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07 enero 2007

Veo más política en la Biblia que de religión misma – Primera parte

Dada mi relación constante con gente de la fe evangélica -de hecho nací dentro de una familia evangélica y he crecido bajo esa influencia-, en estos asuntos del fraude y gobierno espurio he estado dentro de una serie de debates y polémicas muy grandes. Estas considero que podrían evitarse, dentro y fuera de cualquier fe cristiana, si se tuviera noción de que entre la política y la religión puede haber diálogo eficiente para la coexistencia de ambas áreas en el mismo espacio.

Actualmente se tiene la percepción de que religión y política no se llevan, generan cierto “caos” si se les pretende ligar y si ya de por si es la religión considerada “el opio del pueblo”, ¿qué sería del hombre si retoman los “estados confesionales” y si se retomara el pensamiento de la mismita Edad Media? Nada más de imaginar miedo me da al igual que a muchos de ustedes.

Es más bien, que en lo personal siempre me he inclinado por rescatar de la religión misma la fe de la gente, el enfoque humano de cada una de esas personas que siguen sinceramente doctrinas y creencias, con el fin de que a base de sentido común cada uno de esos creyentes se asuman dentro de la sociedad, no tanto como un “enviado o comisionado de Dios”, sino como un “agente de cambio”, con todo y las implicaciones de jugar el rol que como zoon politikon (animal político) debe jugar cualquier ser humano en su respectiva sociedad.

Hay un evidente error por parte de las iglesias evangélicas (las cuales conozco muy bien, por eso me referiré más a ellas), es el hecho de que gran parte de sus miembros y líderes se excluyen de la sociedad común, de lo “terrenal”, se sustentan en que “tener amistad con el mundo es tener enemistad con Dios” (ver Santiago 4:1-10), varios prefieren pintar la raya con lo “mundano” y estar operando dentro de una esfera muy limitada que es su comunidad cristiana.

Los pocos que se atreven a ser “más abiertos” con el mundo de afuera (de las iglesias), consideran que la sociedad tal cual y es, es responsabilidad del hombre y que Dios “algo hará”, que algún predicador muy especial “algo hará” para cambiar las condiciones de la sociedad, implicando las modificaciones -en caso de México- que significaría hacer a los Poderes Legislativo, Judicial y Ejecutivo para alcanzar dichas modificaciones, incluso a la misma Constitución Política. Es decir, unos no le entran a “lo del mundo”, otros “como que le quieren entrar”, pero o no quieren en realidad hacerlo, o más bien no saben como.

Hay un texto que quiero señalar:

“Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.” Mateo 4:23

Es fascinante encontrar y ver que la mayoría, casi todos los milagros y señales de Jesucristo fueron EN EL PUEBLO. Y efectivamente muchos predicadores hablan domingo tras domingo, sermón tras sermón, que la “gente de las calles, los mexicanos, el pueblo”, tenemos muchas necesidades. Al respecto, para remediar, se hacen largas jornadas de oración, ayunos, una que otra repartición de volantes con el “plan de salvación”; pero en realidad la presencia en el campo activo, el modelo y ejemplo de los cristianos es nulo.

Y sucede algo hasta peor aún, sobre los lideres y altos mandos lo único que sobresale es que han caído en “x” o “y” falta y en una sociedad como la nuestra donde es más fácil ver lo malo en el vecino que rescatar lo bueno del mismo, se traduce en algo fatal y que obviamente resta credibilidad a cierto grupo o sector que profesa -supuestamente- una fe.

Aquí es evidente que Jesucristo estaba donde había necesidad y es importante que para cambiar México nos conste, sepamos y vayamos a donde hay necesidad. Es ir a los puntos clave, no andarle dando vueltas a la problemática nada más por fuera, es entrarle de lleno al problema y atacarlo de raíz. Muchos que no creen en Jesús, ni en Dios, ni en la pared, tomen esto como un referente: “si yo predico algo y no lo pongo por practica tal y como me lo dicta el manual, ME CONTRADIGO”.

No haré polémica sobre quienes y que porcentaje de cristianos –evangélicos o católicos- son incoherentes con lo que hacen y predican, no soy quien para juzgar, cada quien su fe. Pero lo que si es necesario hacer es quitarle a la gente esa idea errada de que política y religión no se llevan, claro que se llevan, siempre y cuando los que tengan la responsabilidad de crear un puente que les una y que dicho puente lo hagan con conciencia e inteligencia.

La misma capacidad de pensamiento tiene un evangélico que un militante del PRD no creyente -por citar un ejemplo- es cierto que son personas muy distintas, que ven la vida de modos diferentes, que interpretan las cosas a su modo y según lo que influye en ellos ¿y eso que?, ¿no es entonces de esa manera que se pueden concretar leyes más incluyentes, justas y democráticas?, ¿qué no el diálogo entre todos los sectores, un diálogo sincero, puede hacer que este país mejore?

La palabra política en modo general, en su definición, hace referencia al Estado, al gobierno, a la función misma de un ser humano como ciudadano dentro de una comunidad. Todos somos políticos, tengamos o no noción de ello, pero lo somos, así solo nos dediquemos toda la vida a leer la Biblia y hacer puros rezos, eso no nos quita el titulo de ciudadanos. El campo de la religión que en su etimología se refiere a religar, volver a unir, habla de ser el medio por el cual el hombre puede llegar a Dios, a determinada deidad en caso de las religiones no cristianas. Como casi todos los ciudadanos tienen una religión el Estado no puede existir omitiendo la relevancia de la religión, ni la religión puede pasar de largo al Estado y todo lo que este representa.

