Por: Julio Pomar
Más pronto de lo que emitió su mensaje de extorsión, fue Larrea Mota Velasco por la respuesta. Y una respuesta muy dura. En las filas del sindicato minero nadie se engañó ni dejó de darse cuenta que su aviso de que Grupo México dejará de invertir en nuestro país, se trata de un vil chantaje, dirigido al gobierno para intimidar a los trabajadores mineros. Y al respecto, interpretando ese sentir internamente generalizado, el Sindicato Nacional de Mineros emitió un comunicado -duro, firme, con argumentos acerados- contra el juego que se trae Germán Larrea Mota Velasco, principal mandamás del llamado Grupo México.
Dijo éste que dejará de invertir en sus minas de México porque las huelgas “irresponsables” -así las calificó él, el paradigma de la responsabilidad- que los trabajadores le tienen establecidas en tres minas, lo obligan a invertir en otra parte, en este caso en Perú, donde el arrogante empresario tiene una sucursal, llamada Southern Copper Corporation, y donde curiosamente también los mineros hoy están en huelga en cuatro centros de trabajo, por la misma inseguridad industrial con que opera en México. La real irresponsabilidad empresarial de Larrea se advierte, sin ir más lejos, en los nulos sistemas de seguridad establecidos en las minas a él concesionadas, que han provocado decenas de accidentes y muertes, como el caso de Pasta de Conchos, y tienen en verdadero peligro a todos los mineros, incluso los peruanos.
Este aviso, que el Sindicato Minero calificó como “de perverso corte chantajista”, lo dio Grupo México hace dos días a través de algún periódico afín a ellos, o simplemente “cliente”, a la vez que se cocinaba en la Secretaría del Trabajo la “toma de nota” a favor de un sindicato de papel, con el que pretende Larrea oponerse al Nacional que encabeza Napoleón Gómez Urrutia y hasta para destruirlo, según su evidente megalomanía. Un sindicato de papel que apenas pudo reunir al mínimo de miembros que la Ley del Trabajo exige (un poco más de 80 personas) y que cuenta con una experiencia de lucha tan larga como ¡tres meses!, frente a los cerca de 300 mil trabajadores que agrupa el Sindicato Nacional de Mineros y los 73 años de combate obrero que ya acumula el combativo y recio organismo sindical de los mineros, los metalúrgicos y los siderúrgicos mexicanos. Este jueves 25 la STPS, fiel a la voz del amo -como el perrito de la RCA Víctor, que no tiene la culpa de parecerse a las autoridades laborales- dio la “toma de nota” a ese sindicatito de papel.
O sea, mientras Grupo México avisa -chantajea- con que se va de México a Perú, porque las huelgas lo tienen azogado, le tuerce el brazo a la autoridad laboral para que reconozca a ese nuevo sindicato, que sólo pudo alcanzar a representar a 80 esquiroles, después de “gloriosos” y “libres” recuentos sindicales, donde los trabajadores de ocho secciones fueron obligados, hace unas semanas, a apoyar la creación del papelero sindicato, mediante previo secuestro y el uso de la fuerza publica y la complicidad de las autoridades laborales y de los estados donde se efectuaron dichos “recuentos”, que sólo fueron siniestros cuentos de una autonomía sindical negada por la fuerza y la triquiñuela a los propios trabajadores.
“Que se lleve su dinero manchado de sangre minera a donde quiera, porque las minas son propiedad de la Nación”, le dijo a Larrea el secretario de Asuntos Políticos del Sindicato Nacional de Mineros, Carlos Pavón Campos. “México no necesita de empresarios asesinos, represivos e inmorales”, añadió el dirigente sindical. Por insólita ocasión en su ya larga lucha, el Sindicato expresó que hay empresarios “nacionalistas y socialmente responsables, respetuosos de las vidas de los trabajadores mineros, de la vida sindical y de sus dirigentes legalmente elegidos por los trabajadores”. Y dio nombres: “”Existen muchos de ellos, como Carlos Slim, de Grupo FRISCO; Alberto Bailleres, de Grupo Peñoles; José Antonio Rivero Larrea, de Minera Autlán; Alonso Ancira Elizondo, de Grupo Acerero del Norte, y extranjeros como Arcelor Mittal, los de Bombardier, Komatsu y Molymex”, que son “inversionistas nacionales o extranjeros gustosos de invertir en nuestro país, que cuenta con un gran potencial minero”.
