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08 enero 2007

La oveja negra

En un lejano país existió hace muchos años una Oveja Negra. Fue fusilada.

Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque.

Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura.

Monterroso, Augusto. La oveja negra y demás fábulas. México: FCE, 1998.

Crítica:

¿Quién ha dicho que los cambios son fáciles y aceptables? Pues si alguien lo ha dicho está en un error. La sociedad ha sido testigo indudable del surgimiento de individuos que presentan una forma de pensar que difiere con la de las muchedumbres, hombres que se hacen destacar por un sentido poco común.

Podría citar muchos ejemplos históricos, a los cuales después de su muerte, se hace un análisis y concluyen que no era una “oveja negra” sino un "gran líder socialista" que después de muerto la gente levanta una estatua en conmemoración a sus acciones.

El cambio en una sociedad puede ser estorbado por la insensibilidad, apatía, temor, ignorancia, etcétera. Pero, si volteamos al pasado las obras de todos aquellos hombres valientes que entregaron en ocasiones hasta sus vidas por defender sus ideas siguen aquí presentes. Impregnadas en cada uno de nosotros.

Así que, la próxima vez que veas una estatua, piensa que no es solo un montón de piedra, sino la representación de un hombre que decidió ser fiel a sus convicciones.

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