Me pareció absurdo el espacio y el tiempo que dedicaron los medios -la BBC incluida- al proceso de elecciones primarias para la presidencia de Estados Unidos.
Fue un espectáculo que duró para siempre, y en el que no hubo ni ha habido ideas ni debate abierto sino declaraciones que se acomodan a los titulares y a los horarios de transmisión. Y mentiras, rumores y calumnias.
Pero como todos hablan sobre Barack Obama yo también hablo sobre Barack Obama, aunque no sea sobre el discurso que marcó su candidatura el jueves.
Lo que me interesa es la política exterior.
No sé qué pensar. No sé qué pensara Obama ahora que Rusia volvió a ser lo que era, pero en julio del año pasado estaba a favor de la expansión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y le exigía a Moscú que trabajara de manera constructiva para lograr la paz en los Balcanes.
Sin embargo, lo más probable es que un triunfo de Obama no cambiaría de manera significativa la política exterior de Estados Unidos, porque el gobierno de George Bush ya tomó decisiones sobre asuntos que se producirán cuando el texano ya haya dejado la presidencia, como la retirada de tropas de Irak.
América Latina
Sobre América Latina se sabe poco. El candidato demócrata ha dicho que no piensa apoyar ni promover el libre comercio de antes o de ahora si el continente no garantiza un alto grado de protección a los trabajadores y al medio ambiente, y hay versiones sobre cosas que tal vez dijo o que tal vez piensa en privado respecto del acuerdo con México y Canadá.
Uno también sabe que Obama piensa que Washington no ha ofrecido una visión atractiva al resto sur del Continente, y que eso ha creado un vacío de poder que han aprovechado los demagogos para promover una agenda antiestadounidense.
Quién sabe qué pasó con su oferta de reunirse incondicionalmente con Raúl Castro. Sabemos que sigue pensando permitir que los cubanos de Estados Unidos viajen a la isla, y levantar las restricciones a los envíos de dinero.
Quién sabe qué pasó con su oferta de reunirse incondicionalmente con Hugo Chávez. Después de todo, Estados Unidos es el principal socio comercial de Venezuela (Caracas exportó al norte más de cuarenta mil millones de dólares el año pasado y es uno de los mercados más importantes en América del Sur).
Y sobre todo quién sabe si el establecimiento diplomático de Estados Unidos se va a interesar en América Latina como para trabajar de manera conjunta para la seguridad en materia energética, promover las oportunidades para los más necesitados, y hacer frente a la violencia.
Los más escépticos piensan que la atención de Washington pasó ocho años en otras partes del mundo, y que tiene además la perspectiva de un nuevo enfrentamiento con un antiguo enemigo.
Ya se analizó todo
Lo que me ha divertido es que algunos medios de Estados Unidos han llegado al punto en que contratan a expertos en lenguaje corporal para que interpreten los gestos y los ademanes de los políticos.
Hay medios que comisionan encuestas para ver cuántos votarían por un candidato si fuera más delgado o más alto o más joven o más viejo y más estadounidense que el otro. Hay comentaristas que repiten infundios. Hay especialistas en la forma de vestir de las esposas de los candidatos.
Hay encuestas sobre todas las cosas. Ya se ha analizado todo pero no se sabe más.
Reivindicación de la demagogia
Lo que me apena es ver otra vez la viga en el ojo ajeno.
Mal que bien, los demagogos a los que se refiere Obama son mandatarios elegidos una o varias veces. Como cualquier otro político, ofrecen lo que quieren y hacen lo que pueden cuando llegan al poder.
La Academia explica que la demagogia es una degeneración de la democracia que consiste en que los políticos usen concesiones y halagos a los sentimientos de los ciudadanos para conseguir el poder o conservarlo.
Si gana las elecciones, el presidente Obama aceptará pronto que la demagogia no es una degeneración de la democracia sino la condición de los políticos. Y los medios se olvidarán de lo que dijo.
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