Exhortaron los mineros: “El gobierno del presidente Felipe Calderón no debe dejarse extorsionar por este empresario inmoral (Larrea), que se lleve su dinero cochino, las minas y plantas son patrimonio nacional, de todos los mexicanos”. Huelga decir que hay poca confianza en que Calderón responda positivamente a este exhorto, habida cuenta de la forma en que su secretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón, ha sido cómplice del Grupo México. Pero se le exhortó.
No se quedó ahí el Sindicato en su requisitoria contra Larrea que chantajea. Fue al fondo. La verdad, dijo, es que Grupo México se lleva inversiones a Perú, no por problemas sindicales, sino por una estrategia financiera, debida a la crisis hipotecaria en Estados Unidos que supondrá disminuciones en la construcción de casas y, por lógica, un menor consumo de cobre en ese país. Y concomitantemente debida, también, a que las unidades peruanas de Grupo México exportan a China, gran demandante de cobre y país que lleva varios años creciendo en su economía a un 10% anual. No hay tal conflicto sindical en México que ahuyente sus capitales hacia Perú, sino una maniobra tramposa, una vez más, para chantajear al gobierno y tratar de amedrentar a los trabajadores.
El rechazo que en días pasados sufrió Grupo México por parte de los medios que cubren las informaciones del conflicto minero, es indicativo de que sólo pagando espacios y plumas o conciencias, es como ese grupo empresarial heliogábalo puede hacer funcionar su política de “prensa”. No acudieron los reporteros a una conferencia convocada por la empresa minera. Cuando hasta los medios rehuyen el contacto con los empleados de Larrea Mota Velasco, es que éstos ya no las tienen todas consigo. Por eso chantajean, por eso extorsionan, por eso empinan a la STPS a reconocer al nuevo “sindicato de papel”, recursos de la desesperación y la derrota legal.
Más pronto de lo que emitió su mensaje de extorsión, fue Larrea Mota Velasco por la respuesta. Y una respuesta muy dura. En las filas del sindicato minero nadie se engañó ni dejó de darse cuenta que su aviso de que Grupo México dejará de invertir en nuestro país, se trata de un vil chantaje, dirigido al gobierno para intimidar a los trabajadores mineros. Y al respecto, interpretando ese sentir internamente generalizado, el Sindicato Nacional de Mineros emitió un comunicado -duro, firme, con argumentos acerados- contra el juego que se trae Germán Larrea Mota Velasco, principal mandamás del llamado Grupo México.
Dijo éste que dejará de invertir en sus minas de México porque las huelgas “irresponsables” -así las calificó él, el paradigma de la responsabilidad- que los trabajadores le tienen establecidas en tres minas, lo obligan a invertir en otra parte, en este caso en Perú, donde el arrogante empresario tiene una sucursal, llamada Southern Copper Corporation, y donde curiosamente también los mineros hoy están en huelga en cuatro centros de trabajo, por la misma inseguridad industrial con que opera en México. La real irresponsabilidad empresarial de Larrea se advierte, sin ir más lejos, en los nulos sistemas de seguridad establecidos en las minas a él concesionadas, que han provocado decenas de accidentes y muertes, como el caso de Pasta de Conchos, y tienen en verdadero peligro a todos los mineros, incluso los peruanos.
Este aviso, que el Sindicato Minero calificó como “de perverso corte chantajista”, lo dio Grupo México hace dos días a través de algún periódico afín a ellos, o simplemente “cliente”, a la vez que se cocinaba en la Secretaría del Trabajo la “toma de nota” a favor de un sindicato de papel, con el que pretende Larrea oponerse al Nacional que encabeza Napoleón Gómez Urrutia y hasta para destruirlo, según su evidente megalomanía. Un sindicato de papel que apenas pudo reunir al mínimo de miembros que la Ley del Trabajo exige (un poco más de 80 personas) y que cuenta con una experiencia de lucha tan larga como ¡tres meses!, frente a los cerca de 300 mil trabajadores que agrupa el Sindicato Nacional de Mineros y los 73 años de combate obrero que ya acumula el combativo y recio organismo sindical de los mineros, los metalúrgicos y los siderúrgicos mexicanos. Este jueves 25 la STPS, fiel a la voz del amo -como el perrito de la RCA Víctor, que no tiene la culpa de parecerse a las autoridades laborales- dio la “toma de nota” a ese sindicatito de papel.
