Los saludo de nuevo, seguiré apoyando a sam lo aprecio tanto como al esfuerzo que está haciendo y para mi en esta nota se ve que FECAL no tendrá nada que hacer como presidente porque debe tanto (millones de dolares a Televisa, de ahí que busque tanto, tantisimo a Slim, pero sabemos que Slim no hace favores gratis). Todos estaremos el 1 de diciembre haré el esfuerzo de viajar desde Guerrero donde ahora me encuentro.
Gabinete social, el pago de lealtades
Carlos Acosta Córdova
México, D.F., 24 de noviembre (apro).- Si algunas sorpresas y preocupaciones causó el panista Felipe Calderón con los nombres que eligió para conformar su equipo económico, ahora al definir al denominado “gabinete social”, no sólo provocó una gran decepción, sino incurrió en contradicciones y dejó en claro que mentía cuando hablaba de que sería una prioridad de su gobierno la atención de los graves problemas y rezagos del país, particularmente el abatimiento de la pobreza extrema.
Una vez conocidos los hombres y mujeres del “gabinete social”, la pregunta que todo mundo se hizo fue, ¿en realidad le preocupan los rezagos sociales a Felipe? Porque la mayoría de los nombramientos obedecieron, sin duda, al pago de lealtades y servicios prestados, a cubrir compromisos personales o cuotas partidistas.
Entre el gabinete económico y el social hay abismales diferencias. En el primero, Calderón tuvo el tino de elegir, nos guste o no, a personas con una reconocida capacidad profesional y técnica, expertos en su materia, salvo, por supuesto, las excepciones de siempre.
Nadie podrá negar que Agustín Carstens, Eduardo Sojo y Luis Téllez poseen una sólida formación técnica y académica, y mucha experiencia en el sector público. Que sean tecnócratas, apasionados de la libre empresa y ajenos a las preocupaciones sociales, es otro punto a discutir.
Y sí, en efecto, preocupan los antecedentes empresariales de Luis Téllez y el posible conflicto de intereses en que pudiera incurrir, pero eso no le quita validez a su experiencia en el sector económico del gobierno.
Sorprendieron, también, los nombramientos de Javier Lozano en la Secretaría del Trabajo y de Georgina Kessel en Energía. Ninguno tiene antecedentes en las materias en que próximamente habrán de desempeñarse. Pero las prendas académicas y administrativas que se les reconocen nadie las puede negar. A final de cuentas, siempre lo que importa son los resultados.
Pero difícilmente pueden emplearse estos argumentos en el caso de los elegidos para el gabinete social. El perfil de la mayoría de ellos no se corresponde con las necesidades del país.
A casi todos les falta experiencia y conocimientos del área para la que fueron designados. Pero hay dos casos graves, que son los más sintomáticos del ánimo de Calderón para resolver asuntos de pago a lealtades y de cuotas al blanquiazul.
Que Josefina Vázquez Mota vaya a Educación da cuenta de que Felipe no tiene un proyecto claro en ese ámbito. La señora es una mujer respetable, diligente y aplicada en cuanta tarea se le encomienda, y se le reconocen buenos resultados al frente de Sedesol.
Pero en términos curriculares se ve pequeña, ya no digamos frente a Reyes Tamez --que, como científico, goza de reconocimiento pleno en su gremio, dentro y fuera del país--, sino frente a nombres que dieron lustre a la Secretaría de Educación Pública (SEP), como José Vasconcelos, Narciso Bassols y Jaime Torres Bodet. Vaya, incluso frente a políticos que ocuparon el cargo sin tener experiencia en ello, pero de estatura mayor, como Jesús Reyes Heroles y, quiérase o no, de Porfirio Muñoz Ledo.
Queda mucho a deber al país Felipe Calderón con esa designación, que más bien parece –y hay en ello una coincidencia generalizada-- un nombramiento político: fue tan leal con él durante la campaña, enfrentó grillas y ofensas de otros miembros del equipo, se fajó, aguantó todo, y por ello había que darle algo importante, pero que quede claro que no será más parte del equipo íntimo del presidente. No creo, incluso, que la propia Josefina esté satisfecha con el “premio de consolación”.