Considero que toda sociedad que admite en su campo de vida a la religión (sea esta cual sea) y que se ha constituido un Estado para regular las relaciones entre sus integrantes, no debe omitir la fe de las personas, no debe operar excluyendo consensos y ante este problema complejo (vaya que si que lo es), el hablar, expresar y concertar acuerdos es regla, obligación para una mejor condición de vida para gente creyente y para la no creyente.

Esto no debe traducirse como el hecho de que “la iglesia entonces debe tener injerencia directa en la política”, no es así, porque es entonces de ese modo que se retomarían ideas mismas del medievo y alterar los estados laicos y no es por allí el asunto. Hoy la dirigencia del catolicismo en México eso pretende, meterse hasta la medula de la política para operar según sus intereses (dudo mucho sean tales intereses “por amor a Dios o al prójimo”) y se escudan (cual finos y elegantes son) en que los obispos, sacerdotes, curas, monjas y sepa cuanto más sustantivo manejen son también ciudadanos.

Bien si a esas vamos, si son gente de fe que a su vez son ciudadanos, que pidan entonces lo mismo para los demás ciudadanos, equidad, un equilibrio JUSTO Y COHERENTE con los dogmas centrales del cristianismo. Deben conseguir por lo tanto que entre ellos (como mayoría católica) y los grupos protestantes haya igualdad. Más concreto, si quieren tener apertura en los medios masivos de comunicación, darle asesoría espiritual a la tropa del ejército, que ese mismo derecho lo tenga cualquier ciudadano que profese una fe, porque finalmente lo que prevalece ante la ley no es si creemos en Cristo o en Dios o en Mahoma o en Buda, sino que somos seres humanos, creación de Dios, ciudadanos, todos iguales ante las leyes.

Mi apuesta es porque cada religión desde su trinchera establezca lazos con la sociedad, dichos lazos no es presentar teorías y creencias en tomos grandes, competir para ver quien es el mejor y quien gana más. No es ni creando escuelas o métodos de enseñanza ajustados para los evangélicos, para los mormones, etc, no se trata de reclutar gente para mi grupo religioso. Es nada más entender y vivir como seres humanos y actuar como tales, respetando y delimitando normas para la sana convivencia, la mutua cooperación y el ánimo de progreso para que todos al final estemos satisfechos no por la cantidad de gente que nos rodea sino por la calidad humana de aquellos que nos rodean.

Ya se dijo con anterioridad, la religión pretende ser un medio por el cual el hombre construya una relación con Dios. Pero la Biblia desde Génesis hasta el Apocalipsis nunca invita a la humanidad a inventarse religiones, asociaciones y grupos para poder entrar en comunión con el Creador. El hombre las ha inventado dada la caída en el huerto del Edén por parte de Adán y Eva (ver Génesis capítulos 3 y 4), en su búsqueda por restablecer la relación original con Dios. La única institución reconocida y sustentada bíblicamente por Dios es la familia y de ella se gesta a modo espiritual (inicialmente) la iglesia, el conjunto de creyentes, que puede reflejarse en lo físico (la constitución de congregaciones y comunidades que profesan su amor hacia Dios, ver Hechos 3:43-47).

En ese sentido muchos me han criticado hasta el cansancio y han querido apantallarme con saber griego, arameo y hebreo y traducir los textos originales de la misma Biblia bajo determinados contextos, cosa que no han conseguido porque Dios todas las cosas las tiene contempladas y la misma Biblia revela sobre la religión, así como va:

“Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana. La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo.” Santiago 1:26 y 27).

Muy sencillo si hay una religión válida y agradable ante Dios con todo el sustento bíblico que podamos imaginar es aquella que lleva al terreno practico el amor, la capacidad de demostrar con el prójimo ese mismo amor recibido del mismo Dios. No sirve de nada ir a misa, estar en un culto protestante y al otro día hablar mal del vecino, ser infiel a la esposa al esposo, no puedes ser pederasta, no puedes cometer abusos, ni excesos, en vano tu existencia si le juegas al vivo. Y guardarse del mundo no es irse a una isla, alejarse de "todo lo malo" y que los demás se hagan bolas, no, es tener la capacidad y valor de a lo malo decir NO por amor a Dios y a la vida misma.

Es más, la Biblia en el Antiguo y Nuevo Testamento tiene problemas ejemplificados de todo tipo, con protagonistas buenos y malos como líderes, gente como tú y como yo con necesidades de comer, de sexualidad, de economía, etc. Vemos ejemplificados gobiernos malos, pésimos, otros que son modelo a seguir. Hay una serie de leyes y mandamientos que son efectivos para aplicarse en nuestra “Edad Moderna” y la ciencia sigue demostrando que la Biblia efectivamente tiene sentido en todo lo que presenta, es fiel. Vemos narraciones enteras de un pueblo que ha padecido a causa de sus propios errores ¿qué no es acaso aplicable en cierto modo lo que enseña la Biblia a nuestra lucha por México?


No hablo de evangelizar al país, no hablo de hacer más religioso México, es hacerlo conciente. Un punto inicial para ello es que la gente entienda y tenga bien claro que la Biblia no es un libro religioso, es el manual de vida, como tal debe ser leído y presentado. Puede y debe un católico conocer las leyes de la sociedad mexicana y emitir su opinión respecto a la función del Estado y si sabe por donde están las fallas, proponer, contribuir, no es solo derecho es obligación. Y lo mismo en igual proporción lo es para un evangélico. Así es que no se espanten si leen más seguido de mi parte citas bíblicas, les demostraré en lo textual y en los hechos que hay más política en la Biblia que de religión misma...

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