Además de congelar las relaciones diplomáticas con Venezuela, el gobierno de Vicente Fox dio refugio político a dos ciudadanos de ese país que fueron perseguidos por el régimen de Hugo Chávez: Abdel Naime Pereyra, empresario y dos veces diputado por el partido demócrata cristiano COPEI, y Elvis González, sargento segundo y subinspector de la dirección de Inteligencia del Ejército. Abdel Naime era y sigue siendo opositor al gobierno de Hugo Chávez y Elvis González se atrevió a denunciar la “entrega de armas a delincuentes locales para asesinar a opositores al régimen”.
En entrevistas por separado, ambos descartan la vía democrática para que pueda haber un cambio de gobierno en su nación, porque al tener Hugo Chávez el control del Consejo Nacional Electoral y manipular el voto electrónico, está garantizada su reelección indefinida. Reconocen que los partidos políticos no han podido recuperar la confianza de la población. Antes del ascenso de Chávez a la Presidencia de Venezuela, la gente estaba harta de la partidocracia, por lo que en la elección presidencial de 1998 recibieron un voto de castigo. Pero en las elecciones del 3 de diciembre último volvieron a defraudar a los venezolanos al reconocer apresuradamente el triunfo del “dictador”.
Consideran que la única manera de quitar a Chávez es con la resistencia de los venezolanos o con una nueva sublevación del ejército. Creen que un levantamiento social costaría muchas vidas. Abdel Naime es asesor empresarial y recibe dividendos de sus negocios en Venezuela, y el militar Elvis González se las ha visto negras: aún asustado por el régimen chavista, al llegar al aeropuerto de la ciudad de México, personal de migración le quitó 600 dólares y un taxista lo atracó con 200. Ha trabajado en talleres, barriendo la calle, vendiendo tarjetas de teléfono, pero también fue escolta de Ernesto Zedillo Jr, y ahora sobrevive como camionero. El empresario venezolano asegura que Hugo Chávez llegó al poder (tomó posesión el 2 de febrero de 1999) por el descontento que tenía la población con los partidos tradicionales. Durante 35 años, prácticamente dos partidos se alternaban la Presidencia de la República: Acción Democrática y el demócrata cristiano COPEI. Cuando Chávez disolvió el parlamento y convocó a una Asamblea Nacional Constituyente, el partido demócrata cristiano COPEI no tomó en cuenta a Abdel Naime para una tercera reelección ni lo dejó competir en la votación interna. El motivo: el instituto político quería negociar con Chávez. El empresario se alejó de su partido, porque su postura era la de hacer oposición a Chávez desde el principio. Naime formó y presidió el Frente Nacional de Juventudes (FNJ), integrado por las juventudes de los partidos, tanto de izquierda como de derecha.
Después fue miembro de la directiva de la Coordinadora Democrática, integrada por partidos y Organizaciones no gubernamentales. Hubo divisiones y se creó el Bloque Democrático, del cual fue directivo nacional. A los tres años del nuevo gobierno, en 2002, explotó una protesta militar “legítima, cívica y pacífica, en contra de la tiranía comunista de Chávez”, en la que el empresario participó. Aclara que no se trataba de un golpe de Estado o un levantamiento militar, porque no se disparó un solo tiro. Sin embargo, dice, grupos paramilitares y simpatizantes del Presidente dispararon contra la población, ocasionando decenas de muertos y heridos. Hugo Chávez fue obligado a renunciar el 11 de abril de ese año. Se nombró a Pedro Carmona como Presidente de Venezuela, quien invitó a Abdel Naime como ministro, pero no aceptó. “Era una locura lo que se estaba haciendo, pero los oficiales afectos a Chávez recuperaron el mando de las tropas y a las 48 horas lo regresaron al poder”. A raíz de esto, en octubre de 2002 se hace un paro nacional exitoso.
