Por Enrique Cisneros Luján
Porfirio Muñoz Ledo con todo el colmillo político que tiene visualiza que Felipe Calderón está tan débil que puede ser derrocado. Antes de que esta propuesta se generalice, el expriista, excuauhtemista, exparmista, ex funcionario foxista y ahora proclive lopezobradorista, lanzó la iniciativa de promover la remoción legaloide del actual habitante de los Pinos.
Esto ha generado recientes dimes y diretes empezando por contestaciones ridículas del espurio Calderón.
Las renuncias de presidentes no es nuevo en América Latina, por el contrario, en épocas recientes se ha dado de manera intensa en varios países como Ecuador, Bolivia y Argentina.
En estos países las renuncias han ido acompañadas de sendas movilizaciones populares que han posibilitado algunos cambios políticos, aunque también esas experiencias muestran que no basta con que renuncien funcionarios cuando van acompañadas del clásico “quítate tú para ponerme yo” o como diría Flores Magón, tan solo cambiar de verdugo.
Nada cambiará de raíz si renuncia Calderón y entra Beltrones por ejemplo, inclusive si entra Porfirio o López Obrador. Lo importante en este tipo de enroques políticos es que avance la organización popular y que como decían los piqueteros argentinos: ¡qué se vayan todos!
Que se vayan todos los politiqueros que sólo tienen en mente tumbar al que está en la silla para sentarse ellos. Y uno de los mejores especialistas en esos enroques es ni nada más ni nada menos que Porfirio Muñoz Ledo.
Con esto no afirmamos que es incorrecto dar un paso de ofensiva política, aprovechando la debilidad de Calderón para exigir su renuncia, pero esto implica no marchar atrás de los Porfirios y conformarse con la idea de que todo se va arreglar con la remoción. No. Aprovechemos las contradicciones interburguesas y avancemos en lo que los teóricos llaman trabajar para forjar las condiciones subjetivas revolucionarias, o sea, la toma de conciencia y la construcción de organización.
Pensarlo así sería contradecirnos, no hay que olvidar que en el sexenio pasado la OPC-CLETA fue de las pocas organizaciones que desde la entrada de Vicente Fox al poder planteamos exigir su renuncia, inclusive organizamos el MARF: Movimiento Antirreleccionista y por la Renuncia de Vicente Fox ¿Recuerdan que el de las botas planteó la posibilidad de la reelección presidencial, empezando por la de los diputados y senadores?
Y no sólo hicimos declaraciones sino que en el sexenio pasado cada 2 de julio la OPC-CLETA organizó sendas actividades en el Ángel de la Independencia, pero desde ese tiempo dejamos claro que la renuncia de un funcionario por si misma no deja nada si no va acompañada de acción y organización popular.
En Bolivia la caída de presidentes le abrió el camino a Evo Morales para tomar el poder formal acompañado de grandes movilizaciones populares. Lo mismo sucedió en Ecuador y un tanto en Argentina, aunque aquí el proceso de recuperación burgués fue más eficiente.
La mayoría de los presidentes abiertamente neoliberales como Calderón en México o Uribe de Colombia enfrentan un gran desprestigio y pueden caer, pues sus apoyos imperialistas, empezando por George Bush se encuentran en franca debacle. Sin embargo, no se trata de cambiar de verdugo sino de aprovechar las contradicciones que se deriven de este debilitamiento para construir poder popular y con la movilización de los trabajadores avanzar en el control de territorio y la formación de un poder popular real.
Por ello no es descabellado plantear ¡qué se vayan todos! consigna que prenderá entre millones de mexicanos que de verdad están hartos de tanta politiquería barata.
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