
(c) enmascarado en exilio; acuarela, 11 x 8"
The New York Times, propiedad de Carlos Slim.
Aunque les pasó por alto que el mensaje de Slim era recalcar que su imperio es un contrapoder. Y se comprobó una vez más que cuado Carlos Slim habla se impone el silencio.
Pero de vuelta al interés que el empresario despierta entre los medios habría que recordar a Shakespeare quien decía que el dinero garantiza amigos y neutraliza enemigos. Bajo es premisa para el magnate el dinero ha sido un factótum de poder. El dinero le ha otorgado influencia sobre unos y poder sobre otros.
Aunque se ha discutido que en política los empresarios no tienen derecho de veto, Slim como algunos de sus pares ha hecho valer su voz para imponerse. Su inconmensurable poder económico le ha conferido un halo muy especial. Muchos lo ven como un gurú de las finanzas, otros lo juzgan como un líder empresarial mediático que con el dinero cree resolverlo todo. Slim es de esos personajes que rehuyen a los medios y sólo aparece ante ellos cuando quiere dejarse escuchar o neutralizar algún asunto. Hay quienes interpretan esa actitud en un hecho irrefutable: cuando el dinero habla, suele imponerse el silencio.
En México los empresarios han sabido aprovechar las lagunas legales del sistema financiero y político para acrecentar sus negocios. Slim no ha sido la excepción, durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari salió de la opacidad y fue señalado de ser un beneficiario del salinismo. Siempre ha rechazado su vinculación con los políticos, pero él mismo llegó a reconocer que aportó recursos para algunas campañas presidenciales. En todo caso, Slim llegó a congratularse de hacer un empleo eficaz de su poder económico.
En privado y en público se jacta de saber nadar contra la corriente, afirma que así construyó su imperio. En el lapso de la década de los noventas se proyectó como el hombre más rico de México y de toda América Latina. Sostiene que “el mejor negocio para el empresario es que no haya pobreza.” Sin embargo, hizo su fortuna en un país de pobres en el que 5 por ciento de la población concentra más del 60 por ciento de la riqueza.
Con sus empresas ocupa el primer lugar con mayores ganancias, encabeza la lista de los principales generadores de empleo (Telmex, Grupo Carso e Inbursa dan trabajo a más de 200 mil personas) y sus activos junto con los 100 principales empresarios equivalen al 60 por ciento del Producto Interno Bruto, además de controlar él sólo con su grupo empresarial un poco más del 40 por ciento del mercado de valores y de contribuir al fisco con más de 5 mil millones de dólares al año.
Por su poderío económico la revista Time incluyó a Slim uno de los 12 «jugadores claves» de la globalización en el mundo de los negocios. Time ha elogiado a Slim por su decisión de «no achicarse» ante las grandes corporaciones estadounidenses y de ponérseles al «tú por tú» al retar a los gigantes de la comunicación en Estados-Unidos como AT&T y MCI en su propio terreno de juego.
Desde que ingresó a la lista internacional de la revista Forbes, Slim se ha mantenido dentro del grupo de los ricos más ricos del mundo, su fortuna estimada en más de 10 mil 800 millones de dólares.
A diferencia de otras publicaciones como Forbes que llamaron a Carlos Slim “El Conquistador”—es un apodo apropiado, argumentaron los editores de la revista de los multimillonarios—por su creciente imperio empresarial, Businessweek—hizo un retrato crítico de Slim al que ubicó dentro de la «plutocracia protegida» por el gobierno del presidente Carlos Salinas de Gortari a quien señalaron de poner en las manos del magnate una auténtica «mina de oro» al adjudicarle la propiedad de Telmex.
Los editores de Businessweek fueron directos sobre las recompensas de Salinas a sus amigos: “Rumores y alegatos de amiguismos rondan por todo el proceso de privatización. En respuesta, el gobierno hace lo imposible por crear una impresión de imparcialidad. Por ejemplo, en la junta de gabinete que decidió quienes serían los nuevos dueños de Telmex, los tres postores fueron nombrados A, B y C. Pero todos sabían quién era quién…”
Hombre de mente fría y calculadora, sin afanes protagónicos, Slim, entre los hombres del poder y el dinero ha buscado incesamente en transfigurarse en una personalidad carismática. En las últimas dos décadas simplemente se transformo en un moderno Rey Midas gracias a la varita mágica de la especulación y el olfato para saber a dónde hay dinero.
