• El demonio del Plan México
• El que paga... manda
El orgullo, mi estimado, se encuentra en el fondo de todos los grandes errores. A George W. Bush hace tiempo que no le sonríe la suerte, al contrario; hoy, la crisis producida por los incontrolables incendios forestales en el sur de California, que han desencadenado un estado de emergencia en siete condados, consumido la tercera parte de su costa, desaparecido más de 1600 casas y obligado a evacuar a más de medio millón de personas donde miles de ellas se refugian en el estadio Qualcomm en San Diego, han generado un dêja vú al estilo Katrina, aunque la realidad contraste entre esa California de los blancos, ricos y famosos comparada con la de Nueva Orleáns de los negros, pobres y olvidados.
Y mientras el calentamiento global muestra una de sus peligrosas caras, my friend, a George le pareció el timing ideal para tener el descaro de solicitarle al Congreso una iniciativa de ley para liberar la friolera de 46 billones de dólares para continuar con su maniaca aventura bélica en Afganistán e Irak —esta última le cuesta al Pentágono 2 billones de dólares a la semana—, desencadenando una serie de reacciones negativas por parte de los demócratas, encabezados por Hillary Clinton, cuando aún está latente la molestia contra el inquilino de la Casa Blanca al aplicar su veto a una ley que beneficiaría la educación preescolar y la seguridad laboral.
En la simpática penumbra billonaria se encuentran los millones para ayudar, asistir y/o auxiliar al gobierno de Felipe Calderón en su lucha contra el crimen organizado en el marco del mentado Plan México que fue negociado, como ya es costumbre de este Gymboree presidencial, en la sombrita hace muchos meses.
Así como desde la misma Bush dio instrucciones precisas a Calderón en aquella a divertida conversación telefónica para que su administración le diera el adecuado spin mediático a su espectacular anuncio. Y como aquí la desdibujada y titubeante canciller Patricia Espinosa se comporta como la mujer maravilla (dando vueltas a lo pendejo) evitando dar los entretenidos detalles, qué mejor que hacerlo al estilo Casa Blanca filtrando una serie de pormenores, pero sobre todo de delicadas señales al Washington Post en un artículo de Manuel Roig-Franzia aparecido justo... ayer.
Manuel señaló que el seductor acuerdo sí se negoció en la absoluta secrecía ratificando el escaso reflector mediático en la solicitud legislativa de Bush hacia el Plan México pero corroborando la agresiva campaña de relaciones públicas salida de la Casa Blanca que incluyó en su tour los testimonios de Tony Garza y de altos funcionarios federales.
El reportero balconeó, además, la simpática diferencia para vender la travesura bilateral entre la SRE, el Departamento de Estado y la embajada norteamericana en nuestro país. O sea, mientras la cándida de Paty declaraba en su conferencia de prensa que todo forma parte de un programa de cooperación bilateral, allá lo ostentan como un plan de asistencia integral.
Y es ese demonio, my friend, el que estará en los detalles. Como por ejemplo, quién manejará el billete. O sea, quién firmará la chequera. Porque ya sabe que el que paga, manda.
Y si adereza las señales de la Casa Blanca con las afirmaciones, en este mismo artículo, de Thomas A. Shannon Jr., un alto funcionario del Departamento de Estado sobre la importancia en este Plan México de reforzar el rol de las autoridades civiles mexicanas en esta lucha contra el narcotráfico porque el Ejército está en situación comprometedora no sólo por las acusaciones sobre presuntas violaciones a los derechos humanos, sino por la duda del beneficiario final del entrenamiento militar al que se está comprometiendo el gobierno de Bush aludiendo al cártel del Golfo y su generación de Zetas, el mensaje es más que categórico.
Y si por acá alguien no supo leer bien la señal, el artículo cierra con las espléndidas declaraciones de Joy Olson reiterando que los simpáticos 500 millones de dólares deberán ser manejados por instituciones civiles y no por instituciones castrenses para evitar confusiones, embrollos, líos y... ¿desórdenes?
Para impedir que se debilite el control civil sobre el entorno militar.
Así que mientras comienza el jaloneo legislativo en Washington, my friend, queda muy claro el nivel de confianza, más claro la supremacía en la cadena de mando civil-militar e indiscutible la forma, que es el fondo, del colofón geopolítico estadunidense en México... ¿Dudas?
