeron: He aquí tú has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos; por tanto, constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones. 6 Pero no agradó a Samuel esta palabra que dijeron: Danos un rey que nos juzgue. Y Samuel oró a Jehová.

El pasaje trata que en determinado momento el pueblo hebreo (la historia lo constata) quiso ser gobernado por un rey, quizás los planes de Dios eran distintos pero no se los impuso, Dios no es tirano y no se opuso a la decisión que los hebreos habían tomado. Veamos del mismo libro de Samuel el capítulo 10:21-24 lo que dice:

21 E hizo llegar la tribu de Benjamín por sus familias, y fue tomada la familia de Matri; y de ella fue tomado Saúl hijo de Cis. Y le buscaron, pero no fue hallado. 22 Preguntaron, pues, otra vez a Jehová si aún no había venido allí aquel varón. Y respondió Jehová: He aquí que él está escondido entre el bagaje. 23 Entonces corrieron y lo trajeron de allí; y puesto en medio del pueblo, desde los hombros arriba era más alto que todo el pueblo. 24 Y Samuel dijo a todo el pueblo: ¿Habéis visto al que ha elegido Jehová, que no hay semejante a él en todo el pueblo? Entonces el pueblo clamó con alegría, diciendo: ¡Viva el rey!

El pueblo hebreo tuvo rey, fue Saúl hijo de Cis. Un rey es una autoridad y los reyes corresponden a las monarquías, a los imperios. En México el sistema actual de gobierno se elige a través del ejercicio de la democracia. Por medio del voto de los ciudadanos se escoge a un presidente quien pasa a ser la autoridad de la república. Hay una gran diferencia entre una monarquía y una democracia, el contexto del pasaje inicial de Romanos capítulo 13 no puede ser traducido como si Dios escogiera al presidente en México, excusándose en “porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas” pues Dios violaría la voluntad del pueblo mexicano (en este caso) y se contradiría con una de las atribuciones al hombre desde su creación: el libre albedrío. En pocas palabras Dios no intervino, ni intervendrá en las elecciones en México mientras sea el pueblo, vía la democracia, el que elija a sus gobernantes.

Cuando el apóstol Pablo escribió esta carta a los Romanos (Nuevo Testamento) el modo de gobierno en lo que hoy es Europa era monárquico. Recordemos que el César era el máximo representante, la autoridad y el mensaje en esencia, va dirigido a los creyentes de esa época para entender que la autoridad romana Dios permitía que existiera e injusta o no, dicha autoridad jugaba un rol importante dentro de los planes perfectos de Dios mismo.

Dichos gobiernos de Roma y aún los mismos lideres religiosos de aquella época, tanto judíos y gentiles, representaban una autoridad terrenal avalada por Dios pero que no significaría problema para la gente de fe, de buen comportamiento, como este mismo pasaje de Romanos sostiene “¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella”.

Una correcta interpretación de dicho pasaje debe hacerle pensar a mexicanos creyentes y aún a no creyentes que cuando las autoridades Dios las pone es con un propósito inmenso, hay quienes en el poder desvirtúan sus funciones y se corrompen. Aún con lo anterior Dios puede hacer grandes cosas y mostrarle al hombre su amor y misericordia, pero cuando es el pueblo quien pide autoridad y la escoge, sucede como el caso de Saúl, se da una autoridad y es sin que Dios intervenga manipulando el voto o elección de la gente.

En México Dios no es indiferente a las injusticias

En el caso de la elección presidencial del pasado 2 de julio del 2006, gente del extranjero y millones de mexicanos fuimos testigos de un fraude electoral cínico que beneficio al Partido Acción Nacional (muy relacionado al clero católico y en especial a una secta de ultraderecha religiosa denominada El Yunque). Ridículamente el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TRIFE) reconoció que el presidente en ese entonces Vicente Fox puso en riesgo la elección favoreciendo al candidato oficialista Felipe Calderón, pero eso que se debió haber traducido en la invalidación de la elección, no impidió que Calderón Hinojosa obtuviera –entrando por la puerta de atrás– el acta de presidente electo en los primeros días de septiembre del 2006. ¿Esto no puede atribuírsele a Dios como obra de su “perfecta voluntad”?, ¿O sí?

Un fraude significa que en el ejercicio del voto ciudadano hubo trampa y por medio de ello se dio el triunfo a un candidato que en realidad obtuvo menos votos de los necesarios para ganar. Como antecedente desde el 2005 en abril se pretendió desaforar al entonces jefe de gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, mismo personaje que compitió en la elección presidencial del 2006 representando a la coalición de izquierda (integrada por el PRD, PT y Convergencia) denominada “Por el bien de todos”. La aprobación y respaldo de la gente correspondían al buen gobierno del famoso “Peje” desde tiempo atrás a la elección de presidente en México, sus adversarios sabedores de su inminente triunfo fraguaron una campaña sucia de desprestigio antes y después incluso de la elección, pero el golpe certero fue el fraude electoral en complicidad con el gobierno de Fox, grupos empresariales, el clero católico, medios de comunicación (la mayoría), los partidos PRI, PAN, PVEM y PANAL.

