El titular del Ejecutivo y el secretario de Hacienda harían muy bien en sintonizar sus discursos y proyecciones cuantitativas, pues mientras el primero estima en 200 mil millones de pesos los ingresos fiscales que podrían generar los nuevos impuestos, tasas y criterios hacendarios en lo que resta del sexenio, el segundo los cuantifica en 300 mil millones de pesos.
Más aún: los discursos de Calderón durante la semana previa a la entrega del paquete legislativo, sembró falsas expectativas, presentó encrucijadas que sólo existen en su imaginación: “Es la última oportunidad” para romper el círculo de la miseria en México, para acabar con las “terribles condiciones de pobreza en las que vive la mitad de la población”.
De aprobarse el proyecto fiscal, anunció, mi gobierno tendrá una “hacienda pública más justa, en beneficio de los más pobres”.
El exceso retórico, demagógico, no se compadeció de lo que tanto criticó durante la campaña electoral de enero-julio de 2006. El mensaje recurrente que envía es tan cínico como claro: Lo que en el adversario político es borrachera, en mí se transforma en virtud.
Donde las virtudes son difíciles de localizar es en los verdaderos alcances del proyecto fiscal. Por ejemplo, la suma que se busca obtener con las medidas propuestas es prácticamente idéntica al déficit de las finanzas públicas proyectado para 2012 y que es de 2.9 por ciento del producto interno bruto, en razón de la “tendencia inercial de los compromisos ineludibles del gasto” público, para decirlo en palabras de Carstens; compromisos que en medida considerable derivan de los pagarés del Fondo Bancario de Protección al Ahorro y del servicio de la deuda pública.
La novedad es el establecimiento de una contribución empresarial de tasa única, orientada a combatir la evasión y elusión fiscales en el pago del Impuesto Sobre la Renta. De ser aprobada por los legisladores en los términos planteados, la CETU aportaría 1.5 puntos porcentuales respecto del PIB o 150 mil millones de pesos.
Es justamente la columna vertebral del paquete legislativo la más cuestionada porque --al decir de los expertos-- afectará principalmente a las pequeñas y medianas empresas, mientras que serán limitados los corporativos que obtienen ingresos superiores a los 500 millones de pesos anuales, que se verían afectados.
El Grupo Financiero Invex realizó un ejercicio para calcular a cuánto ascendería la CETU de 20 grandes corporativos que cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores, y el resultado fue que el monto es inferior al que actualmente paga la mayoría por concepto de ISR.
Además de que el hombre que le cuesta al erario 5 mil pesos diarios sólo por gastos de alimentación, aseguró que el nuevo impuesto sólo se aplicará a empresas y personas físicas con actividades empresariales. Para el director de la Academia Mexicana de Investigación Fiscal, Mariano Latapí Ramírez , no es así, pues “el nuevo impuesto grava a todo el espectro de contribuyentes” ( Proceso , 24-VI-07, pp. 8-11).
El debate apenas comienza y sería deseable que trascienda a los especialistas y legisladores, a la elite política y la cúpula empresarial, entre otras razones porque como bien apunta Rolando Cordera Campos : “No hay Estado sin finanzas sanas, o en condiciones de sanar, ni hay democracia creíble si sus actores no son capaces de afrontar el desafío de la desigualdad que nos marca” ( La Jornada (24-VI-07, p. 23).
Fuente: Eduardo Ibarra Aguirre (MA)
Comentario: bueno uno no quiere sonar a fatalista pero francamente no hay nada bueno que sacarle a esta simulación de reforma que más bien es una cuerda enorme para seguir atando ahora no solo a la clase baja sino a la media, lástima por aquellos votantes honestos de calderón porque se los está llevando entre las patas y ¿saben porque? ahhh pues porque tiene más peso slim, bazcarraga y compañía, dos que tres familias que todo un pueblo. REVOLUCIONES: el cambio empieza en ti.
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