Un grave retroceso fue la designación de José Ángel Córdoba Villalobos al frente de Salud. Nada que ver, para no ir tan lejos, con Julio Frenk, que algo tendrá que la comunidad médica internacional le ha hecho múltiples reconocimientos, y hasta por una diferencia mínima de votos quedó en segundo lugar en la competencia por dirigir la Organización Mundial de la Salud (OMS).
También en este caso queda mucho a deber Felipe Calderón. Córdoba Villalobos no tiene más currículum que ser médico cirujano por la Universidad de Guanajuato, en donde también estudió una maestría en Administración Pública. Y poco han tenido que ver sus distintos trabajos, ni con la medicina ni con la administración y el impulso de la salud: ha sido diputado federal y presidente del Consejo Electoral de Guanajuato.
De su gris desempeño sólo se recuerda el enfrentamiento que tuvo con Julio Frenk cuando éste promovió la inclusión, en el cuadro básico de medicamentos, a la píldora anticonceptiva “del día siguiente”. No les falta razón a quienes señalan que la inclusión de este hombre fue una concesión a los grupos más conservadores del PAN.
Del resto ni qué decir. Lo único que queda claro es que, además de Educación y Salud, las demás secretarías de Estado: Medio Ambiente (Juan Elvira), Agricultura (Alberto Cárdenas) y Reforma Agraria (Abelardo Escobar) tampoco son prioritarias para Calderón.
Quizá se salve un poco Desarrollo Social, pues al menos la formación académica de Beatriz Zavala –antropóloga social por la Universidad Autónoma de Yucatán y maestra en Sociología por la Universidad de Kentucky-- deja ver que no le son ajenos los temas relacionados con la marginación social.
Aunque, como los demás –a excepción de Cárdenas, que fue gobernador de Jalisco y secretario del Medio Ambiente, y de Vázquez Mota, que ya fue titular de Desarrollo Social--, en su vida ha tenido la experiencia administrativa, ni la experiencia profesional en el ramo, que le den las tablas necesarias para hacer frente a su nueva encomienda.
Pero como siempre pasa, habrá que dar el beneficio de la duda en todos los casos. No es, por supuesto, que alguien llega a un cargo de esa magnitud sin saber gran cosa del trabajo que en el futuro desarrollarán.
Insisto: Felipe deja mucho que desear y queda a deber mucho con esos nombramientos.
Comentarios: cgacosta@proceso.com.mx
Gabinete social, el pago de lealtades
Carlos Acosta Córdova
México, D.F., 24 de noviembre (apro).- Si algunas sorpresas y preocupaciones causó el panista Felipe Calderón con los nombres que eligió para conformar su equipo económico, ahora al definir al denominado “gabinete social”, no sólo provocó una gran decepción, sino incurrió en contradicciones y dejó en claro que mentía cuando hablaba de que sería una prioridad de su gobierno la atención de los graves problemas y rezagos del país, particularmente el abatimiento de la pobreza extrema.
Una vez conocidos los hombres y mujeres del “gabinete social”, la pregunta que todo mundo se hizo fue, ¿en realidad le preocupan los rezagos sociales a Felipe? Porque la mayoría de los nombramientos obedecieron, sin duda, al pago de lealtades y servicios prestados, a cubrir compromisos personales o cuotas partidistas.
Entre el gabinete económico y el social hay abismales diferencias. En el primero, Calderón tuvo el tino de elegir, nos guste o no, a personas con una reconocida capacidad profesional y técnica, expertos en su materia, salvo, por supuesto, las excepciones de siempre.
Nadie podrá negar que Agustín Carstens, Eduardo Sojo y Luis Téllez poseen una sólida formación técnica y académica, y mucha experiencia en el sector público. Que sean tecnócratas, apasionados de la libre empresa y ajenos a las preocupaciones sociales, es otro punto a discutir.
Y sí, en efecto, preocupan los antecedentes empresariales de Luis Téllez y el posible conflicto de intereses en que pudiera incurrir, pero eso no le quita validez a su experiencia en el sector económico del gobierno.
Sorprendieron, también, los nombramientos de Javier Lozano en la Secretaría del Trabajo y de Georgina Kessel en Energía. Ninguno tiene antecedentes en las materias en que próximamente habrán de desempeñarse. Pero las prendas académicas y administrativas que se les reconocen nadie las puede negar. A final de cuentas, siempre lo que importa son los resultados.