O sea, mientras Grupo México avisa -chantajea- con que se va de México a Perú, porque las huelgas lo tienen azogado, le tuerce el brazo a la autoridad laboral para que reconozca a ese nuevo sindicato, que sólo pudo alcanzar a representar a 80 esquiroles, después de “gloriosos” y “libres” recuentos sindicales, donde los trabajadores de ocho secciones fueron obligados, hace unas semanas, a apoyar la creación del papelero sindicato, mediante previo secuestro y el uso de la fuerza publica y la complicidad de las autoridades laborales y de los estados donde se efectuaron dichos “recuentos”, que sólo fueron siniestros cuentos de una autonomía sindical negada por la fuerza y la triquiñuela a los propios trabajadores.
“Que se lleve su dinero manchado de sangre minera a donde quiera, porque las minas son propiedad de la Nación”, le dijo a Larrea el secretario de Asuntos Políticos del Sindicato Nacional de Mineros, Carlos Pavón Campos. “México no necesita de empresarios asesinos, represivos e inmorales”, añadió el dirigente sindical. Por insólita ocasión en su ya larga lucha, el Sindicato expresó que hay empresarios “nacionalistas y socialmente responsables, respetuosos de las vidas de los trabajadores mineros, de la vida sindical y de sus dirigentes legalmente elegidos por los trabajadores”. Y dio nombres: “”Existen muchos de ellos, como Carlos Slim, de Grupo FRISCO; Alberto Bailleres, de Grupo Peñoles; José Antonio Rivero Larrea, de Minera Autlán; Alonso Ancira Elizondo, de Grupo Acerero del Norte, y extranjeros como Arcelor Mittal, los de Bombardier, Komatsu y Molymex”, que son “inversionistas nacionales o extranjeros gustosos de invertir en nuestro país, que cuenta con un gran potencial minero”.
Exhortaron los mineros: “El gobierno del presidente Felipe Calderón no debe dejarse extorsionar por este empresario inmoral (Larrea), que se lleve su dinero cochino, las minas y plantas son patrimonio nacional, de todos los mexicanos”. Huelga decir que hay poca confianza en que Calderón responda positivamente a este exhorto, habida cuenta de la forma en que su secretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón, ha sido cómplice del Grupo México. Pero se le exhortó.
No se quedó ahí el Sindicato en su requisitoria contra Larrea que chantajea. Fue al fondo. La verdad, dijo, es que Grupo México se lleva inversiones a Perú, no por problemas sindicales, sino por una estrategia financiera, debida a la crisis hipotecaria en Estados Unidos que supondrá disminuciones en la construcción de casas y, por lógica, un menor consumo de cobre en ese país. Y concomitantemente debida, también, a que las unidades peruanas de Grupo México exportan a China, gran demandante de cobre y país que lleva varios años creciendo en su economía a un 10% anual. No hay tal conflicto sindical en México que ahuyente sus capitales hacia Perú, sino una maniobra tramposa, una vez más, para chantajear al gobierno y tratar de amedrentar a los trabajadores.
El rechazo que en días pasados sufrió Grupo México por parte de los medios que cubren las informaciones del conflicto minero, es indicativo de que sólo pagando espacios y plumas o conciencias, es como ese grupo empresarial heliogábalo puede hacer funcionar su política de “prensa”. No acudieron los reporteros a una conferencia convocada por la empresa minera. Cuando hasta los medios rehuyen el contacto con los empleados de Larrea Mota Velasco, es que éstos ya no las tienen todas consigo. Por eso chantajean, por eso extorsionan, por eso empinan a la STPS a reconocer al nuevo “sindicato de papel”, recursos de la desesperación y la derrota legal.
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