No iba a ser la única perogrullada ni en el comunicado de la Secretaría de Seguridad ni en la amable crónica de los medios: “hay que hacer eficientes los procesos de la policía federal, combatir la corrupción y evitar que el crimen penetre en los cuerpos de Seguridad del Estado”.
No entiendo que se despoje a la sociedad amenazada por el crimen, de su único recurso de defensa: la policía. Para evitar que el crimen penetre es que están las fuerzas del orden. Y menos que se haga de forma “preventiva”, como es moda, actualmente, hacer las guerras. Si al imperio en sus guerras le es válida la máxima “por si acaso me atacas, te mato antes”, al gobierno mexicano le cuadra la misma filosofía cuando aplica la sentencia “por si acaso te corrompes, te cancelo antes”.
A no ser, y es el único argumento que se me ocurre para salir de mi perplejidad, que, otra vez, el mal uso de los verbos y sus tiempos, hasta de los sustantivos, por parte del gobierno mexicano, sea el responsable de mi confusión, y que no se trate tanto de “evitar que el crimen penetre”, sino de “erradicar el crimen penetrado”, con lo que ya no estaríamos hablando de relevos preventivos sino de delincuentes relevados. Queda, en cualquier caso, la habilidad de los medios de comunicación que se han hecho eco de la noticia, para en lugar de repetir: “México releva a 284 mandos policiales para luchar contra la corrupción”, titulen: “Calderón somete a 284 mandos policiales por corruptos”.
México, nunca se hubiera conformado con “relevar” a algunos de los que, es historia, vienen esquilmándolo de todo, de paz y de justicia, de bienes y de votos. México es “mucha gente” que diría el poeta, para un presidente con tan pocos votos, que afirmaría el periodista si no estuviera condenado a trabajar en medios como El País.
Queda la esperanza de que los ceses preventivos no se limiten a los mandos policiales y que, siempre preventivamente, se sometan también a la justicia a quienes desde el Estado nombraron y respaldaron a los tantos corruptos policiales caídos hoy en desgracia. Y que se extienda la ola preventiva de cancelaciones en el Estado para que, en interés de evitar que el crimen siga penetrando en la justicia, se suspendan algunos centenares de magistrados que no han servido a la comunidad sino que se han servido de ella, y se cierren tribunales en prevención de los mismos males.
Y que las cancelaciones se extiendan como verdolaga por todas las secretarías de Estado y parlamentos para evitar que el crimen tome asiento en tan honorables aposentos y que, finalmente, sólo para prevenir que el fraude se entronice en la presidencia de la república, por la misma lógica y argumentos, sea también “relevado” el primer exponente y principal referencia del crimen y la corrupción en México: su presidente.
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