Por: Rogelio Cedeño Castro
I
El movimiento cívico y popular contra la dictadura neoliberal y un gran sector del pueblo costarricense, por lo general el más instruido y preocupado por el futuro de una nación, amenazada de muerte por los intereses imperiales, acaba de dar una lucha ejemplar y heroica frente al terror y la mentira, instaladas como si fueran la verdad en el seno de una sociedad que se ha jactado, durante mucho tiempo, de acudir a las prácticas democráticas para solucionar sus conflictos, aunque jamás empleó las de la democracia directa, tales como las del referéndum o el plebiscito.
Sólo cuando el modelo de una presunta democracia, basada en la representación se les gastó hasta el punto de que los representantes habían llegado a representarse sólo a sí mismos, o lo que es peor, exclusivamente a los intereses de los detentadores del poder y la riqueza, es que las elites tuvieron que acceder a la realización de un referéndum popular para decidir la suerte del TLC con los Estados Unidos.
Pese a lo anterior, el referéndum ya venía establecido como una trampa envenenada para frustrar los afanes libertarios de un pueblo, como el de Costa Rica, que veía en él la oportunidad de hacerse, por primera vez, el amo de su destino rechazando un acuerdo colonial, firmado y negociado, a sus espaldas por un puñado de tecnócratas y oligarcas.
Los medios de comunicación, propiedad de un puñado de familias de la oligarquía y vinculados a intereses extranjeros de la antipatria se encargaron, desde el inicio de frustrar y minimizar el sentido de un referéndum que sólo de mala gana habían aceptado. Una campaña sistemática de desinformación, como en los mejores tiempos del ministro de propaganda de la Alemania Nazi, Joseph Goebbels, terminó por distorsionar cualquier posibilidad de información y debate serio entre el conjunto de la población, lo que necesariamente afectó las posibilidades de una decisión consciente y acorde con la gravedad de los dilemas planteados, a partir del TLC con los Estados Unidos.
No sólo fueron los votos del miedo, sino los de la desinformación y el liberticidio contra sus propios intereses, los que acabaron por distorsionar el sentido del referéndum y la democracia directa, por lo que ambos corren el riesgo de haber sido sólo un sueño que no volverá a tener vigencia, sobre todo porque el TLC se coloca por encima de toda expresión de la soberanía popular.
Es como si, de ahora adelante, en vez de presidentes de la república, el pueblo solamente podrá elegir una especie de mayordomos del capital transnacional, tal y como indicaba hace algunas semanas, el ingeniero y dirigente socialdemócrata, Rolando Araya Monge, cuando se le preguntó si volvería a aspirar a la presidencia de la república, en el caso de que el TLC terminara por ser impuesto, cosa que aun no ocurre afortunadamente, pues aun faltan muchas jornadas intensas de lucha.
Sin embargo, en medio de la noche neoliberal que aun no se disipa, el pueblo de Costa Rica acaba de llevar adelante una epopeya, cuyos alcances se verán solo a lo largo de los próximos años: la organización de los comités patrióticos, a lo largo y a lo ancho del territorio nacional como una forma democrática, plural y creativa de lo mejor del pueblo costarricense enfrentada al clientelismo y la dictadura neoliberal.
II
Cuando a un trabajador se le dice que, en el caso de no ganar en las urnas la alternativa del imperio, mejor que ni regrese a su centro de trabajo el día lunes siguiente o incluso que vaya por su carta de despido, pues la empresa se trasladará a otro país donde la mano de obra sea más barata y más dócil a los designios de los amos del mundo, resulta evidente que estamos ante la expresión más abierta del totalitarismo y la dictadura neoliberales.
Todo esto y mucho más es lo que acaba de ocurrirle a miles de trabajadores costarricenses de las empresas maquiladoras, ubicadas dentro del régimen de zonas francas y vinculadas al sector exportador, el domingo 7 de octubre recién pasado, a raíz del referéndum convocado para decidir la aprobación o el rechazo del TLC con los Estados Unidos (CAFTA, por sus siglas en inglés). Es por ello que seguir hablando de que el referéndum fue la expresión de la voluntad popular y de la existencia de una sana democracia, es cuando menos un insulto a la inteligencia.
No conformes con haber distorsionado, de manera sistemática y deliberada, la posibilidad de cualquier debate serio entre el conjunto de la población acerca de la consecuencias que traerá ese protocolo impuesto, más no negociado por los tecnócratas al servicio de los intereses del capital transnacional y los intereses geopolíticos de la Casa Blanca, los medios de comunicación masiva continúan cacareando que sólo estaban ejerciendo su libertad de prensa, basada en la negación del elemental derecho a la información equilibrada del conjunto de los habitantes del país.