La Coordinadora Democrática cometió un error: suspender el paro, sin tener posibilidad de arrinconar al gobierno para que aceptara todas las situaciones democráticas que se le estaba exigiendo, señala. Un grupo de militares lo invitó a participar en una protesta indefinida en la Plaza de Altamira, a la que después bautizaron como Plaza de la Libertad, hasta que renunciara Hugo Chávez al gobierno.
Abdel Naime asumió la coordinación de seguridad civil de la plaza y el general Felipe Rodríguez la coordinación de seguridad militar. Abdel Naime se cansó de huir y decidió salir “por la puerta grande”, es decir, por el aeropuerto internacional de Maiquetía “Simón Bolívar”, que es el que está más cercano a Caracas. Habló con algunos miembros del ejército, amigos de él, y lo ayudaron a salir en un vuelo comercial a la ciudad de México, a donde llegó el 6 de marzo de 2005. Aquí se entrevistó con autoridades de la ODCA, la Organización Demócrata Cristiana de América que preside Manuel Espino, presidente del Partido Acción Nacional. También con funcionarios de la COMAR, que es la oficina de la Secretaría de Gobernación que se encarga de los refugiados políticos. La COMAR se tomó casi un año para estudiar su caso y en febrero de 2006 le concedieron el refugio por ser un perseguido político y de conciencia. Elvis González recuerda que los venezolanos estaban cansados, hartos, de los partidos políticos: siempre eran los mismos que se turnaban el poder. Había mucha abstención. Hasta que apareció el teniente coronel Hugo Chávez tratando de dar un golpe de Estado en 1992 “con ideas populistas, hablando del pobre, del pobre y del pobre. Un Andrés Manuel López Obrador, vamos a ponerlo así.
Entonces, la gente de sentimiento, de barrio, de pueblo, que nunca ha llegado, dijo: ‘éste es el hombre, el Dios que necesitamos’. Le dan la acción y la facilidad de llegar a la Presidencia, con la mayoría de los votos, en 1998. Pero a los dos años se destapa y vemos quién era esa persona”. González fue escolta de Lucas Rincón Romero, general en jefe de Venezuela que anunció la fugaz renuncia de Chávez a la Presidencia el 11 de abril de 2002. También trabajó en la Presidencia de la República y después fue subinspector de la dirección de Inteligencia del ejército, realizando labores de espionaje, de investigación de grupos subversivos y de seguridad nacional y de todas las actividades en contra del primer mandatario. Fue uno más de los militares que se pronunciaron en la Plaza de Altamira en contra del régimen de Hugo Chávez. “Pero ahí se desató la persecución en contra de nosotros por haber denunciado al presidente, con pruebas legítimas”. Les abrieron “un proceso militar ilegal” y los dieron de baja en el ejército. En realidad, explica, nunca hubo un juicio militar como se tenía que haber hecho. “Todo fue según su ley, porque él era el presidente”. Enseguida vinieron los atentados. “Mataron a tres soldados que estaban a mi mando y que eran nuestras escoltas. La DISIP, que es la policía política, les montó una trama y los secuestraron con los ‘tupamaros’, un grupo subversivo a favor del presidente, y después los asesinaron”. Se escondió en varios estados, hasta que lo encontraron en Puerto de la Cruz. “Ahí me agarran, me secuestran. Me dan la mamá de las pelas, me orinaron, me metieron corriente”. Fue entonces que tomó la decisión de irse de su país. “Yo no juré ni defender un político ni a nadie, sino a mi país, a mi pueblo. Defender a mi nación, a mis fronteras”. Tomó un vuelo comercial a México en septiembre de 2004. Aquí no terminó su pesadilla. “Para poder pasar a México, migración me quitó 600 dólares, porque yo no podía decir que venía a pedir asilo político, sino a visitar a una persona. Migración me dijo que a aquí no se venía a visitar a nadie, sino a gastar dólares. Puso entonces los dólares en su pasaporte, y el agente de migración le expresó: ‘bienvenido a México’”. Después, el taxi que lo llevó a la Secretaría de Gobernación le cobró 200 dólares. “Un desastre”, dice. Casi un año después, en 2005, recibió el refugio político del gobierno de Vicente Fox. Pero estando en México, el gobierno de Venezuela lo acusó de matar a un fiscal y de poner una bomba.