• El que paga... manda
El orgullo, mi estimado, se encuentra en el fondo de todos los grandes errores. A George W. Bush hace tiempo que no le sonríe la suerte, al contrario; hoy, la crisis producida por los incontrolables incendios forestales en el sur de California, que han desencadenado un estado de emergencia en siete condados, consumido la tercera parte de su costa, desaparecido más de 1600 casas y obligado a evacuar a más de medio millón de personas donde miles de ellas se refugian en el estadio Qualcomm en San Diego, han generado un dêja vú al estilo Katrina, aunque la realidad contraste entre esa California de los blancos, ricos y famosos comparada con la de Nueva Orleáns de los negros, pobres y olvidados.
Y mientras el calentamiento global muestra una de sus peligrosas caras, my friend, a George le pareció el timing ideal para tener el descaro de solicitarle al Congreso una iniciativa de ley para liberar la friolera de 46 billones de dólares para continuar con su maniaca aventura bélica en Afganistán e Irak —esta última le cuesta al Pentágono 2 billones de dólares a la semana—, desencadenando una serie de reacciones negativas por parte de los demócratas, encabezados por Hillary Clinton, cuando aún está latente la molestia contra el inquilino de la Casa Blanca al aplicar su veto a una ley que beneficiaría la educación preescolar y la seguridad laboral.
En la simpática penumbra billonaria se encuentran los millones para ayudar, asistir y/o auxiliar al gobierno de Felipe Calderón en su lucha contra el crimen organizado en el marco del mentado Plan México que fue negociado, como ya es costumbre de este Gymboree presidencial, en la sombrita hace muchos meses.
Así como desde la misma Bush dio instrucciones precisas a Calderón en aquella a divertida conversación telefónica para que su administración le diera el adecuado spin mediático a su espectacular anuncio. Y como aquí la desdibujada y titubeante canciller Patricia Espinosa se comporta como la mujer maravilla (dando vueltas a lo pendejo) evitando dar los entretenidos detalles, qué mejor que hacerlo al estilo Casa Blanca filtrando una serie de pormenores, pero sobre todo de delicadas señales al Washington Post en un artículo de Manuel Roig-Franzia aparecido justo... ayer.
Manuel señaló que el seductor acuerdo sí se negoció en la absoluta secrecía ratificando el escaso reflector mediático en la solicitud legislativa de Bush hacia el Plan México pero corroborando la agresiva campaña de relaciones públicas salida de la Casa Blanca que incluyó en su tour los testimonios de Tony Garza y de altos funcionarios federales.
El reportero balconeó, además, la simpática diferencia para vender la travesura bilateral entre la SRE, el Departamento de Estado y la embajada norteamericana en nuestro país. O sea, mientras la cándida de Paty declaraba en su conferencia de prensa que todo forma parte de un programa de cooperación bilateral, allá lo ostentan como un plan de asistencia integral.
Y es ese demonio, my friend, el que estará en los detalles. Como por ejemplo, quién manejará el billete. O sea, quién firmará la chequera. Porque ya sabe que el que paga, manda.
Y si adereza las señales de la Casa Blanca con las afirmaciones, en este mismo artículo, de Thomas A. Shannon Jr., un alto funcionario del Departamento de Estado sobre la importancia en este Plan México de reforzar el rol de las autoridades civiles mexicanas en esta lucha contra el narcotráfico porque el Ejército está en situación comprometedora no sólo por las acusaciones sobre presuntas violaciones a los derechos humanos, sino por la duda del beneficiario final del entrenamiento militar al que se está comprometiendo el gobierno de Bush aludiendo al cártel del Golfo y su generación de Zetas, el mensaje es más que categórico.
Y si por acá alguien no supo leer bien la señal, el artículo cierra con las espléndidas declaraciones de Joy Olson reiterando que los simpáticos 500 millones de dólares deberán ser manejados por instituciones civiles y no por instituciones castrenses para evitar confusiones, embrollos, líos y... ¿desórdenes?
Para impedir que se debilite el control civil sobre el entorno militar.
Así que mientras comienza el jaloneo legislativo en Washington, my friend, queda muy claro el nivel de confianza, más claro la supremacía en la cadena de mando civil-militar e indiscutible la forma, que es el fondo, del colofón geopolítico estadunidense en México... ¿Dudas?
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