El gran debate que hizo falta durante la etapa previa a la realización del referéndum fue el de los medios de comunicación y su influencia sobre el conjunto de la vida social y política del país. Es decir unos medios electrónicos y de prensa que no comunican, sino que por el contrario distorsionan la realidad, de acuerdo con los intereses de un pequeño grupo dominante, por lo que mientras no se enfrente, de verdad y con hechos, el caso de quienes confunden la libertad de comercio, que venden y rotulan como libertad de prensa, con el derecho de todos los habitantes de Costa Rica a contar con una información pronta y veraz, para poder tomar sus propias decisiones de manera autónoma y en verdad libre, continuaremos sufriendo las consecuencias de un peligroso déficit democrático. En otras palabras, todo lo contrario del modelo de libertad de prensa que propone la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), cuya próxima asamblea anual tendrá lugar en Caracas durante los primeros meses de 2008.
III
Fue así como el horror que le produce a las elites del poder económico y político la idea misma de una consulta directa en las urnas, al conjunto de la población sobre temas vitales para todos, terminó por distorsionar el sentido de la primera experiencia de democracia directa en la historia de Costa Rica, el más meridional de los cinco países que formaron parte, entre 1824 y 1848, la República Federal de Centroamérica.
Es más, podemos afirmar, sin ninguna duda que el primer referéndum de nuestra historia republicana se convirtió en una grotesca burla a la voluntad popular gracias a la intimidación, la mentira y el miedo sistemáticos, inoculados a través de la férrea dictadura mediática que existe en nuestro país.
Se trata de la continuidad histórica de las formas de represión ideológica, en las que han sido maestros los sectores dominantes en la sociedad costarricense, pero que estuvieron y están todavía a punto de desbordarse, en lo que podría significar el paso de la violencia simbólica a la violencia física más descarnada, ante la imposibilidad de encontrar soluciones “a la costarricense”, en las que además no están muy interesados, en especial por su afán de incorporarse, de manera plena, a las dinámicas políticas y económicas de una globalización sin rostro humano.
Creemos que nunca se habrá insistido, de manera suficiente, acerca de la naturaleza absolutamente singular de esta experiencia democrática que, en el caso de Costa Rica, apareció muy tarde en el escenario histórico y en el de los demás países centroamericanos, no llegó a aparecer jamás sobre todo si tenemos en cuenta que el Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica y los Estados Unidos (TLC CAEU-RD), marca el cierre de un período histórico que al igual que el desenlace de la guerra civil centroamericana, de los años setenta y ochenta, expresa no sólo una restauración oligárquica, sino también la imposibilidad de una sociedad, basada en la democracia efectiva para los países de la región. Es por esto que la lucha aun no concluida, en el caso de Costa Rica, tiene una importancia estratégica para todo el movimiento popular centroamericano.
IV
La elaboración y difusión de conocimiento acerca de un tema tan complejo y tan delicado para la vida misma de los pueblos de la región, como es el caso del TLC con los Estados Unidos, constituye un hecho único entre los países del área centroamericana y del Caribe. Más de treinta libros y centenares de artículos que expresan posturas críticas bien fundamentadas, sobre un protocolo que transforma, de manera radical, toda la institucionalidad y el ordenamiento jurídico que sirvió de base a un “modelo social y político costarricense”, a partir del cual Costa Rica presenta indicadores económicos y sociales que expresan todavía una diferencia radical con los de los restantes países centroamericanos.
Los graves problemas de legitimación que continuarán presentándose, de manera recurrente, en el escenario político y social costarricense, durante los próximos años estarán directamente relacionados con esa conciencia lúcida que se generó en un gran sector del pueblo, al democratizarse el conocimiento elaborado inicialmente por un sector de la intelligentsia que resolvió ligar su destino con las capas populares.
La difusión y apropiación de conocimiento entre las mujeres, los jóvenes, los campesinos y los pueblos originarios alcanzó alturas insospechadas que expresan una singularidad costarricense, digna de un atento estudio, siendo muy notable el abrumador rechazo electoral al TLC entre los agricultores en general y entre los pueblos originarios como los bribris, cabécares, malekus, terebés, borucas y gnöbes quienes han dado un ejemplo a otros sectores de la población, que estamos convencidos habrá de fructificar en el marco de las duras jornadas de lucha que nos esperan a los costarricenses, a lo largo de los próximos meses.
