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29 noviembre 2007

Chantaje, el objetivo de 'La diferencia'

Por: Julio Pomar

Las “revelaciones” del nuevo dúo maléfico Rubén Aguilar Valenzuela-Jorge Castañeda Gutman se quedan en la periferia de la verdad, aunque no tienen más remedio que expresarla epitelialmente. Su libro, “La diferencia. Radiografía de un sexenio”, sacado de la manga de las prisas, cuando menos confirma que, como entonces decía López Obrador en medio de la burla siniestra de sus enemigos, hubo efectivamente un complot contra él y su candidatura a la presidencia desde Los Pinos y desde las más tupidas filas de grillos menores, como los dos autores, y los panistas y los empresarios ultras horrorizados ante el empuje de la fuerza popular obradorista. Confirma el film de Mandoki. Nada nuevo en ese sentido. Todo estaba sabido o entendido o inferido. Que hubo una conspiración hecha de mentiras, invenciones y calumnias contra AMLO no necesitaban venir a decirlo estos dos personajes, ambos de bajo calibre moral. Eso estaba claro desde la campaña y se confirmó a plenitud en el resultado trampeado del proceso electoral del 2006.


Sin haber leído el libraco de ambos, basta con haber acudido a El Universal y a Proceso para percatarse de qué clase de engendro han pergeñado estos sujetos, al alimón según parece, pero con el visto bueno del mismo Fox. Según desnuda la revista Proceso, Fox intervino resabiosa y activamente en el proceso electoral del 2006 a favor de Calderón: “El hecho de que Fox no haya transferido recursos del gobierno a Calderón, no significa que no lo haya ayudado más que con discursos y apariciones públicas”, transcribe la revista del texto del libro de marras.

Y aunque los autores se curan en salud, alegando que “ambos nos abstuvimos de escupir para arriba”, hacia Fox, su jefe de entonces, hoy sí lo hacen, cuando el guanajuatense ya no tiene el poder para castigarlos, con revelaciones que dejan sentado que Fox es un verdadero delincuente electoral y que, por ende, tienen razón los perredistas y los obradoristas cuando exigen juicio político contra el ex titular del Ejecutivo, ya que Fox perpetró un delito grave. ¿Puede haber delito más grave para una democracia que a la mayoría se le escamotee el voto, se le robe el resultado real de las urnas y se imponga a quien no ganó en buena lid?

El hecho de que en la versión final del libraco hayan decidido los autores cercenar el capítulo referente al desafuero de López Obrador (El Universal, lunes 26), confirma la endeble carga ética que los movió a escribirlo. Sólo parece ser, así, un recurso publicitario para seguir en el pandero de la atención pública y a la vez -el cual es el verdadero fondo de esta intención editorial- decirle a Calderón que si deja avanzar el juicio político contra Fox por sus latrocinios electorales o del fuero común u otros motivos, ellos están prestos a señalar cosas más graves del apoyo foxiano a Calderón, con lo cual le asestarían un golpe central a la pretensión de legalidad calderoniana para encumbrarse. El cual es un aviso para que de parte del calderonismo se detenga, de una vez por todas, cualquier asomo de enjuiciamiento al de las botas. Siguen actuando los dos alegres compadres como si estuvieran a sueldo de Fox -y quizá lo estén- y como si sus afirmaciones fueran a cambiar en algo la percepción de lo ocurrido en el 2006. En todo caso, la confirman, pero no abren ninguna nueva visión.

Todo lleva a pensar que en el propósito de estos señores está el chantaje de Fox hacia Calderón. No tuvo el guanajuatense que hacerlo él mismo, como se barruntaba. Sus agradecidos empleados lo están haciendo con entusiasmo aunque no tengan calidad moral o ética para hacerlo. El mensaje es claro: Si Calderón sigue dejando avanzar las investigaciones contra Fox, éste o ellos mismos hablarán más de lo que ya lo están haciendo los alegres compadres en su libro en cuanto a la ilegal intromisión foxista en el apoyo electoral a Calderón. Lo cual configura, en su conjunto, un episodio entre cómplices (la mafia que se protege a sí misma) que pretende dejar en la oscuridad quién sabe cuáles y cuántas otras cosas. Palabras clave del chantaje a Calderón son aquellas en que Aguilar y Castañeda señalan: hay que “entender lo que la fabricación (de acusaciones contra Fox) esconde o deja ver, descifrar lo que la exageración, el embuste o la distorsión encriptan”, en la mezcla rodante de “testimonios, relatos, encuentros, versiones y chismes”.

Lo dicho. Este libro no pasará de ser un libelo, una piedra dispuesta a ser lanzada a la cabeza del actual jefe de la administración pública federal, Calderón, por si se le ocurriera deslindarse en serio de su antecesor. La aparición sorpresiva de “La diferencia” puede leerse en ese contexto, aunque existan otras motivaciones que la hayan provocado. Entre mafiosos se vean y lean la buenaventura. Falta ver qué querrá o podrá hacer Calderón al respecto.

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