La nota viene de Contralínea.
En entrevistas por separado, ambos descartan la vía democrática para que pueda haber un cambio de gobierno en su nación, porque al tener Hugo Chávez el control del Consejo Nacional Electoral y manipular el voto electrónico, está garantizada su reelección indefinida. Reconocen que los partidos políticos no han podido recuperar la confianza de la población. Antes del ascenso de Chávez a la Presidencia de Venezuela, la gente estaba harta de la partidocracia, por lo que en la elección presidencial de 1998 recibieron un voto de castigo. Pero en las elecciones del 3 de diciembre último volvieron a defraudar a los venezolanos al reconocer apresuradamente el triunfo del “dictador”.
Consideran que la única manera de quitar a Chávez es con la resistencia de los venezolanos o con una nueva sublevación del ejército. Creen que un levantamiento social costaría muchas vidas. Abdel Naime es asesor empresarial y recibe dividendos de sus negocios en Venezuela, y el militar Elvis González se las ha visto negras: aún asustado por el régimen chavista, al llegar al aeropuerto de la ciudad de México, personal de migración le quitó 600 dólares y un taxista lo atracó con 200. Ha trabajado en talleres, barriendo la calle, vendiendo tarjetas de teléfono, pero también fue escolta de Ernesto Zedillo Jr, y ahora sobrevive como camionero. El empresario venezolano asegura que Hugo Chávez llegó al poder (tomó posesión el 2 de febrero de 1999) por el descontento que tenía la población con los partidos tradicionales. Durante 35 años, prácticamente dos partidos se alternaban la Presidencia de la República: Acción Democrática y el demócrata cristiano COPEI. Cuando Chávez disolvió el parlamento y convocó a una Asamblea Nacional Constituyente, el partido demócrata cristiano COPEI no tomó en cuenta a Abdel Naime para una tercera reelección ni lo dejó competir en la votación interna. El motivo: el instituto político quería negociar con Chávez. El empresario se alejó de su partido, porque su postura era la de hacer oposición a Chávez desde el principio. Naime formó y presidió el Frente Nacional de Juventudes (FNJ), integrado por las juventudes de los partidos, tanto de izquierda como de derecha.
Después fue miembro de la directiva de la Coordinadora Democrática, integrada por partidos y Organizaciones no gubernamentales. Hubo divisiones y se creó el Bloque Democrático, del cual fue directivo nacional. A los tres años del nuevo gobierno, en 2002, explotó una protesta militar “legítima, cívica y pacífica, en contra de la tiranía comunista de Chávez”, en la que el empresario participó. Aclara que no se trataba de un golpe de Estado o un levantamiento militar, porque no se disparó un solo tiro. Sin embargo, dice, grupos paramilitares y simpatizantes del Presidente dispararon contra la población, ocasionando decenas de muertos y heridos. Hugo Chávez fue obligado a renunciar el 11 de abril de ese año. Se nombró a Pedro Carmona como Presidente de Venezuela, quien invitó a Abdel Naime como ministro, pero no aceptó. “Era una locura lo que se estaba haciendo, pero los oficiales afectos a Chávez recuperaron el mando de las tropas y a las 48 horas lo regresaron al poder”. A raíz de esto, en octubre de 2002 se hace un paro nacional exitoso.
La Coordinadora Democrática cometió un error: suspender el paro, sin tener posibilidad de arrinconar al gobierno para que aceptara todas las situaciones democráticas que se le estaba exigiendo, señala. Un grupo de militares lo invitó a participar en una protesta indefinida en la Plaza de Altamira, a la que después bautizaron como Plaza de la Libertad, hasta que renunciara Hugo Chávez al gobierno.
