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11 diciembre 2007

ANTECEDENTES PATRONALES DE GAMESA

EN LA DÉCADA DE LOS VEINTE se encontraba funcionando la fábrica de pastas denominada “Lara, S.A.,” propiedad de los hermanos Raúl y Gustavo Lara Cuéllar, fundada en 1917 en Monterrey, N.L. (Raúl contrajo matrimonio con Leonor Benítez Galindo, hija del Lic. Pedro Benítez Leal, Gobernador de Nuevo León 1900-02). Puede considerársele como el antecedente más remoto de lo que con el tiempo se convirtió en GAMESA. En 1921, los hermanos Santos González (Alberto, Ignacio y Manuel) adquirieron el cincuenta por ciento de las acciones de fábrica “Lara, S.A.” y cambiaron la denominación social a “Lara y Santos,” con el logotipo “LYSA.”

La planta Lara fabricaba solamente pastas. Cuando intervinieron los hermanos Santos, comenzó la producción de galletas.

Cuatro años después, en 1926, cambió la razón social de Lara y Santos a la de “Industrial, Fábrica de Galletas y Pastas, S.A.” El cambio obedeció al cambio de propietarios, según narra doña Francisca de Hoyos, viuda de don Alberto Santos, el promotor de la industria harinera en la región. Los hermanos Santos se hicieron de la planta al comprar la parte de los otros socios.

Una nueva transformación de la fábrica se da en el año 1948 al cambiar su razón social a: La Galletera Mexicana, S.A. "GAMESA", nombre diseñado por el mismo don Alberto. La nueva planta se construyó en los terrenos propiedad de los hermanos Santos ubicados en San Nicolás de los Garza, N.L.

Don Alberto Santos, “El Patron”


EN LA LEY FEDERAL DEL TRABAJO, que entró en vigor el 1o. de mayo de 1970, durante el sexenio de Díaz Ordaz, se consagró un nuevo derecho para los trabajadores de disfrutar de 15 minutos para ir a comer. El Legislador no estableció si era a cuenta del patrón, o esos 15 minutos eran absorbidos por los trabajadores en su jornada.


Ante lo anterior, surgieron distintas discusiones entre empresas, sindicatos y trabajadores, y en particular en Nuevo León, sobre quién debía absorber esos 15 minutos de descanso.

Entre otras empresas afectadas resultó GAMESA, cuyo cuerpo jurídico sostenía que esos 15 minutos no le correspondían pagarlos a la empresa; que deberían correr por cuenta de los trabajadores.

Los trabajadores de su parte alegaban que la Nueva Ley del Trabajo introducía nuevas conquistas laborales, en este caso se establecía el descanso a costa de los propios patrones, de tal manera que en los juicios se proporcionaron los alegatos y pruebas. En el juicio que con ese motivo entabló el sindicato de GAMESA afiliado a la CTM demandando el pago de (creo que dejó correr los dos años) cuartos de hora dobles porque eran netas… lo que ascendía a 2 ó 3 millones de pesos. Los trabajadores presentaron una prueba contundente: un peritaje de ingenieros especialistas en “tiempos y movimientos” estableciendo que con ese descanso que los trabajadores de 15 minutos rehacían sus energías gastadas en la mitad de la jornada y recuperaban una producción mayor que podía ascender de un 20% a un 30%, y que eso indudablemente favorecía a los patrones.

Basado en eso, la Junta Local de Conciliación falló a favor de los trabajadores, resolviendo que GAMESA debería de pagar el monto de los 15 minutos por el tiempo que dejaron de pagarlos a cuenta doble, o sea, el tiempo extra, cuyo laudo ascendía aproximadamente a 2 ó 3 millones de pesos.

Así las cosas, surge un simpático incidente entre Don Alberto Santos y el Presidente de la Junta de Conciliación y Arbitraje.

Ambos hasta cierto punto amigos entendidos en el uso de un lenguaje pesadito con eso de que se llevaban… y se encuentran en un estacionamiento que se localiza en Juan Ignacio Ramón y Pino Suárez, detrás de la Botica Benavides, el Presidente de la Junta trata de estacionar su coche en el lado sur del estacionamiento en los momentos en que Don Alberto salía del propio estacionamiento de sur norte con su carro nuevo, y desde allá, a una distancia de 30 metros, le grita Don Alberto al Presidente de la Junta:

— ¡Qué friega me arrimaste! ¿Con qué crees que voy a pagar esos 2 ó 3 millones de pesos que me condenaste?


— Muy sencillo Don Alberto, quítale las patitas a las galletas de animalitos y la trompa al elefante y con eso se repone…!

Don Alberto contestó, inmediatamente: “las vendo pesadas “pendejo”!…

— Bueno, pues, ese es su problema Don Alberto…

Pero en eso Don Alberto le da reversa a su coche y se lleva la puerta con un puntal del techo…Y mira ahora esto… ¿a dónde lo llevo?

— Al seguro…

— No tengo seguro, si lo acabo de comprar…


— Para eso sí tiene un buen abogado que lo meta a una compañía de seguros que él maneja…

Ese fallo fue ratificado, entiendo que por la Suprema Corte. No sé cuál es el criterio actual. El punto fundamental de esta anécdota que nace de un problema real, con palabras de los protagonistas.

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