El Evangelio (Leccionario Domingo 07-10-2007)
5 Los apóstoles pidieron al Señor: --Danos más fe. 6 El Señor les contestó: --Si ustedes tuvieran fe, aunque solo fuera del tamaño de una semilla de mostaza, podrían decirle a este árbol: 'Arráncate de aquí y plántate en el mar', y les haría caso. 7 "Si uno de ustedes tiene un criado que regresa del campo después de haber estado arando o cuidando el ganado, ¿acaso le dice: 'Pasa y siéntate a comer'? 8 No, sino que le dice: 'Prepárame la cena, y dispónte a atenderme mientras yo como y bebo. Después podrás tú comer y beber.' 9 Y tampoco le da las gracias al criado por haber hecho lo que le mandó. 10 Así también ustedes, cuando ya hayan cumplido todo lo que Dios les manda, deberán decir: 'Somos servidores inútiles, porque no hemos hecho más que cumplir con nuestra obligación.' "
[…] la perícopa de San Lucas del c. 17… está compuesta de dos datos distintos, un loghion de Jesús (vv.5-6) y una parábola (vv.7-10). La frase de Jesús nace de una pregunta espontánea y sincera de los Apóstoles: “¡Aumenta nuestra fe!”. Frente a la totalidad del compromiso solicitado por Jesús, frente a los sufrimientos y las dificultades del camino, esta petición es muy natural. Jesús les contesta celebrando la fuerza infinita de la fe. En efecto, la fe, pone al hombre en comunión con Dios, haciéndolo así partícipe de su potencia creadora y salvadora.
La imagen que Jesús usa, es sumamente viva: el árbol de la mora tiene raíces resistentes, bien profundas en la tierra y las tempestades no la pueden arrancar. Por el contrario, la fe, aunque se reduzca a un pequeñísimo fragmento microscópico, sí la puede arrancar.
Jesús pasa después a ilustrar la actitud del verdadero fiel. Y lo hace con una parábola, a primera vista, aburrida y “capitalista”. Un patrón vulgar y prepotente frente a su servidumbre que fustiga con su indiferencia egoísta y con su cinismo, ¿cómo puede convertirse en un símbolo de Dios? Lucas ya había dicho exactamente lo contrario a esta parábola en 12,37 “Dichosos los siervos que cuando llega el patrón los encuentra todavía despiertos; en verdad os digo, se atará sus vestiduras, los sentará en la mesa y les servirá”. Nuestra parábola se convierte, por el contrario, en algo comprensible si tratamos de buscar el verdadero sentido. El sujeto dominante no es el patrón y su comportamiento, sino más bien el comportamiento del siervo. El fiel frente a su Dios elige un comportamiento de total disponibilidad, sin cálculos ni contratos. Surge pues la concepción económica de la religión, la relación Dios-hombre no es la misma que la de uno que da el trabajo y la de un asalariado. El hombre debe donarse a Él con amor. La relación es más bien parecida al amor nupcial, que es una relación de donación libre de todo cálculo. Del mismo modo en la comunidad cristiana nadie debe exigir prestigio o dignidad mayor por haber ofrecido prestaciones mayores. Todos deben reconocer que son “siervos inútiles”, serenos y felices de tener la oportunidad de dar, de poder amar y sacrificarse por Dios y por los demás sin la férrea lógica del capitalismo productivo. Quedan canceladas todas las dobles partidas de “dar” y “tener” y se celebra el gozo de la salvación que Dios ofrece sólo pasando a través de las obras de nuestras manos y el anuncio de nuestra palabra.
Sugerencias pastorales
Esta espléndida meditación sobre la fe que nos ofrece el leccionario bíblico, puntualiza algunos aspectos fundamentales del creer bíblico.
- Creer es lograr leer la historia según la misma óptica de Dios, es condividir las esperas y los juicios.
- Creer es la superación de la religión de óptica “económica” y meritocrática a través de la opción por el amor y la entrega total. Una madre ama por una efusión interior espontánea sin calcular las ventajas que pueda obtener. La parábola evangélica es una invitación a superar las prácticas religiosas conducidas por costumbre, tradición, conveniencia, temor a la muerte etc. para poder alcanzar la entrega gozosa de la fe.
