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23 diciembre 2006

Como un ángel a mi vida

Yo conocí de manera muy chistosa a un joven de la ciudad de México, que desde el primer instante mostró caballerosidad, fue porque le cedió el asiento a una anciana cuando él iba cómodamente de lentes oscuros escuchando música, lo recuerdo bien. Yo regresaba de una entrevista fracasada para obtener empleo, no me sirve de nada ser Licenciada en Administración de empresas, no al menos en esta sociedad -así pensaba en ese entonces-.

A pesar de su seriedad percibí a un muchacho inteligente y alegre, que le da un sentido en particular la vida y recuerdo que me dijo cuando sintió mi extrañeza por que le cedió su asiento a una anciana: “así quiero ser tratado de grande”. Y admito que era más fácil que yo cediera el lugar que lo hiciera él por como íbamos sentados. Ese episodio fue el inicio de una fascinante amistad.

Siempre fundamentó su buena acción en lo que “le enseñaron desde pequeño en la iglesia”, es un chico poco común porque habla mucho de Dios pero no es religioso, cita tantas cosas de la Biblia pero no aburre sino que te envuelve en su mundo. La verdad alguna vez llegó a hacerme bostezar pero no tanto de que me dieran “hueva” sus pláticas sino que me dejaba prácticamente sin nada que decir y me sentía mal de no poderle seguir la conversación. Pero su conocimiento me enriqueció y cambie en algunos aspectos.

Ante el mundo globalizado, la sociedad tan enredada y mi existir siendo un caos él cayó como un ángel a mi vida, el estudiando se daba tiempo para darle seguimiento a la amistad, desinteresado y caballero como siempre. Sino era vernos, sí charlábamos largas horas por teléfono y en una ocasión me platico que cambiaría su página personal en Internet para apoyar a un señor llamado Andrés Manuel López Obrador. Cuando salió de este chico político decírmelo fue que supe que AMLO y el Peje eran la misma persona.

Mi interés por la política era nulo, si acaso les echaba la culpa de todas mis desgracias laborales, es más ni quería votar el domingo 2 de julio y más que en esos días como llovía, la sugerencia de mi subconsciente era seguir mi vida sin hacer caso de la elección presidencial. Finalmente si voté pero en verdad solo por López Obrador y porque mi amigo me motivo a hacerlo. Cuando por mi cuenta conocí el proyecto de nación, le di más sentido a lo que me decía y algo en mi mente se sacudió. Sabía que el Peje daba ayuda a los viejitos pero no sabía que de presidente lo haría con todos los del país, entre otros puntos como el tren bala se me hizo fabulosa idea.

Eso de POR EL BIEN DE TODOS PRIMERO LOS POBRES me engancho días después de la elección y cuando mi amigo me llamó enfadado y me dijo que hubo fraude le creí, es de los que siempre hablan con honestidad. Me contaba de un sitio suyo en Internet, de los lectores que escribían a su correo y llegue a ver las decenas y decenas de fotos de sabanas de las elecciones y comprobar por mi misma que sí, efectivamente algo andaba mal en las elecciones. De ser Licenciada en Administración me volví toda una politóloga.

Mi indiferencia si hizo total interés en informarme y más adelante poner mi parte. Fui invita a un “blog” a “postear”, dos términos muy ajenos a mi mundo pero que hoy extraño. Pude estar en algunos días del plantón y viví a lado de mi gran amigo el histórico 16 de septiembre, donde se nombró presidente de México a López Obrador. Sin importar la lluvia y los regaños de mis padres allí estuvimos. Una complicación en la salud de mi madre nos hizo mudarnos de ciudad y ahora estoy algo retirada de la Pejépolis, pero mi vida ya no es la de antes y esas experiencias son inolvidables porque te hacen sentirte valiosa y más viva que nada.

Fui mucho tiempo adicta a los churrumais pero ahora tanto mi salud física como mental andan bien, no como porquerías, sigo los consejos de un buen amigo al cual admiro y respeto y que desde aquí donde estoy le agradezco todo lo que me ha enseñado y le agradezco ser atento a mis jalones de orejas que le doy, porque también en medio de sus problemas debe ser tantito egoísta para no lastimarse. No hoy en la Navidad sino siempre en mi corazón le deseo a él, a su familia, amigos y lectores lo mejor de la vida.

Samuel gracias por existir, recibe un abrazo ¡Y bendito sea Dios que vas a descansar, te lo mereces, TE QUIERO MUCHO!

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