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28 noviembre 2007

Televisión digital, ¿para qué?


Florence Toussaint

Antes de usar la técnica de fragmentar el espectro y multiplicar el número de canales televisivos por cuatro e inclusive por seis, pareciera urgente iniciar una discusión: para qué necesitamos la televisión digital terrestre. Este planteamiento se ha hecho a un lado para dar por sentado que el tránsito hacia lo digital y el apagón analógico han de suceder en los plazos acordados, 2021 para México, inexorablemente.

Sin embargo, aun en los países impulsores de esta tecnología, como Estados Unidos, Gran Bretaña y España, el dichoso apagón se ha pospuesto. Y según parece, al menos en España volverá a posponerse, pues todavía no hay condiciones para que el sistema televisivo transite a lo digital en su totalidad.

Se ha dicho que la digitalización se justifica, porque así hay más canales a través de los cuales se pueden ofrecer mayores servicios de telecomunicaciones, entretenimiento e información a los usuarios. Con esto se supone que la democracia y lo plural llegarían a las ondas televisivas. El principio parece impecable; sin embargo, una vez establecido los gobiernos se han ocupado en distribuir las nuevas opciones en un sentido opuesto. Las presiones de los grandes conglomerados mediáticos se han desatado en todas las regiones, con objeto de que el espectro que ya acaparan siga quedando en sus manos.

En México la pretensión central de la llamada Ley Televisa era justamente ésa, con el agravante de que los medios públicos no fueron siquiera considerados para otorgarles canales espejo con el fin de que también pudiesen transitar a lo digital. De mantenerse así la ley, para 2021 dichos emisores se habrían visto obligados a salir del aire.

Otro problema igualmente grave lo constituye la escasez de receptores. El público que no adquiera un aparato para captar la señal digital, se quedará sin televisión de un día para otro, según el plan propuesto. Y sin embargo en nuestro país la audiencia mayoritaria carece de los recursos para comprar dichos instrumentos. En otros países, como España, la renuencia a adquirirlos resulta en una forma de resistencia frente a un sistema que no toma en cuenta a la ciudadanía.

¿Por qué y para qué una televisión digital terrestre? A la luz de muchos estudios y análisis, al parecer no conviene sino a los grandes productores de la industria electrónica que buscan sacar del mercado los analógicos e introducir los digitales. A nadie más.

Desde la perspectiva del usuario, ¿para qué hacerse de un aparato nuevo y costoso cuando la oferta no tendrá variaciones? ¿Para ver en 600 versiones casi iguales los informativos, reality shows, telenovelas, viajes, cocina, ciencia descremada y películas de Hollywood? ¿Para continuar igualmente fragmentados o bien para pagar extra cuando los operadores decidan cobrar por eventos deportivos o espectáculos especiales?

Muchos optarán por otra forma de entretenimiento, en particular los más jóvenes, que encuentran en internet una alternativa. En México serán otra vez los pobres quienes se verán seriamente afectados con el apagón analógico.

Frente al uso y las resistencias sociales, el plan de negocios de los operadores tampoco parece promisorio. Requerirán aumentar sus horas de producción al tiempo que se disputarán de manera feroz el mercado publicitario. Las audiencias que hoy son de varios millones, se irán reduciendo hasta ser de cientos. Es por eso que no buscan ampliar la oferta televisiva, sino pelear a los actuales dueños de telecomunicaciones una parte de ese mercado. Ofrecerán en los canales digitales, al tiempo de la señal de televisión que será la misma de hoy, telefonía, internet, juegos, radio. Con ello la concentración aumentará, fortaleciendo a nuestro actual oligopolio.

Para las estaciones públicas que funcionan con un escaso presupuesto, en realidad, salvo los canales 34 del Estado de México, el 11 y el 22, el resto produce y difunde con menos, y a veces mucho menos de 100 millones de pesos al año. ¿Cómo transitar así a la digitalización? Si lo que el gobierno quiere es desaparecer la opción cultural de las pantallas nacionales, no tiene que retirar los permisos, más de la mitad de los 22 existentes morirán solos de inanición, quizá antes de 2021.

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