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28 noviembre 2007

LA ORDALÍA DE RAMÍREZ ACUÑA

ÍNDICE POLÍTICO

FRANCISCO RODRÍGUEZ


Dios mira las manos limpias, no las manos llenas

Pubilus Syrius

SEGURO USTED SABE que una ordalía es algo así como un duelo o tormento que, en la Edad Media, se sostenía con el mismísimo Dios.

Meter las manos al fuego por algo o alguien es una ordalía: un reto al Creador.

Y por segunda ocasión, el secretario de Gobernación del señor Felipe Calderón reta a la divinidad superior. Dice seguir metiendo las manos al fuego por Vicente Fox.

Lo sabemos católico. Muuuy católico. Por lo que personalmente supongo que cada una de estas ocasiones que le arroja el guante a Dios, debe correr de inmediato con el capellán de Bucareli a confesar semejante pecado que debe ser mortal de necesidad. A menos que espere hasta el fin de semana para ir a contarle todo, absolutamente todo, al Cardenal de Guadalajara.

Creencias religiosas aparte, no estaría de más apuntarle al señor Ramírez Acuña que, por más que se quiera o respete a una persona, siempre será difícil responder por ella en todo momento y bajo toda circunstancia. Por más que se crea en alguien, siempre será arriesgado en grado sumo batirse a duelo por su integridad. Y menos con Dios.

La historia política de nuestro país esta repleta de manos quemadas y de reputaciones achicharradas en la pira de la realidad.

Poner las manos en el fuego por alguien como Vicente Fox, implica muchos peligros... aparte de condenarse al infierno, claro, donde no nada más arderán sus manos sino toda su ¿humanidad?

Pero si insistiera, si por tercera ocasión quisiera lavar con sangre con la prez y honra de Vicente Fox, habría que aconsejarle otro tipo de ordalías.

En aquella que pareciera no tan lejana Edad Media, se utilizaba a veces la prueba del pan y el queso. El acusado, ante el altar, debía comer cierta cantidad de estos comestibles. Los jueces señalaban que, si el acusado era culpable, Dios enviaría a uno de sus ángeles, para apretarle el cuello de modo que no pudiese tragar. Otra prueba consistía en coger con las manos un hierro al rojo vivo, durante cierto tiempo. El hierro candente era muchas veces sustituido por agua o aceite hirviendo. En este caso, la ordalía consistía en coger con la mano un objeto pesado que se encontraba en el fondo de una olla de agua hirviendo; si la mano quedaba ilesa, el acusado era considerado inocente.

¿Practicaría alguna de esas pruebas divinas el secretario de Gobernación del señor Calderón?

Es muy posible que aceptara, ya que por segunda ocasión, Francisco Ramírez Acuña dijo el domingo en Tamaulipas que sigue con las manos metidas en la hoguera mediática y supongo que también judicial a favor del ex Presidente al que ya la mayoría de los mexicanos repudia por sus evidentes deshonestidades.

Dos meses exactos lleva Ramírez Acuña con las manos ya prácticamente carbonizadas.

Dos meses retando al vox populi, que es vox Dei.

Dos meses metiendo las manos en procesos judiciales en contra de Fox.

Dos meses practicando una defensa que, en todos sentidos, es de la Edad Media, ¿no cree usted?

Porque medieval, medieval, sí que es el jalisciense…

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