Cortesía boletín electrónico Ecuvives
5 Los apóstoles pidieron al Señor: --Danos más fe. 6 El Señor les contestó: --Si ustedes tuvieran fe, aunque solo fuera del tamaño de una semilla de mostaza, podrían decirle a este árbol: 'Arráncate de aquí y plántate en el mar', y les haría caso. 7 "Si uno de ustedes tiene un criado que regresa del campo después de haber estado arando o cuidando el ganado, ¿acaso le dice: 'Pasa y siéntate a comer'? 8 No, sino que le dice: 'Prepárame la cena, y dispónte a atenderme mientras yo como y bebo. Después podrás tú comer y beber.' 9 Y tampoco le da las gracias al criado por haber hecho lo que le mandó. 10 Así también ustedes, cuando ya hayan cumplido todo lo que Dios les manda, deberán decir: 'Somos servidores inútiles, porque no hemos hecho más que cumplir con nuestra obligación.' "
[…] la perícopa de San Lucas del c. 17… está compuesta de dos datos distintos, un loghion de Jesús (vv.5-6) y una parábola (vv.7-10). La frase de Jesús nace de una pregunta espontánea y sincera de los Apóstoles: “¡Aumenta nuestra fe!”. Frente a la totalidad del compromiso solicitado por Jesús, frente a los sufrimientos y las dificultades del camino, esta petición es muy natural. Jesús les contesta celebrando la fuerza infinita de la fe. En efecto, la fe, pone al hombre en comunión con Dios, haciéndolo así partícipe de su potencia creadora y salvadora.
La imagen que Jesús usa, es sumamente viva: el árbol de la mora tiene raíces resistentes, bien profundas en la tierra y las tempestades no la pueden arrancar. Por el contrario, la fe, aunque se reduzca a un pequeñísimo fragmento microscópico, sí la puede arrancar.
Jesús pasa después a ilustrar la actitud del verdadero fiel. Y lo hace con una parábola, a primera vista, aburrida y “capitalista”. Un patrón vulgar y prepotente frente a su servidumbre que fustiga con su indiferencia egoísta y con su cinismo, ¿cómo puede convertirse en un símbolo de Dios? Lucas ya había dicho exactamente lo contrario a esta parábola en 12,37 “Dichosos los siervos que cuando llega el patrón los encuentra todavía despiertos; en verdad os digo, se atará sus vestiduras, los sentará en la mesa y les servirá”. Nuestra parábola se convierte, por el contrario, en algo comprensible si tratamos de buscar el verdadero sentido. El sujeto dominante no es el patrón y su comportamiento, sino más bien el comportamiento del siervo. El fiel frente a su Dios elige un comportamiento de total disponibilidad, sin cálculos ni contratos. Surge pues la concepción económica de la religión, la relación Dios-hombre no es la misma que la de uno que da el trabajo y la de un asalariado. El hombre debe donarse a Él con amor. La relación es más bien parecida al amor nupcial, que es una relación de donación libre de todo cálculo. Del mismo modo en la comunidad cristiana nadie debe exigir prestigio o dignidad mayor por haber ofrecido prestaciones mayores. Todos deben reconocer que son “siervos inútiles”, serenos y felices de tener la oportunidad de dar, de poder amar y sacrificarse por Dios y por los demás sin la férrea lógica del capitalismo productivo. Quedan canceladas todas las dobles partidas de “dar” y “tener” y se celebra el gozo de la salvación que Dios ofrece sólo pasando a través de las obras de nuestras manos y el anuncio de nuestra palabra.
Sugerencias pastorales
Esta espléndida meditación sobre la fe que nos ofrece el leccionario bíblico, puntualiza algunos aspectos fundamentales del creer bíblico.
- Creer es lograr leer la historia según la misma óptica de Dios, es condividir las esperas y los juicios.
- Creer es la superación de la religión de óptica “económica” y meritocrática a través de la opción por el amor y la entrega total. Una madre ama por una efusión interior espontánea sin calcular las ventajas que pueda obtener. La parábola evangélica es una invitación a superar las prácticas religiosas conducidas por costumbre, tradición, conveniencia, temor a la muerte etc. para poder alcanzar la entrega gozosa de la fe.
Cortesía boletín electrónico Ecuvives
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