El pasado 2 de octubre hablamos del precio internacional de los combustibles que estamos consumiendo. Tengo la impresión de que por su magnitud llamó la atención a muchos dirigentes y cuadros.
Se habla en general de los porcentajes de la población que tienen acceso a la electricidad u otros servicios de la vida moderna. Este puede variar desde el 40 por ciento o menos hasta el 60 por ciento o un poco más; dependerá del acceso a recursos hidroeléctricos u otros factores.
Antes del 1º de enero de 1959, casi la mitad de la población de Cuba carecía de electricidad. En la actualidad, con una población alrededor de dos veces mayor y amplio acceso a esa energía, su consumo se ha multiplicado varias veces.
En nuestro país, como en gran parte del mundo ?excepto las naciones superricas?, esa electricidad llega por aire con empleo de torres, postes eléctricos, transformadores y otros medios, muchos de los cuales han sido derribados por los fuertes vientos de los huracanes Ike y Gustav a lo largo y ancho de la Isla.
Un artículo de Granma, suscrito por María Julia Mayoral, señala a grandes rasgos los destrozos en la red eléctrica causados por ambos fenómenos; pero, además, añade que durante el cruce de los huracanes los grupos electrógenos aseguraron la electricidad a “966 panaderías, 207 centros de elaboración de alimentos, 372 emisoras de radio, 193 hospitales, 496 policlínicos, 635 estaciones de bombeo de agua, 138 hogares de ancianos, entre otros centros fundamentales.”
“Ese aseguramiento significa… que en muy breve tiempo se tuvieron que desmontar cientos de equipos de emergencia ubicados en entidades productivas y de servicios, a fin de instalarlos de manera emergente en sitios sin conexiones con el SEN. Esto fue posible gracias a la acción coordinada de brigadas de montaje de varios organismos, empresas transportistas y el apoyo de las autoridades locales. Los medios trasladados provisionalmente volverán a sus centros de origen cuando la situación quede normalizada.”
Las palabras, que transcribo de forma textual, demuestran el desvelo con que los cuadros del Partido y del Gobierno, nacionales y locales, se han dedicado a buscar soluciones.
El artículo de María Julia se titula «Millonarios Gastos para dar Luz a la Población».
Considero oportuno recordar que los grupos electrógenos fueron instalados para los siguientes objetivos:
– Garantizar servicios vitales como la salud o la conservación de alimentos en cualquier circunstancia;
– Producciones alimenticias industriales como pan, leche y otras similares.
– Asegurar fundiciones de acero, que no pueden interrumpirse porque causarían graves daños a la industria.
– Servicios de la defensa e informaciones públicas que no pueden faltar en ningún momento. Baste señalar los propios centros de Meteorología y sus radares, que siguen la trayectoria de los huracanes.
– Generación progresiva de electricidad con mínimo de consumo, mucho más eficiente que las termoeléctricas disponibles.
Señalados estos puntos, es necesario recordar que los grupos electrógenos van, desde pequeños motores con potencia para producir 40 o menos kiloWatts/hora, hasta equipos de más de 1 000. A veces hay que sumar varios de estos motores, por ejemplo, en un centro hospitalario con avanzado equipamiento tecnológico y un sistema de climatización indispensable, que suelen ser grandes consumidores de energía.
Tales motores funcionan con diésel y su eficiencia crece en la medida que aumenta su capacidad de generar electricidad hasta un punto determinado. Requieren grasas adecuadas, reservas de piezas, mantenimiento, etcétera.
Un número creciente de grupos electrógenos están constituidos por motores que son de producción continua y que consumen otro combustible.
Lo ideal es que cada centro de producción o servicios señalado reciba electricidad del Sistema Electroenergético Nacional (SEN), con máquinas de más eficiencia que trabajan con fuel oil, de mucho menor costo que el diésel, obtenido de la refinación del petróleo, combustible de creciente uso en el transporte de carga y pasajeros, tractores y otros equipos agrícolas.
Cuando por cualquier causa los grupos electrógenos que trabajan con diésel se convierten en generadores de electricidad para las viviendas y son sometidos a un régimen de trabajo durante 20 horas o más, las consecuencias son negativas. Su destino principal son las emergencias y, en el desarrollo actual de Cuba, un número reducido de horas/pico.
Dentro de los generadores que consumen hidrocarburos, nada puede compararse con los grupos electrógenos que trabajan con fuel oil aunque la inversión sea más costosa. Por su peso y complejidad, no pueden trasladarse de un lugar a otro en cualquier momento. En ese sentido, únicamente los superan las plantas de ciclo combinado a partir de gas, al que se le extraen previamente el azufre y otros elementos contaminantes.
Es conveniente recordar la necesidad de que ningún cuadro olvide que no se debe perder un minuto en reintegrar todos los motores que consumen diésel a sus funciones en municipios y provincias vecinas tan pronto cese la emergencia. Tenemos serios déficit de ese combustible, se gasta demasiado en el país y ha sido imprescindible reducir las asignaciones demandadas.
La producción y distribución de alimentos y materiales de construcción, reitero, tienen prioridad absoluta en estos momentos. No somos un país capitalista desarrollado en crisis, cuyos líderes enloquecen hoy buscando soluciones entre la depresión, la inflación, la falta de mercados y el desempleo; somos y debemos ser socialistas.
Fidel Castro Ruz
Octubre 4 de 2008
7 y 35 p.m.
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