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06 septiembre 2008

La mafia global

Por Alfonso Elizondo

Durante su visita a México, Giuseppe Carlo Merino, experto en mafias internacionales de la Universidad de Palermo, señalaba que el crimen organizado está tan viciado que la decisión del Gobierno de centrarse en la lucha militar no dará resultados positivos si no se acompaña de una estrategia política para tratar de liberar al Estado de la corrupción, que es el elemento primordial de la vida de la mafia, y cuya fortaleza radica en reunir el poder legal y el ilegal.

Decía Merino que la recopilación de los hechos históricos indica que a la mafia no se le combate con métodos mafiosos, ya que el uso de las fuerzas militares suele engendrar injusticias que recaen sobre personas inocentes. La solución tampoco es echar a los mafiosos a las cárceles, ya que éstas son el hábitat idóneo para que se reproduzcan con gran rapidez. Si se encarcela a 100 mafiosos, saldrán mil de la cárcel a reemplazarlos.

Aunque es justo castigar a los mafiosos, se corre el riesgo de reprimir a quienes están obligados por las circunstancias a vivir de la mafia, como los campesinos que cultivan drogas para sobrevivir. Si no se resuelve el problema social del empleo en la economía legal y no se logra la confianza en el sistema de derecho del Estado, muchos se verán obligados a unirse a las mafias.

En México, el narcotráfico se constituyó en una fuerza económica muy importante, por lo que puede disponer de profesionales en finanzas y administración que tienen gran capacidad para mover con acierto sus grandes capitales. Pero sumadas todas las vertientes del crimen organizado, apenas alcanzan a ser el brazo operativo de un poder mafioso más grande que vive a la sombra del poder político.

De acuerdo a lo sucedido en Sicilia, el proceso mafioso nace desde arriba y luego llega hasta la parte baja de la sociedad. Los verdaderos mafiosos de Sicilia eran los grandes terratenientes que utilizaban a los bandidos como fuerza armada encubierta. Si la mafia no se elimina en un país determinado es porque existen altos dirigentes políticos que están interesados en que las cosas sigan igual y forman parte de un grupo social privilegiado.

En México se ataca al crimen organizado, pero no al sistema mafioso, porque es muy probable que éste forme parte del poder público en muchas regiones del País y aun dentro del poder central. Como esta simbiosis entre el poder legal y el ilegal se ha llevado a cabo en forma gradual durante las últimas tres décadas, ahora es muy difícil y peligroso detectar a los mafiosos infiltrados en la estructura del Estado.

El comercio de las drogas y su elaboración es sólo un sector de las actividades económicas de la mafia global. Como ya ha amasado grandes fortunas, su problema real ahora es cómo lavarlas y volverlas a invertir. Las mafias de todo el mundo están mezcladas y forman una sociedad multiétnica que ataca a la economía globalizada. Es el parásito de la globalización y el soporte financiero de muchos países pobres, entre los que se encuentra México.

Para tener una idea de los efectos reales de la lucha contra la droga en México, el Informe Mundial Sobre Drogas de la ONU en el 2008 señala que Colombia ha incautado 181 toneladas de cocaína, Estados Unidos 145, Venezuela 39, Panamá 36, Costa Rica 23 y México 21.

Aunque estas cifras de México confirman la hipótesis de Merino, no puede explicarse que Colombia obtenga mejores resultados que los Estados Unidos; como tampoco puede explicarse que a pesar del enorme presupuesto para combatir la droga, el mercado estadounidense vaya en aumento y su alto precio le permita enorme rentabilidad a ese sector de la economía.

Una posible explicación es que el Gobierno de los Estados Unidos no quiera renunciar a los enormes ingresos fiscales que genera una actividad que no causa problemas políticos ni en el erario.

Fuente: El Norte / Grupo REFORMA

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