I
El movimiento cívico y popular contra la dictadura neoliberal y un gran sector del pueblo costarricense, por lo general el más instruido y preocupado por el futuro de una nación, amenazada de muerte por los intereses imperiales, acaba de dar una lucha ejemplar y heroica frente al terror y la mentira, instaladas como si fueran la verdad en el seno de una sociedad que se ha jactado, durante mucho tiempo, de acudir a las prácticas democráticas para solucionar sus conflictos, aunque jamás empleó las de la democracia directa, tales como las del referéndum o el plebiscito.
Sólo cuando el modelo de una presunta democracia, basada en la representación se les gastó hasta el punto de que los representantes habían llegado a representarse sólo a sí mismos, o lo que es peor, exclusivamente a los intereses de los detentadores del poder y la riqueza, es que las elites tuvieron que acceder a la realización de un referéndum popular para decidir la suerte del TLC con los Estados Unidos.
Pese a lo anterior, el referéndum ya venía establecido como una trampa envenenada para frustrar los afanes libertarios de un pueblo, como el de Costa Rica, que veía en él la oportunidad de hacerse, por primera vez, el amo de su destino rechazando un acuerdo colonial, firmado y negociado, a sus espaldas por un puñado de tecnócratas y oligarcas.
Los medios de comunicación, propiedad de un puñado de familias de la oligarquía y vinculados a intereses extranjeros de la antipatria se encargaron, desde el inicio de frustrar y minimizar el sentido de un referéndum que sólo de mala gana habían aceptado. Una campaña sistemática de desinformación, como en los mejores tiempos del ministro de propaganda de la Alemania Nazi, Joseph Goebbels, terminó por distorsionar cualquier posibilidad de información y debate serio entre el conjunto de la población, lo que necesariamente afectó las posibilidades de una decisión consciente y acorde con la gravedad de los dilemas planteados, a partir del TLC con los Estados Unidos.
No sólo fueron los votos del miedo, sino los de la desinformación y el liberticidio contra sus propios intereses, los que acabaron por distorsionar el sentido del referéndum y la democracia directa, por lo que ambos corren el riesgo de haber sido sólo un sueño que no volverá a tener vigencia, sobre todo porque el TLC se coloca por encima de toda expresión de la soberanía popular.
Es como si, de ahora adelante, en vez de presidentes de la república, el pueblo solamente podrá elegir una especie de mayordomos del capital transnacional, tal y como indicaba hace algunas semanas, el ingeniero y dirigente socialdemócrata, Rolando Araya Monge, cuando se le preguntó si volvería a aspirar a la presidencia de la república, en el caso de que el TLC terminara por ser impuesto, cosa que aun no ocurre afortunadamente, pues aun faltan muchas jornadas intensas de lucha.
Sin embargo, en medio de la noche neoliberal que aun no se disipa, el pueblo de Costa Rica acaba de llevar adelante una epopeya, cuyos alcances se verán solo a lo largo de los próximos años: la organización de los comités patrióticos, a lo largo y a lo ancho del territorio nacional como una forma democrática, plural y creativa de lo mejor del pueblo costarricense enfrentada al clientelismo y la dictadura neoliberal.
II
Cuando a un trabajador se le dice que, en el caso de no ganar en las urnas la alternativa del imperio, mejor que ni regrese a su centro de trabajo el día lunes siguiente o incluso que vaya por su carta de despido, pues la empresa se trasladará a otro país donde la mano de obra sea más barata y más dócil a los designios de los amos del mundo, resulta evidente que estamos ante la expresión más abierta del totalitarismo y la dictadura neoliberales.
Todo esto y mucho más es lo que acaba de ocurrirle a miles de trabajadores costarricenses de las empresas maquiladoras, ubicadas dentro del régimen de zonas francas y vinculadas al sector exportador, el domingo 7 de octubre recién pasado, a raíz del referéndum convocado para decidir la aprobación o el rechazo del TLC con los Estados Unidos (CAFTA, por sus siglas en inglés). Es por ello que seguir hablando de que el referéndum fue la expresión de la voluntad popular y de la existencia de una sana democracia, es cuando menos un insulto a la inteligencia.
No conformes con haber distorsionado, de manera sistemática y deliberada, la posibilidad de cualquier debate serio entre el conjunto de la población acerca de la consecuencias que traerá ese protocolo impuesto, más no negociado por los tecnócratas al servicio de los intereses del capital transnacional y los intereses geopolíticos de la Casa Blanca, los medios de comunicación masiva continúan cacareando que sólo estaban ejerciendo su libertad de prensa, basada en la negación del elemental derecho a la información equilibrada del conjunto de los habitantes del país.
