
Por Enrique Cisneros
Jugándole a los torturadores “malos” (PRI y PAN) y a los torturadores “buenos” (PRD y la chiquillada), todo se prepara para que los “malos” impongan un estado policíaco con perspectivas fascistas y los “buenos”, un gobierno parlamentario donde el presidente sea decorativo, pero que el poder no lo ejerza el pueblo sino los tres partidos políticos grandes, que fingirán alternancia pero que finalmente se pondrían de acuerdo en el reaparto del botín.
Este es el futuro que la clase dominante tienen preparado para México como perspectiva de mediano plazo.
Todo apunta para allá: por un lado Felipe Calderón envía al Congreso una iniciativa judicial inquisitorial en la que entre otras violaciones a las garantías individuales, los cuerpos policíacos pueden allanar domicilios sin orden judicial, tan sólo por la presunción de que allí haya un delincuente, medida que ya fue aprobada “en lo general” por 336 votos a favor, 53 en contra y ocho abstenciones; o sea los del PRI, los del PAN y un grupo de perredistas.
Por otra parte los partidos terminaron poniéndose de acuerdo para sustituir a los tres integrantes del IFE, por uno cercano al PAN, otro al PRD y el tercero afín al PRI. Esto, después de desechar a medio millar de aspirantes donde había una buena cantidad de candidatos que tienen un gran prestigio y que no están ligados a ningún partido político oficial.
Decimos que torturador bueno y malo pues en las sesiones de tortura policial hay de dos tipos de torturadores: uno es el asesino, el carnicero, el que despedaza (afloja) a su víctima con la violencia física; cuando ese ya hizo su trabajo entra en acción el segundo, el que se finge bueno, que dice que a él no le gusta hacer esas cosas y habla mal del torturador que le antecedió. Ese le pide por las buenas al torturado que coopere, a cambio de hablar con el malo para que ya no lo sacrifique físicamente. Ambos tienen el mismo objetivo pero con métodos diferentes.
Eso es lo que está sucediendo en la política mexicana: mientras Calderón firma el Plan México y permite que los yanquis tomen el control del país, mientras con el pretexto de la lucha contra el narcotráfico legaliza al estado represor, los partidos políticos critican al espurio, al ilegitimo, al profascista, pero van sentando las bases para controlar todo el poder político.
Cuando sea necesario cerrarán la pinza, inclusive mandando al basurero a Calderón y permitiendo nuevas elecciones donde pueden darle la silla hasta a López Obrador, siendo ellos los que nombrarían a un Primer Ministro quien realmente sería el que tendría el poder político. Cuando éste Primer Ministro ya no les sirva a la partidocracia, nombrarán a otro, poniéndose de acuerdo, de la misma manera en que ahora convinieron para nombrar a los nuevos integrantes del IFE. Y el que se oponga a sus decisiones le aplicarán la represión legalizada.
Esta nueva tranzada política sólo es posible frenarla con la organización popular. No hay de otra.
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