Por F. F. Cuautle desde Nashville.
Una nueva aportación.
En nuestro mundo circundante existe un monstruo llamado estado-transnacionales, que no se preocupa por nuestras necesidades primarias (menos por las mas íntimas) y a su vez nos exige obediencia absoluta. Por lo tanto, se hace necesario experimentar nuevas formas de comprensión y análisis para, de esta forma, entender que, entre ese monstruo y la gente, a la que dirigen fría y calculadoramente, se esconden sus mas grandes defectos que conforman su legado: la desigualdad, la pobreza, la marginación etc. Además, ese monstruo siempre nos quiere dar la cara de que todo marcha bien, de que todo va a mejorar y de que la lucha por un mundo mejor avanza. Estamos ante una fuerza irracional, que lucha contra todo lo que la limite, una fuerza que nos impide relacionarnos humana y conscientemente y nos pide, también, que le seamos fieles a sus inhumanas reglas. Una fuerza que nos ofrece ilusiones, que nos hace creer que nos ayuda a resolver nuestros problemas, cuando en realidad nos lanza a un mundo competitivo en exceso, discriminatorio, y superfluo ciento por ciento, una fuerza conjunta y coludida que nos vende el sueño de que a lo que mas podemos aspirar es a tener un buen empleo, a vivir cómodamente, a poder tener vacaciones alguna vez y a consumir excesivamente lo que podremos pagar medianamente o no podremos pagar nunca. Una fuerza que toma decisiones por nosotros y que nos hace creer que nos consulta en lo fundamental cuando en realidad no nos consulta nada. Pienso que debemos responder a lo anterior a través de la búsqueda constante de nuevas formas de relacionarnos con nuestros semejantes, con nosotros mismos y de entender esa fuerza enajenante que nos corrompe. Estas fórmulas deben partir de una toma de consciencia personal y social, y de responsabilizarnos plenamente de cada uno de nuestros actos.
Hasta pronto.
Una nueva aportación.
En nuestro mundo circundante existe un monstruo llamado estado-transnacionales, que no se preocupa por nuestras necesidades primarias (menos por las mas íntimas) y a su vez nos exige obediencia absoluta. Por lo tanto, se hace necesario experimentar nuevas formas de comprensión y análisis para, de esta forma, entender que, entre ese monstruo y la gente, a la que dirigen fría y calculadoramente, se esconden sus mas grandes defectos que conforman su legado: la desigualdad, la pobreza, la marginación etc. Además, ese monstruo siempre nos quiere dar la cara de que todo marcha bien, de que todo va a mejorar y de que la lucha por un mundo mejor avanza. Estamos ante una fuerza irracional, que lucha contra todo lo que la limite, una fuerza que nos impide relacionarnos humana y conscientemente y nos pide, también, que le seamos fieles a sus inhumanas reglas. Una fuerza que nos ofrece ilusiones, que nos hace creer que nos ayuda a resolver nuestros problemas, cuando en realidad nos lanza a un mundo competitivo en exceso, discriminatorio, y superfluo ciento por ciento, una fuerza conjunta y coludida que nos vende el sueño de que a lo que mas podemos aspirar es a tener un buen empleo, a vivir cómodamente, a poder tener vacaciones alguna vez y a consumir excesivamente lo que podremos pagar medianamente o no podremos pagar nunca. Una fuerza que toma decisiones por nosotros y que nos hace creer que nos consulta en lo fundamental cuando en realidad no nos consulta nada. Pienso que debemos responder a lo anterior a través de la búsqueda constante de nuevas formas de relacionarnos con nuestros semejantes, con nosotros mismos y de entender esa fuerza enajenante que nos corrompe. Estas fórmulas deben partir de una toma de consciencia personal y social, y de responsabilizarnos plenamente de cada uno de nuestros actos.
Hasta pronto.
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