Fuente: © José Martínez, Contrapunto 6/25/2003.
Pero de vuelta al interés que el empresario despierta entre los medios habría que recordar a Shakespeare quien decía que el dinero garantiza amigos y neutraliza enemigos. Bajo es premisa para el magnate el dinero ha sido un factótum de poder. El dinero le ha otorgado influencia sobre unos y poder sobre otros.
Aunque se ha discutido que en política los empresarios no tienen derecho de veto, Slim como algunos de sus pares ha hecho valer su voz para imponerse. Su inconmensurable poder económico le ha conferido un halo muy especial. Muchos lo ven como un gurú de las finanzas, otros lo juzgan como un líder empresarial mediático que con el dinero cree resolverlo todo. Slim es de esos personajes que rehuyen a los medios y sólo aparece ante ellos cuando quiere dejarse escuchar o neutralizar algún asunto. Hay quienes interpretan esa actitud en un hecho irrefutable: cuando el dinero habla, suele imponerse el silencio.
En México los empresarios han sabido aprovechar las lagunas legales del sistema financiero y político para acrecentar sus negocios. Slim no ha sido la excepción, durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari salió de la opacidad y fue señalado de ser un beneficiario del salinismo. Siempre ha rechazado su vinculación con los políticos, pero él mismo llegó a reconocer que aportó recursos para algunas campañas presidenciales. En todo caso, Slim llegó a congratularse de hacer un empleo eficaz de su poder económico.
En privado y en público se jacta de saber nadar contra la corriente, afirma que así construyó su imperio. En el lapso de la década de los noventas se proyectó como el hombre más rico de México y de toda América Latina. Sostiene que “el mejor negocio para el empresario es que no haya pobreza.” Sin embargo, hizo su fortuna en un país de pobres en el que 5 por ciento de la población concentra más del 60 por ciento de la riqueza.
Con sus empresas ocupa el primer lugar con mayores ganancias, encabeza la lista de los principales generadores de empleo (Telmex, Grupo Carso e Inbursa dan trabajo a más de 200 mil personas) y sus activos junto con los 100 principales empresarios equivalen al 60 por ciento del Producto Interno Bruto, además de controlar él sólo con su grupo empresarial un poco más del 40 por ciento del mercado de valores y de contribuir al fisco con más de 5 mil millones de dólares al año.
Por su poderío económico la revista Time incluyó a Slim uno de los 12 «jugadores claves» de la globalización en el mundo de los negocios. Time ha elogiado a Slim por su decisión de «no achicarse» ante las grandes corporaciones estadounidenses y de ponérseles al «tú por tú» al retar a los gigantes de la comunicación en Estados-Unidos como AT&T y MCI en su propio terreno de juego.
Desde que ingresó a la lista internacional de la revista Forbes, Slim se ha mantenido dentro del grupo de los ricos más ricos del mundo, su fortuna estimada en más de 10 mil 800 millones de dólares.
A diferencia de otras publicaciones como Forbes que llamaron a Carlos Slim “El Conquistador”—es un apodo apropiado, argumentaron los editores de la revista de los multimillonarios—por su creciente imperio empresarial, Businessweek—hizo un retrato crítico de Slim al que ubicó dentro de la «plutocracia protegida» por el gobierno del presidente Carlos Salinas de Gortari a quien señalaron de poner en las manos del magnate una auténtica «mina de oro» al adjudicarle la propiedad de Telmex.
Los editores de Businessweek fueron directos sobre las recompensas de Salinas a sus amigos: “Rumores y alegatos de amiguismos rondan por todo el proceso de privatización. En respuesta, el gobierno hace lo imposible por crear una impresión de imparcialidad. Por ejemplo, en la junta de gabinete que decidió quienes serían los nuevos dueños de Telmex, los tres postores fueron nombrados A, B y C. Pero todos sabían quién era quién…”
Hombre de mente fría y calculadora, sin afanes protagónicos, Slim, entre los hombres del poder y el dinero ha buscado incesamente en transfigurarse en una personalidad carismática. En las últimas dos décadas simplemente se transformo en un moderno Rey Midas gracias a la varita mágica de la especulación y el olfato para saber a dónde hay dinero.
Fuente: © José Martínez, Contrapunto 6/25/2003.
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