Buscar este blog

01 septiembre 2008

De la Teología a la Literatura

Por Guadalupe Hernández Orduña

Hace años anhelaba con ansia estudiar Teología en una universidad del estado de Monterrey. Actualmente curso el quinto semestre en la licenciatura de Creación literaria de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM).

A la edad de 13 años escribí uno de mis primeros versos. Después comencé a escribir porque era por medio de la escritura que sentía una permanencia. Es decir, hallé en la escritura algo trascendente. Siempre estaba escribiendo, de hecho fue a esa edad que surgió la idea de elaborar un diario con el fin de contar lo que me ocurría y ejercer la escritura. Ese libro terminó por ser mi confesor por muchos años, aún lo conservo.

La inquietud de escribir se desvaneció cuando ingresé a la preparatoria. No dejé de escribir, pero ya no lo hacía con tanta regularidad. Escribía notas de las clases, apuntes, resúmenes, pero jamás algo creado por mí, con honrosas excepciones. A veces sentía la necesidad de decir algo y surgía un intento de ese algo, la idea me parecía buena pero sólo quedaba como eso, una idea.

Durante mi estancia en la preparatoria surgió el deseo de realizar mis estudios universitarios en el estado de Monterrey. La licenciatura que –según yo- iba a ejercer sería Teología. El tiempo en que busqué que esto fuera una realidad forma parte de una de las mayores pruebas que he tenido; ir a Monterrey significaba dejar a mi familia y amigos. Ya estaba todo, pese a las dificultades económicas que significaba mi viaje y por supuesto mi estancia en ese estado. Poco tiempo después de hacer llamadas y concluir con algunos trámites para confirmar mi llegada a la Universidad en el mes de septiembre, mi familia atravesó por momentos difíciles. Unos meses antes de salir de la preparatoria, tomé la decisión de suspender todo plan de viajar a estudiar a Monterrey y opté por quedarme aquí en México. Sin embargo, me enfrentaba con que los exámenes para ingresar a algunas universidades públicas ya habían pasado.

Entre la tristeza de haber pospuesto mis planes de estudiar Teología me encontré con que un buen día el coordinador de la preparatoria a la que asistía me habló de la UACM y sobre el pase directo al que tenía derecho como egresada del Instituto de Educación Media Superior (IEMS). Así que no dudé en aprovechar la oportunidad que se me estaba dando. Me informé de las licenciaturas que la universidad ofrece y me decidí por ejercer una que aludía a algo que me gustaba hacer: escribir.

Estos cuatro semestres en los que he tenido la oportunidad de convivir más de cerca con la vida literaria me han conducido a hacerme muchas preguntas. Uno de los primeros cuestionamientos al iniciar mis estudios universitarios fue: ¿qué es la creación literaria y qué tanta importancia tiene en México? Por supuesto que las preguntas han ido en aumento en la medida en que he hallado algunas respuestas.

No me arrepiento de mi decisión de ser escritora; yo, que antes quise ser teóloga, sé que estoy en el camino correcto. Las vivencias que he tenido en la ciudad de México y en la universidad me han abierto un nuevo panorama y por supuesto me han dado un buen material para poder plasmarlo en palabras. Pero no sólo hablaré de mí. En este espacio que he denominado Tlacolulan (Donde las palabras se pintan, por su etimología náhuatl) pretendo hablar también sobre un tema que resulta quizá familiar para todos: la lectura y la escritura, y sobre el proceso creativo de la literatura; en concreto, en cómo afecta y es afectado por la situación social de nuestro país.

En primera instancia los quiero invitar a que creen, sin la ayuda de un diccionario, de un libro o tras la consulta de alguien, su propia definición de creación literaria. Y una vez hecho esto, cuestiónense: ¿qué tanta importancia tiene en México? En próximos textos trataré de dar una respuesta a estas interrogantes.

No hay comentarios.: