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24 noviembre 2007

Irán, la bomba y la tercera guerra mundial

Pronto dejarán de ser rumores de guerra, las armas de gran alcance y destrucción masiva ya están listas en diferentes lugares, hay pólvora regada y maldad por todos lados, solo falta que alguien prenda la mecha para dar inicio al fuego de la guerra y que se quite la paz mundial y aparezca la muerte en todas partes con horror y tragedias incalculables. ¡Armagedón más cerca!... Mateo 24:6, Apocalipsis 6:2-4,8,14. 9:13-19 y 16:12-16

Cuando el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, insinuó que la adquisición de tecnología para armas nucleares por parte de Irán pudiera ser un catalizador de la III guerra mundial, la gente lo tomó como una indicación de que Chimpy W. McHitlerburton ya se paró de su mecedora neoconservadora.

El mandatario estadounidense debe estar espoleando en busca de una nueva forma en que los estadounidenses pierdan la cabeza para su diversión, en las propias palabras del representante demócrata de California, Pete Stark.

A continuación, la ofensiva cita que puso a la Guardia Revolucionaria de Irán, Mahmoud Ahmadinejad (el presidente de Irán) y (el cineasta) Michael Moore en Def Con 2: “Si estás interesado en evitar la III guerra mundial, todo parece indicar que deberías estar interesado en impedirles adquirir el conocimiento necesario para producir un arma nuclear”.

¿Acaso fue ese un mensaje tan jingoísta? ¿Y, exactamente, a qué se refería el presidente con respecto a la III guerra mundial?

En cuanto a lo primero, el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, expuso el mismo punto ante Naciones Unidas el mes pasado.

“Si permitimos que Irán adquiera armamento nuclear, incurriríamos en un riesgo inaceptable para la estabilidad en la región y el mundo”, declaró ante la Asamblea General. “La debilidad y la renuncia no conducen a la paz. Conducen a la guerra”.

Quizá Sarkozy sea un vaquero de corazón. O quizás él y Bush están tramando algo.

Revisemos unos cuantos hechos. Irán es el Estado con mayor participación mundial en el patrocinio del terrorismo, a través de grupos como Hizbulá. Sus dirigentes se guían por una ideología de extremismo religioso que exalta el martirio.

Irán ocultó su programa de investigación nuclear a la comunidad internacional a lo largo de dos décadas, en violación a las obligaciones del Tratado de No-Proliferación Nuclear.

La existencia del programa solamente se volvió conocida luego que un grupo de la oposición lo expusiera, en 2002. Desde entonces, Irán ha mentido en repetidas ocasiones con respecto a la naturaleza y propósitos del programa.

La gente razonable -personas interesadas en evitar la guerra y mantener la paz- puede llegar a la conclusión, por tanto, de que no se debería confiar en un régimen con este grado de peligrosidad, opacidad y deshonestidad en lo concerniente a la tecnología más letal del ser humano.

Además, hay dos formas de impedirles que la adquieran. La primera es por la vía pacífica, tendiendo disuasivos económicos por mala conducta y estímulos económicos por buen comportamiento.

Ni pensar en sanciones internacionales por parte del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, donde Rusia y China hablan en nombre de los mulás. Incluso entre aliados de la OTAN, Alemania e Italia al parecer están decididas a demostrar la máxima de Lenin con respecto a los capitalistas, en el sentido de que ellos venden la cuerda de la cual sus enemigos los colgarán.

Si las sanciones no son efectivas -o ni siquiera se intentan de manera significativa- entonces la opción militar es la desagradable alternativa de último recurso.

El mensaje tanto de Bush como de Sarkozy no fue dirigido a la dirigencia de Irán. Fue dirigido a los líderes de los países que están en la posición de hacer que funcionen las sanciones, pero cuyas irresponsables acciones están volviendo inevitable la opción militar.

¿Y qué hay de la III guerra mundial? Noten que Bush no dijo, “Si les interesa evitar un ataque estadounidense, deben parar a Irán”. Las ambiciones nucleares de Irán han acicateado una nueva carrera armamentista en Oriente Medio y aterrado a vecinos árabes, impulsándolos a buscar sus propios programas nucleares con fines “pacíficos”.

Cada vez que las máquinas centrifugadoras de Irán procesan uranio enriquecido, los cimientos del Tratado de No-Proliferación Nuclear se desmoronan un poco más. Si Irán adquiere la capacidad tecnológica para fabricar un arma, dicho tratado colapsará por completo.

Después está Israel, con su propio disuasivo nuclear, que el mes pasado lanzó un ataque militar con miras a prevenir la investigación sobre armas nucleares en Siria.

En 2002, el ex presidente iraní Akbar Hashemi Rafsanjani -- a quien se consideraba moderado pronunció un revelador sermón, en el cual dijo que la solución al problema sionista está en la bomba nuclear, una de las cuales podría borrar a Israel, en tanto cualquier respuesta israelí infligiría daño limitado al mundo islámico.

“La confrontación de fuerzas pías y en busca del martirio con las mayores fuerzas del colonialismo es de peligro extremo y pudiera inflamar una tercera guerra mundial”, dijo.

Bush y Sarkozy ven la III guerra mundial como una catástrofe que debe evitarse. La dirigencia de Irán la ven como una consecuencia aceptable de un imperativo teológico.

Fuente: Prensa.com

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