Prácticamente todo el aparato del Estado, la clase política, más la cúpula católica y empresarial impidieron que López Obrador llegará a la presidencia. Al mismo tiempo los mexicanos hemos sido arrinconados ante el crecimiento de violencia en nuestro país, la consolidación del narcotráfico en territorio nacional y la creciente cantidad de familias que se desintegran por diversos motivos. Algo esta sucediendo en México y Dios lejos de promover más malos gobiernos es conocedor de las necesidades de los mexicanos y por ningún motivo aprobó que el 1 de diciembre con un vergonzoso operativo militar, Felipe Calderón usurpara la presidencia de esa nación ante los ojos del mundo.

La Biblia versión “Diario Vivir” comenta sobre el verso 1 del capítulo 13 en Romanos:

13.1 ¿Hay momentos en los que uno tiene que desobedecer a las autoridades? No debemos permitir que los gobernantes nos obliguen a desobedecer a Dios. Jesús y sus apóstoles nunca desobedecieron a las autoridades por razones personales; cuando lo hicieron fue por ser leales a Dios. Su desobediencia les costó caro: los amenazaron, los golpearon, los pusieron en prisión, los torturaron y los ejecutaron por sus convicciones. Como ellos, si nos vemos obligados a desobedecer, debemos estar dispuestos a sufrir las consecuencias.

Esto tiene un sentido totalmente cierto, ya vimos que se cita que si tenemos autoridad y nos comportamos bien, nada debemos de temer. ¿Qué pasa cuando la autoridad no obedece a la voluntad de Dios?

Dejemos que la misma Biblia nos lo revele. En Daniel capítulo 3:1-5 encontramos que:

1 El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro cuya altura era de sesenta codos, y su anchura de seis codos; la levantó en el campo de Dura, en la provincia de Babilonia. 2 Y envió el rey Nabucodonosor a que se reuniesen los sátrapas, los magistrados y capitanes, oidores, tesoreros, consejeros, jueces, y todos los gobernadores de las provincias, para que viniesen a la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado. 3 Fueron, pues, reunidos los sátrapas, magistrados, capitanes, oidores, tesoreros, consejeros, jueces, y todos los gobernadores de las provincias, a la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado; y estaban en pie delante de la estatua que había levantado el rey Nabucodonosor. 4 Y el pregonero anunciaba en alta voz: Mándase a vosotros, oh pueblos, naciones y lenguas, 5 que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha levantado

Y hubo quien no se sujeto a la autoridad de Nabucodonosor. Mismo libro de Daniel en el capítulo 3:12-17 dice:

12 Hay unos varones judíos, los cuales pusiste sobre los negocios de la provincia de Babilonia: Sadrac, Mesac y Abed-nego; estos varones, oh rey, no te han respetado; no adoran tus dioses, ni adoran la estatua de oro que has levantado. 13 Entonces Nabucodonosor dijo con ira y con enojo que trajesen a Sadrac, Mesac y Abed-nego. Al instante fueron traídos estos varones delante del rey. 14 Habló Nabucodonosor y les dijo: ¿Es verdad, Sadrac, Mesac y Abed-nego, que vosotros no honráis a mi dios, ni adoráis la estatua de oro que he levantado? 15 Ahora, pues, ¿estáis dispuestos para que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua que he hecho? Porque si no la adorareis, en la misma hora seréis echados en medio de un horno de fuego ardiendo; ¿y qué dios será aquel que os libre de mis manos? 16 Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto. 17 He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará.

Es claro que Dios nos ha dotado de cierta inteligencia para entender que malos gobiernos (Nabucodonosor pretendió centrar su gobierno solo en su imagen, una mala decisión pues antes de la estatua su gobierno era sólido), no deben ser respetados, ni solapados. Sucede algo similar en México con la diferencia de que a este gobierno actual de Calderón:

1. Ni Dios no lo puso, ni lo sustenta. Dios no miente (ver Tito 1:2), por ello al no intervenir en la democracia de México es absurdo decir que “Dios puso o usará” a un usurpador.

2. Por medio de la democracia los mexicanos no lo elegimos. Calderón ni siquiera tiene rango de gobernabilidad en la ciudadanía. Suponiendo que por él votaron 15% de ciudadanos (cifra aparente que le dio el IFE) ¿cómo creer que es voluntad del pueblo de México que nos gobierne ese señor con un 85% de ciudadanos que no votamos por él?

Ante tantas irregularidades en tan mencionada proceso electoral, la condición de vida de cada mexicano, las desigualdades y las injusticias Dios no puede ser ajeno. Si bien la democracia excluye a Dios en la elección de los gobernantes no saca de su voluntad este momento histórico que vivimos. El fraude electoral del 2006 y la imposición consumada el 1 de diciembre es también responsabilidad del pueblo mexicano, pero Dios está atento para intervenir a favor nuestro siempre y cuando se lo pidamos. Hoy vivimos las consecuencias de nuestra indiferencia y tibio actuar contra la corrupción y atropellos, durante mucho tiempo las personas hemos estado en silencio pero hoy es distinto.

