Tiraron la Piedra y Escondieron la Mano
Tratando a todos los feligreses como si estuvieran entrando a un Penal, con la presencia de un fuerte dispositivo policíaco y un exhaustiva revisión de todos los asistentes a la Catedral que portaran alguna mochila o bolsa, a ocho días de haber provocado a los manifestantes en plena asamblea de la Convención Nacional Democrática que se encontraban en el Zócalo capitalino y después haberse hecho los ofendidos, la Arquidiócesis de México dio por concluido el “agravio” (sic) y reabrió las puertas de la catedral capitalina.
Con la misma mano que escondieron después de haber arrojado la piedra, el obispo auxiliar, Antonio Ortega, ofició misa, el prelado señaló que no existen rencores hacia los perredistas, quienes, añadió, tienen abiertas las puertas del recinto. Sin embargo sin miramientos de ningún tipo, las medidas de seguridad fueron aplicadas a todos los que pretendieron ingresar a la iglesia: los bolsos, mochilas y cualquier bulto fueron inspeccionados visualmente y sus propietarios “exhortados” a obedecer las medidas policíacas o a retirarse.
Pero aún no conformes con la custodia permanente (las 24 horas) al inmueble, a cargo de 46 elementos de la Policía Bancaria e Industrial y cuatro unidades móviles de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) capitalina en conferencia de prensa ofrecida en el interior del templo, el Colegio de Abogados Católicos de México y la SSP del Distrito Federal adelantaron que como parte de las acciones de vigilancia aún está pendiente un acuerdo de seguridad, que está en revisión por diversas autoridades, “en el que se ampliarán las medidas anunciadas y quedarán establecidas de manera definitiva”.
Por ello, tomando como pretexto el “garantizar la libertad de culto” a partir del lunes serán instaladas 30 videocámaras para monitorear las actividades en el recinto histórico y su entorno: 20 serán colocadas dentro del inmueble y 10 afuera.
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