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25 octubre 2007

LUCAS 18, 9-14 / LA LECCIÓN DEL FARISEO Y EL PUBLICANO

El Evangelio (Leccionario Domingo 28-10-2007)

En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: - «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: "¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo." El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador." Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»

En la parábola que nos presenta Jesús, aparecen estos dos personajes principales, con actitudes diametralmente opuestas.

Mientras uno se jacta de su forma de ser, el otro reconoce todo el pecado que está presente en su vida.

Ya desde la introducción a la Parábola, Jesús identifica cual es la actitud de sus interlocutores "se tienen por justos y desprecian a los demás". En el desarrollo del texto aparecen contrapuestas dos actitudes posibles ante Dios, la de quien se reconoce como "justo" ante Dios, y la de quien asume su debilidad y miseria.

Recordemos brevemente que un fariseo era una persona que dedicaba su vida a vivir de la forma más radical posible la ley de la torá, los preceptos entregados por Dios a su pueblo por medio de Moisés. Sin embargo, al pasar de los años, éstos fueron fijando su interés y esfuerzo en cumplir la letra de la Ley, vaciándola de su contenido más profundo: se fijaban en los preceptos de dicha ley, especialmente en lo referido al culto, la limosna, el sábado y el ayuno.

Por otro lado el publicano, era un hombre especialmente despreciado en el contexto de la sociedad judía, recordemos que eran colaboracionistas con la causa romana, no sólo trabajaban para ellos, sino que se aprovechaban exigiendo impuestos usureros, que redundaban en beneficio personal. En este contexto, suena comprensible la actitud del fariseo, en comparación a la del publicano.

Pero lo que nos importa son las palabras de Jesús: "...Este bajó a su casa en gracia de Dios y aquél no..." O sea a los ojos de Dios la actitud del publicano es la correcta en desmedro de la del fariseo.. ¿Por qué?.

Recordemos lo que decíamos al principio: La humildad pasa por reconocer en lo personal y en los demás la realidad de las cosas, esto quiere decir que es muy importante, asumir que uno es lo que es y no lo que quisiera ser. Una buena cuota de madurez personal exige reconocerse con lo bueno y lo malo que uno tiene, pero ése es justamente el meollo del asunto. El Fariseo no era capaz de reconocerse, se sentía justificado por sus obrar externas, pero le faltaba lo principal que era vivir espíritu de la Ley y lo que es más importante convertirse de corazón para dejar que Dios entrara en su vida.

Seguramente el publicano cargaba su espalda con muchos pecados en contra de su prójimo, pero sin embargo, se reconoce y asume su limitación y pecado, entendiendo que la única forma de acercarse a Dios y de recibir su misericordia, es asumiendo su realidad más cruda.

Tengamos en cuenta que Dios no se fija en lo exterior, o en los rangos o en la investidura de quien se acerca a él, sino que escudriña en lo más profundo del corazón del hombre, para descubrir cuánto de su vida ha sido capaz de asumir.

¿Qué otra cosa nos dice el texto? De alguna forma la justificación de la Parábola se encuentra en la introducción que hace Lucas: "Dijo también a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás"

¿Quiénes somos estos personajes en nuestra realidad concreta?

Sin buscar identificar con nombres concretos, si podemos perfilar esas actitudes nefastas que son repudiadas por Dios: el prepotente, el autosuficiente, el que siempre se siente con derechos frente a los demás, el que busca aparentar lo que no es.., en fin, sabemos que la lista es larga, ¿pero cuánto de esto hay en nosotros?, debemos poner los pies en la tierra, no mirar muy lejos, pues seguramente nosotros mismos somos así. ¿o a caso basta ser parte de una comunidad cristiana para ser mejor? ó el hecho de ser animador o líder de mi comunidad me salva automáticamente? No nos engañemos, y lo que es peor no intentemos engañar a Dios, el sí sabe de nuestras miserias y limitaciones y por eso exige de nosotros la Humildad... pero como decía antes esa humildad que brota del autoconocimiento, del re-conocimiento.

CONTEMPLACION

*Asumir la propia persona: Reconocer mis limitaciones, aceptar que me equivoco, ser tolerantes con los demás.

*Ser humildes: Dejar la arrogancia para con Dios y con los hermanos.

*Acercarse especialmente a los más pobres a los despreciados de la sociedad, ellos pueden mostrarnos el rostro de Dios.

*Asumir la realidad de mi comunidad: Quizás no todo va tan bien, o al revés quizás no todo es malo. Ser concientes de nuestra realidad pasa por evaluar y asumir lo bueno y lo no tan bueno de ella.

*Apertura al Cambio: No todo está dicho, nunca es tarde para cambiar, recordemos que siempre Dios está a la puerta esperando que le abramos el corazón.

Ricardo Ortiz Pardo

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