Hay un pasaje interesante que podemos leer en Proverbios 6:16-19:

16 Seis cosas aborrece Jehová, Y aun siete abomina su alma: 17 Los ojos altivos, la lengua mentirosa, Las manos derramadoras de sangre inocente, 18 El corazón que maquina pensamientos inicuos, Los pies presurosos para correr al mal, 19 El testigo falso que habla mentiras, Y el que siembra discordia entre hermanos.

Todo esto describe a Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa, mismo que como hombre Dios reprueba y que dentro de un lapso muy corto de tiempo (debido a la gravedad de sus pecados, por la maldad que hay y gira en torno a él) lo estará juzgando y ubicando en su lugar; tanto a él como igualmente a toda la gente que no camina de manera correcta ante los ojos de Dios.

Usted tal vez dirá: “no soy creyente, no me interesa la Biblia o lo que diga Dios”. Por mero sentido común y revisando la misma historia humana podemos ver que sendos gobiernos usurpadores no duran mucho, solo lo necesario para dejar determinada lección que el mismo pueblo se busco al descuidar su misma humanidad.

En sus manos está que tanto tiempo tarde Dios y el destino en poner las cosas en su lugar. El pueblo votó y López Obrador ganó. En México ya es necesario un buen gobierno donde la participación ciudadana (con o sin la democracia), sea la base sólida y que mejor sería si las mismas personas creyentes de la mayoría católica y aún de las minorías protestantes dejan de manipular la Biblia a su antojo y conveniencia.

Con esto no hay que confundir con que “Dios está a favor de López Obrador”, no, no es así. Dios está a favor de la gente que pone por obra el amor al prójimo, que de acuerdo a sus estatutos revelados en la Biblia lleva una vida recta. Si ese tipo de personas se levantan para representar la verdadera y legítima autoridad de un país como el de México, sí y solo entonces, tendrán todo el respaldado de Dios, así seas tú y yo, con o sin López Obrador, Dios obrará a favor del pueblo mexicano.

Se necesitan agentes de cambio en nuestra sociedad. La invitación para “orar a Dios” por Felipe Calderón, no son propias para hombres y mujeres que han sido dotados de inteligencia por Dios, más que rogar por su vida en el sentido de que sea sustentado en “su gobierno”, hay que clamar a Dios “sea inmediatamente destituido este señor de un cargo que no le corresponde” y que podemos seguir citando textos bíblicos para demostrar que no encaja en la perfecta voluntad de Dios.

Nuestra capacidad de razonamiento humano nos debe llevar a entender que si el pueblo hubiese realmente elegido a Calderón como gobernante, las cosas marcharían de modo distinto a como marchan hoy. El mismo Andrés Manuel López Obrador ya no existiría políticamente, pero vemos que sigue preocupándoles a los que pisotearon la voluntad popular, a los que provocan la ira de Dios. Desde la expresión en el rostro, es contrastante ver la cara de un triunfador como López Obrador y la de un derrotado y mentiroso como lo es Calderón.

No es por su sola figura, Obrador por si solo nada podría hacer por México, es por que los mexicanos somos concientes de la lucha que tenemos que emprender y ya hemos dado pasos sólidos juntamente con un líder. Uno de estos pasos se vio reflejado el 20 de noviembre del 2006, donde millones de mexicanos en representación de la mayoría que votó por López Obrador, con toda justicia le reconocimos como presidente legítimo de México. Este evento multitudinario marcó ya la historia de México y lo que deriva de ella, esto es algo que Dios sí permitió y respecto a las autoridades ¿qué mayor autoridad puede haber –al menos en la democracia– que aquella multitud de gente conciente expresando su voluntad con toda justicia?

Nuestro papel no esta dentro de cuatro paredes, justificando nuestra ausencia en la sociedad creyendo que Dios, por si solo o por medio del gobierno “cambiará las cosas”. Tu como creyente cargas más responsabilidad, debes ser un hacedor y no un oidor únicamente de lo que dicen las sagradas escrituras. Yo te insto a que expreses en la iglesia, congregación, templo, construcción física donde se distorsiona la verdad lo que a la luz de las escrituras no se puede ocultar. Haz valer la voz que Dios mismo te dio y de ser necesario abandona el lugar donde en realidad nunca vas a poder crecer. El México de hoy te necesita en las calles, barrios, colonias, pueblos y ciudades donde se comete una injusticia... ¿te vas a quedar solo orando, ayunando, haber si un ángel baja a hacer una tarea que solo tú puedes realizar?

No te engañes, ni te dejes engañar, los mexicanos tenemos buena madera y es agradando a Dios en el corazón donde podremos iniciar una revolución espiritual, traducida en un avivamiento, en una renovación, en todo lo positivo y bueno que puedas imaginar. La única condición es que en el ejercicio de nuestros derechos y responsabilidades no mintamos, no seamos incongruentes con el bien que queremos y debemos trabajar más que pasárnosla orando, rezando o jugando al club religioso.

Hasta pronto y que Dios te bendiga, rica y abundantemente. La alegría está por llegar ¡sonríe, vamos a ganar!


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