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05 diciembre 2007

PRODUCE DOLOR LA DERROTA DE VENEZUELA, PERO HAY QUE SEGUIR

Pedro Echeverría V.

1. Acabo de leer tres artículos de reflexión acerca de los últimos sucesos de Venezuela enviados a mi correo por los compañeros del PRT trotskista de México. Los autores firmantes de sendos trabajos sobre Venezuela son Guillermo Almeyra, Heinz Dieterich y Javier Biardeau. Mi artículo de ayer, con menores elementos, fue menos crítico y más esperanzador. Lo enfoqué esencialmente contra el enorme poder económico y militar del imperio estadounidense. Debo reconocer que los tres trabajos antes citados, me han ayudado a asumir una actitud más reflexiva y crítica acerca de los resultados de las elecciones del domingo pasado en ese país. Al mismo tiempo me han hecho reflexionar nuevamente en las estrategias que deben analizar las izquierdas para enfrentar el poderío de los gobiernos norteamericanos y las poderosas burguesías de cada país que durante más de un siglo han impedido que con sus luchas los pueblos alcancen su liberación.

2. La realidad es que en las luchas sociales debemos ser optimistas, pero al mismo tiempo ser muy objetivos y críticos en las acciones que realizamos y en el balance de nuestras batallas. No podemos festejar triunfos y hablar de avances cuando hemos sido derrotados y nuestras luchas caminan hacia atrás. Nuestras contingentes crecen, pero muchas veces los seguidores del poder cada vez son más en número y fortaleza. Los pueblos de América Latina y sus luchas se han fortalecido, pero las fuerzas del capitalismo internacional quizá lo han hecho mucho más. En los años sesenta y setenta Cuba estaba sola, hoy alrededor de seis o siete países del continente se enfrentan de alguna manera al imperialismo. Pero no puede haber lugar para el gran optimismo olvidando que los tentáculos de los más poderosos países han penetrado por todas partes. Sigamos imponiendo voluntad, pero también objetividad para evitar derrotas.

3. Los pueblos y gobiernos de Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Cuba, siguen siendo experiencias antiimperialistas esperanzadoras. La derrota electoral de Hugo Chávez y la difícil situación que atraviesa el gobierno de Evo Morales en Bolivia, en vez de desanimar a la izquierda debe incrementar el apoyo a esos procesos que, por ahora, son los que tienen que darnos más fuerza. Obviamente Chávez y sus más cercanos colaboradores tienen la obligación de ser profundos autocríticos para comprender lo sucedido, para entender que quizá se quería ir muy rápido y con una confianza total. Sin embargo, como Mao dijera alguna vez, “hasta de las derrotas políticas se puede aprender”. Mientras el gobierno yanqui y los grandes empresarios venezolanos afilan sus cuchillos y cañones buscando asesinar al pueblo, los verdaderos socialistas, los luchadores sociales conscientes, deben estar alertas para frenarlos.

4. Aunque el gobierno estadounidense tiene la suficiente fuerza militar y nuclear para aplastar a un país, como sucedió recientemente en Afganistán e Iraq, no debe olvidarse que a pesar de invadir a Cuba en 1961 no pudo acabar con ella por la gran resistencia de su pueblo y por el apoyo de la opinión pública internacional. Dado que no pudo EEUU por esa vía, lo que hizo el gobierno yanqui fue ordenar a todos los países satélites que rompieran relaciones con Cuba y evitaran comercio alguno con ella, para “matarla de hambre”. El cerco comercial imperialista ha estado presente 46 años, pero Cuba, “rascándose con sus propias uñas”, siguió siendo el “territorio libre de América”. Si Cuba en otras condiciones y circunstancias no fue derrotada, debemos mantener la enorme esperanza y la solidaridad para hacer que Venezuela, Bolivia y demás países conserven su posición de independencia con respecto al imperialismo mundial agresor.

5. El socialismo sólo podrá construirse desde abajo, con las organizaciones sociales y ejerciendo éstas el poder directo. Las elecciones burguesas, basadas en determinaciones individuales, casi nada tienen que ver. Pero, desafortunamente, llevamos 90 años (desde el triunfo de la Revolución rusa) sin conocer ese socialismo en que el poder directo de los trabajadores, desde abajo, sea determinante. Al parecer se ha convertido en otra esperanza. Las burguesías y el imperialismo han sido suficientemente fuertes y sagaces para impedir (usando la mediatización y la represión) que los pueblos adquieran conciencia, se organicen desde abajo e implanten la sociedad autogestiva que impida y aleje el poder centralizado o burocrático de los de arriba. Si bien los sistemas económicos de dominación de las minorías han ocupado siglos para imponerse y desarrollarse, el socialismo (como poder de las mayorías) aún no asoma en el panorama.

6. El socialismo no puede darse por decreto, como sucedió desde 1917; tampoco debe aceptarse el mote de “socialista” a un país o una serie de naciones por el hecho de ser calificados así por la ONU y demás organismos. El socialismo es “un sistema” o “una etapa de transición” que avanza hacia la desaparición del trabajo asalariado y del poder centralizado. La toma del poder por los trabajadores (no del partido) sólo da inicio a un proceso de construcción para sentar ciertas bases y avanzar hacia ese objetivo. Pero el problema no parece ser tanto el “qué” sino el “cómo”. Hemos denunciado hasta la saciedad la explotación y opresión capitalista, el papel ideológico de los medios de información y la brutal represión de los órganos de Estado. Pero la gran pregunta es: ¿Cómo lograr avances reales medibles en el tiempo? En los últimos 90 años las luchas de los trabajadores se han incrementado, pero aún no conocemos el socialismo.

7. Sin meterme en esta ocasión a analizar revoluciones burguesas y sociedades capitalistas que han cumplido su papel histórico de acumular enormes riquezas y poder en manos de un puñado de familias, debo decir que he visto por el lado de la izquierda ( al menos desde fines del siglo XIX) que la socialdemocracia, sus elecciones y parlamentarismo, sólo han servido para lograr un mínimo de reformas al capitalismo que, en vez de debilitarlo, han contribuido a fortalecerlo. Hemos observado revoluciones autoproclamadas socialistas que han terminado recorriendo el camino capitalista y experiencia autogestivas breves como la comuna de París. Pero el socialismo construido desde abajo no aparece. Por eso experiencias como las que se aportan en Venezuela, Bolivia y Ecuador deben ser tomadas en cuenta como otro modelo posible, un tanto alejado de las experiencias que hemos vivido en el mundo.

pedroe@cablered.net.mx

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