El gran debate que hizo falta durante la etapa previa a la realización del referéndum fue el de los medios de comunicación y su influencia sobre el conjunto de la vida social y política del país. Es decir unos medios electrónicos y de prensa que no comunican, sino que por el contrario distorsionan la realidad, de acuerdo con los intereses de un pequeño grupo dominante, por lo que mientras no se enfrente, de verdad y con hechos, el caso de quienes confunden la libertad de comercio, que venden y rotulan como libertad de prensa, con el derecho de todos los habitantes de Costa Rica a contar con una información pronta y veraz, para poder tomar sus propias decisiones de manera autónoma y en verdad libre, continuaremos sufriendo las consecuencias de un peligroso déficit democrático. En otras palabras, todo lo contrario del modelo de libertad de prensa que propone la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), cuya próxima asamblea anual tendrá lugar en Caracas durante los primeros meses de 2008.
III
Fue así como el horror que le produce a las elites del poder económico y político la idea misma de una consulta directa en las urnas, al conjunto de la población sobre temas vitales para todos, terminó por distorsionar el sentido de la primera experiencia de democracia directa en la historia de Costa Rica, el más meridional de los cinco países que formaron parte, entre 1824 y 1848, la República Federal de Centroamérica.
Es más, podemos afirmar, sin ninguna duda que el primer referéndum de nuestra historia republicana se convirtió en una grotesca burla a la voluntad popular gracias a la intimidación, la mentira y el miedo sistemáticos, inoculados a través de la férrea dictadura mediática que existe en nuestro país.
Se trata de la continuidad histórica de las formas de represión ideológica, en las que han sido maestros los sectores dominantes en la sociedad costarricense, pero que estuvieron y están todavía a punto de desbordarse, en lo que podría significar el paso de la violencia simbólica a la violencia física más descarnada, ante la imposibilidad de encontrar soluciones “a la costarricense”, en las que además no están muy interesados, en especial por su afán de incorporarse, de manera plena, a las dinámicas políticas y económicas de una globalización sin rostro humano.
Creemos que nunca se habrá insistido, de manera suficiente, acerca de la naturaleza absolutamente singular de esta experiencia democrática que, en el caso de Costa Rica, apareció muy tarde en el escenario histórico y en el de los demás países centroamericanos, no llegó a aparecer jamás sobre todo si tenemos en cuenta que el Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica y los Estados Unidos (TLC CAEU-RD), marca el cierre de un período histórico que al igual que el desenlace de la guerra civil centroamericana, de los años setenta y ochenta, expresa no sólo una restauración oligárquica, sino también la imposibilidad de una sociedad, basada en la democracia efectiva para los países de la región. Es por esto que la lucha aun no concluida, en el caso de Costa Rica, tiene una importancia estratégica para todo el movimiento popular centroamericano.
IV
La elaboración y difusión de conocimiento acerca de un tema tan complejo y tan delicado para la vida misma de los pueblos de la región, como es el caso del TLC con los Estados Unidos, constituye un hecho único entre los países del área centroamericana y del Caribe. Más de treinta libros y centenares de artículos que expresan posturas críticas bien fundamentadas, sobre un protocolo que transforma, de manera radical, toda la institucionalidad y el ordenamiento jurídico que sirvió de base a un “modelo social y político costarricense”, a partir del cual Costa Rica presenta indicadores económicos y sociales que expresan todavía una diferencia radical con los de los restantes países centroamericanos.
Los graves problemas de legitimación que continuarán presentándose, de manera recurrente, en el escenario político y social costarricense, durante los próximos años estarán directamente relacionados con esa conciencia lúcida que se generó en un gran sector del pueblo, al democratizarse el conocimiento elaborado inicialmente por un sector de la intelligentsia que resolvió ligar su destino con las capas populares.
La difusión y apropiación de conocimiento entre las mujeres, los jóvenes, los campesinos y los pueblos originarios alcanzó alturas insospechadas que expresan una singularidad costarricense, digna de un atento estudio, siendo muy notable el abrumador rechazo electoral al TLC entre los agricultores en general y entre los pueblos originarios como los bribris, cabécares, malekus, terebés, borucas y gnöbes quienes han dado un ejemplo a otros sectores de la población, que estamos convencidos habrá de fructificar en el marco de las duras jornadas de lucha que nos esperan a los costarricenses, a lo largo de los próximos meses.
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