Pero difícilmente pueden emplearse estos argumentos en el caso de los elegidos para el gabinete social. El perfil de la mayoría de ellos no se corresponde con las necesidades del país.
A casi todos les falta experiencia y conocimientos del área para la que fueron designados. Pero hay dos casos graves, que son los más sintomáticos del ánimo de Calderón para resolver asuntos de pago a lealtades y de cuotas al blanquiazul.
Que Josefina Vázquez Mota vaya a Educación da cuenta de que Felipe no tiene un proyecto claro en ese ámbito. La señora es una mujer respetable, diligente y aplicada en cuanta tarea se le encomienda, y se le reconocen buenos resultados al frente de Sedesol.
Pero en términos curriculares se ve pequeña, ya no digamos frente a Reyes Tamez --que, como científico, goza de reconocimiento pleno en su gremio, dentro y fuera del país--, sino frente a nombres que dieron lustre a la Secretaría de Educación Pública (SEP), como José Vasconcelos, Narciso Bassols y Jaime Torres Bodet. Vaya, incluso frente a políticos que ocuparon el cargo sin tener experiencia en ello, pero de estatura mayor, como Jesús Reyes Heroles y, quiérase o no, de Porfirio Muñoz Ledo.
Queda mucho a deber al país Felipe Calderón con esa designación, que más bien parece –y hay en ello una coincidencia generalizada-- un nombramiento político: fue tan leal con él durante la campaña, enfrentó grillas y ofensas de otros miembros del equipo, se fajó, aguantó todo, y por ello había que darle algo importante, pero que quede claro que no será más parte del equipo íntimo del presidente. No creo, incluso, que la propia Josefina esté satisfecha con el “premio de consolación”.
Un grave retroceso fue la designación de José Ángel Córdoba Villalobos al frente de Salud. Nada que ver, para no ir tan lejos, con Julio Frenk, que algo tendrá que la comunidad médica internacional le ha hecho múltiples reconocimientos, y hasta por una diferencia mínima de votos quedó en segundo lugar en la competencia por dirigir la Organización Mundial de la Salud (OMS).
También en este caso queda mucho a deber Felipe Calderón. Córdoba Villalobos no tiene más currículum que ser médico cirujano por la Universidad de Guanajuato, en donde también estudió una maestría en Administración Pública. Y poco han tenido que ver sus distintos trabajos, ni con la medicina ni con la administración y el impulso de la salud: ha sido diputado federal y presidente del Consejo Electoral de Guanajuato.
De su gris desempeño sólo se recuerda el enfrentamiento que tuvo con Julio Frenk cuando éste promovió la inclusión, en el cuadro básico de medicamentos, a la píldora anticonceptiva “del día siguiente”. No les falta razón a quienes señalan que la inclusión de este hombre fue una concesión a los grupos más conservadores del PAN.
Del resto ni qué decir. Lo único que queda claro es que, además de Educación y Salud, las demás secretarías de Estado: Medio Ambiente (Juan Elvira), Agricultura (Alberto Cárdenas) y Reforma Agraria (Abelardo Escobar) tampoco son prioritarias para Calderón.
Quizá se salve un poco Desarrollo Social, pues al menos la formación académica de Beatriz Zavala –antropóloga social por la Universidad Autónoma de Yucatán y maestra en Sociología por la Universidad de Kentucky-- deja ver que no le son ajenos los temas relacionados con la marginación social.
Aunque, como los demás –a excepción de Cárdenas, que fue gobernador de Jalisco y secretario del Medio Ambiente, y de Vázquez Mota, que ya fue titular de Desarrollo Social--, en su vida ha tenido la experiencia administrativa, ni la experiencia profesional en el ramo, que le den las tablas necesarias para hacer frente a su nueva encomienda.
Pero como siempre pasa, habrá que dar el beneficio de la duda en todos los casos. No es, por supuesto, que alguien llega a un cargo de esa magnitud sin saber gran cosa del trabajo que en el futuro desarrollarán.
Insisto: Felipe deja mucho que desear y queda a deber mucho con esos nombramientos.
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