Abdel Naime asumió la coordinación de seguridad civil de la plaza y el general Felipe Rodríguez la coordinación de seguridad militar. Abdel Naime se cansó de huir y decidió salir “por la puerta grande”, es decir, por el aeropuerto internacional de Maiquetía “Simón Bolívar”, que es el que está más cercano a Caracas. Habló con algunos miembros del ejército, amigos de él, y lo ayudaron a salir en un vuelo comercial a la ciudad de México, a donde llegó el 6 de marzo de 2005. Aquí se entrevistó con autoridades de la ODCA, la Organización Demócrata Cristiana de América que preside Manuel Espino, presidente del Partido Acción Nacional. También con funcionarios de la COMAR, que es la oficina de la Secretaría de Gobernación que se encarga de los refugiados políticos. La COMAR se tomó casi un año para estudiar su caso y en febrero de 2006 le concedieron el refugio por ser un perseguido político y de conciencia. Elvis González recuerda que los venezolanos estaban cansados, hartos, de los partidos políticos: siempre eran los mismos que se turnaban el poder. Había mucha abstención. Hasta que apareció el teniente coronel Hugo Chávez tratando de dar un golpe de Estado en 1992 “con ideas populistas, hablando del pobre, del pobre y del pobre. Un Andrés Manuel López Obrador, vamos a ponerlo así.
Entonces, la gente de sentimiento, de barrio, de pueblo, que nunca ha llegado, dijo: ‘éste es el hombre, el Dios que necesitamos’. Le dan la acción y la facilidad de llegar a la Presidencia, con la mayoría de los votos, en 1998. Pero a los dos años se destapa y vemos quién era esa persona”. González fue escolta de Lucas Rincón Romero, general en jefe de Venezuela que anunció la fugaz renuncia de Chávez a la Presidencia el 11 de abril de 2002. También trabajó en la Presidencia de la República y después fue subinspector de la dirección de Inteligencia del ejército, realizando labores de espionaje, de investigación de grupos subversivos y de seguridad nacional y de todas las actividades en contra del primer mandatario. Fue uno más de los militares que se pronunciaron en la Plaza de Altamira en contra del régimen de Hugo Chávez. “Pero ahí se desató la persecución en contra de nosotros por haber denunciado al presidente, con pruebas legítimas”. Les abrieron “un proceso militar ilegal” y los dieron de baja en el ejército. En realidad, explica, nunca hubo un juicio militar como se tenía que haber hecho. “Todo fue según su ley, porque él era el presidente”. Enseguida vinieron los atentados. “Mataron a tres soldados que estaban a mi mando y que eran nuestras escoltas. La DISIP, que es la policía política, les montó una trama y los secuestraron con los ‘tupamaros’, un grupo subversivo a favor del presidente, y después los asesinaron”. Se escondió en varios estados, hasta que lo encontraron en Puerto de la Cruz. “Ahí me agarran, me secuestran. Me dan la mamá de las pelas, me orinaron, me metieron corriente”. Fue entonces que tomó la decisión de irse de su país. “Yo no juré ni defender un político ni a nadie, sino a mi país, a mi pueblo. Defender a mi nación, a mis fronteras”. Tomó un vuelo comercial a México en septiembre de 2004. Aquí no terminó su pesadilla. “Para poder pasar a México, migración me quitó 600 dólares, porque yo no podía decir que venía a pedir asilo político, sino a visitar a una persona. Migración me dijo que a aquí no se venía a visitar a nadie, sino a gastar dólares. Puso entonces los dólares en su pasaporte, y el agente de migración le expresó: ‘bienvenido a México’”. Después, el taxi que lo llevó a la Secretaría de Gobernación le cobró 200 dólares. “Un desastre”, dice. Casi un año después, en 2005, recibió el refugio político del gobierno de Vicente Fox. Pero estando en México, el gobierno de Venezuela lo acusó de matar a un fiscal y de poner una bomba.
La nota viene de Contralínea.
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