En el contexto del muy merecido homenaje al expansivo y contradictorio, genial y extravagante dramaturgo mexicano, recientemente fallecido, Juan José Gurrola , asistí en calidad de espectador a una obra teatral gozosa y sorprendente que tuvo al universitario foro Juan Ruiz de Alarcón , como inmejorable escenario privilegiado de realización: Las Mil y una Noches al Pastor . Con este trabajo, se trata de un notable espectáculo teatral musicalizado, el cual, con fundamento inspirador en el clásico texto árabe de Las Mil y una Noches , representa una barroca puesta en escena que bajo la dirección además protagónica de Jesusa Rodríguez y con los papeles centrales de Liliana Felipe , Carlos Bieletto y Omar Olvera , amén de un memorablemente promiscuo, lúbrico y enloquecido harem del Sultán Charriar , recrea con sorna y extraordinarias licencias una obra de teatro musicalizado, para hacerlo devenir en el montaje-pretexto para la sátira política que se inscribe en la continuidad de una larga tradición histórico-política teatral de la dramaturgia de compromiso , que transitaron figurones, por ejemplo, entre muchos más, de la talla de un Bertold Brecht o un Darío Fo y que logra, muy bien, poner en el centro una gozosa y acrimónica crítica política a los sinsentidos morales que gobiernan la lógica-ilógica del delincuencial y oscurantista, pudoroso y depredador gobierno neoliberal de Felipe Calderón y sus 40 ladrones. Y desde luego, con Carlos Slim , el hombre más rico de América Latina, como emblemático botón de muestra de la canallesca apropiación privada de la riqueza social.
Quizás, el aspecto en que con mayor atingencia el producto escénico se logra mejor, sea aquel que confronta al espectador, desde un mordaz humor, con la oblicua, compleja e hipócritamente pudorosa relación de los mexicanos con sus cuerpos , justo en momentos cuando la estupidez congénita que comanda la embestida conservadora en nuestro país, amenaza con regresarnos, de golpe y porrazo, a un descerebrado y decimonónico Estado confesional autocentrado en el miedo a Dios con fundamento en la represión sexual y que, si se los deja, mal podría devolvernos a la más cavernícola premodernidad, publicitada con dudosa elocuencia desde su doble moral , por el mojigato y reaccionario, contraproducente y catecúmeno régimen panista .
La puesta en escena, en tal sentido, somete a los valores dominantes a un ejercicio de pensada demolición contramoral , desde una apertura de criterios que lo mismo persigue a la homofobia , que denuncia las ausencias, auténticos hoyos negros (sin albur…) de la nula educación sentimental –y política, por desgracia- de la mayoría de nuestros connacionales que han coadyuvado a posibilitar, por ejemplo, provocaciones del tamaño de ésa que los cristeros de Catedral Metropolitana montaran en ocasión del encuentro en la plancha del zócalo capitalino de la CND obradorista y que, por cierto, se dejó provocar, cayendo en ella y dándole alas a un rampante conservadurismo católico que, en un escenario de genuina transición elementalmente democrática para México, termina demostrándonos que el clero , indefectiblemente, será parte del problema con sus resistencias a superar, nunca de las soluciones que en materia de revolución sexual debemos todos alentar, si se aspira con sinceridad a la más genuina y plena emancipación integral con libertad para todos.
Salgo de la sabatina representación teatral jesusiana , sin dudas sobre su indubitable talento para la práctica mordaz de un teatro de compromiso militante, mordiente y sacudidor de conciencias, desde la pertinente trinchera del humor y que nos explica muy bien, con su denuncia valiente, dicho sea de paso, por qué se está perdiendo la lucha contra la pandemia del sida merced a la desinformación , la doble moral que apuesta a perpetuar el interdicto , frente a las ansias de una transgresión liberadora que reclama una sexualidad libre, plena e informada y que el status quo proscribe con cerril autoritarismo moralino .
La obra que Jesusa Rodríguez dirige y actúa, nos revela la naturaleza diversa de una sociedad todavía sancionada en el orden moral por una Iglesia catecúmena , que niega la sublimidad del sexo y su exuberante belleza, ante la visión que de él ofrece la fe religiosa , como algo sucio que debe permanecer oculto o ausente, apostándole con ceguera por la represión y la ignorancia, que ha de desterrarse si se aspira al goce erótico y la libertad informada , y responsablemente desembarazada de prejuicios y estupidez.
Y agregaría, tal vez, lo que me enfada, en una obra ambivalentemente dinámica, casi sin caídas, que me recordó la parcialidad del realismo socialista del infausto tiempo estaliniano, cuando, de acuerdo puntualmente con el acta de acusación en regla que con filo crítico se esgrime contra el delincuencial panismo usurpador del gobierno federal , debido al fraude electoral del 2006 y que nadie ha logrado demostrar que no lo hubiera, sospechosamente silencie, atrincherada en una visión parcial, acaso oficiosa también, de los excesos, no menores, de los gobiernos amarillos del insulso perredismo que es “izquierda” , acaso, sólo que del capital .
Al parecer, Jesusa Rodríguez finge desconocer que, el hecho de que los panistas sean peores en el ámbito de la partidocracia, ello no hace de los gobiernos perredistas, ni priístas, algo bueno, ni tampoco alternativo. Esta fue la razón, individual, que me hizo echar de menos, el abarcamiento de su estimulante sátira política, hacia algunos personajes del reino amarillo de sus sueños , como la Mariagna (¿Martiagna?) del Marcelino enhielador de pistas patinadoras decembrinas, para el solaz esparcimiento de la plebe “emancipada” por la bondad de los regímenes amarillos . No es accidente que, en C.U., la misma Jesusa dijera, días antes, sobre la huelga del CGH, en parcial desplante obradorista suyo que la exhibe, lo siguiente: “Fue brutal y creo que (los estudiantes) aún no despiertan del golpe de lo que fue, casi, el secuestro de la UNAM ”. Sorprendente su parcial desinformación, ¿no es así?
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