Laura Itzel Castillo
El pasado 15 y 16 de noviembre se realizó exitosamente en Guadalajara el IV Congreso Nacional de la Asociación Mexicana de Arquitectas y Urbanistas, titulado “Por una Ciudad más Amable”, dirigido por la urbanista Estefanía Chávez de Ortega.
¿Por qué es importante que un evento de esta naturaleza sea organizado por mujeres especialistas? En primer lugar porque ha quedado demostrado que en la defensa de la vivienda jugamos un papel fundamental. Esto tiene una explicación natural, pues, debido a nuestra cultura, somos nosotras quienes estamos en contacto más directo y permanente con el hábitat.
Ahora bien, si partimos del hecho que la vivienda es el principal motor del desarrollo urbano, entonces la visión de las mujeres debería tomarse en cuenta seriamente para planear nuestras localidades. Así, la obligación del Estado de proveer a la población de hogares tendría que partir de una óptica de equidad y ordenamiento territorial, con respeto al medio ambiente y que garantizara servicios urbanos suficientes. El resultado de ello serían ciudades más amables.
Tristemente, lo que estamos padeciendo a nivel nacional es un crecimiento urbano desordenado que devora terrenos de cultivo, los recursos naturales y hasta nuestros derechos humanos. Esto se debe a que predomina un pago de facturas políticas y un apetito mercantilista donde lo que cuenta es construir y vender viviendas, sin importar su calidad, si la gente puede pagarlas, ni dónde se construyen. A esto se debe por ejemplo que en el país haya alrededor de 4 millones de techos no habitados; o que el Infonavit quiera desalojar a 110 mil familias con créditos vencidos, o la lucha de los pueblos del sur de Morelos en defensa de su tierra, agua y aire.
Estoy convencida que otra política habitacional y urbana es posible. Tenemos como ejemplo el Distrito Federal durante la administración de Andrés Manuel López Obrador como jefe de gobierno, donde se invirtieron más de 12 mil millones de pesos de recursos fiscales para dar vivienda a la población de escasos recursos, mediante 150 mil créditos accesibles, con una planeación de ciudad integral basada en el reaprovechamiento de la infraestructura con que cuenta la zona central y la restricción del crecimiento en el suelo de conservación para no poner en riesgo el futuro de esta capital.
En suma, se trata de dos proyectos contrapuestos de ciudad: el que promueve la derecha mediante un crecimiento urbano salvaje para favorecer a los monopolios, y el que impulsamos desde el movimiento nacional democrático con base en la responsabilidad social y ambiental, con perspectiva de género. ¿Cuál prefieres?
consejodedefensadelavivienda@gmail.com
www.vivienda.gobiernolegitimo.org.mx
El pasado 15 y 16 de noviembre se realizó exitosamente en Guadalajara el IV Congreso Nacional de la Asociación Mexicana de Arquitectas y Urbanistas, titulado “Por una Ciudad más Amable”, dirigido por la urbanista Estefanía Chávez de Ortega.
¿Por qué es importante que un evento de esta naturaleza sea organizado por mujeres especialistas? En primer lugar porque ha quedado demostrado que en la defensa de la vivienda jugamos un papel fundamental. Esto tiene una explicación natural, pues, debido a nuestra cultura, somos nosotras quienes estamos en contacto más directo y permanente con el hábitat.
Ahora bien, si partimos del hecho que la vivienda es el principal motor del desarrollo urbano, entonces la visión de las mujeres debería tomarse en cuenta seriamente para planear nuestras localidades. Así, la obligación del Estado de proveer a la población de hogares tendría que partir de una óptica de equidad y ordenamiento territorial, con respeto al medio ambiente y que garantizara servicios urbanos suficientes. El resultado de ello serían ciudades más amables.
Tristemente, lo que estamos padeciendo a nivel nacional es un crecimiento urbano desordenado que devora terrenos de cultivo, los recursos naturales y hasta nuestros derechos humanos. Esto se debe a que predomina un pago de facturas políticas y un apetito mercantilista donde lo que cuenta es construir y vender viviendas, sin importar su calidad, si la gente puede pagarlas, ni dónde se construyen. A esto se debe por ejemplo que en el país haya alrededor de 4 millones de techos no habitados; o que el Infonavit quiera desalojar a 110 mil familias con créditos vencidos, o la lucha de los pueblos del sur de Morelos en defensa de su tierra, agua y aire.
Estoy convencida que otra política habitacional y urbana es posible. Tenemos como ejemplo el Distrito Federal durante la administración de Andrés Manuel López Obrador como jefe de gobierno, donde se invirtieron más de 12 mil millones de pesos de recursos fiscales para dar vivienda a la población de escasos recursos, mediante 150 mil créditos accesibles, con una planeación de ciudad integral basada en el reaprovechamiento de la infraestructura con que cuenta la zona central y la restricción del crecimiento en el suelo de conservación para no poner en riesgo el futuro de esta capital.
En suma, se trata de dos proyectos contrapuestos de ciudad: el que promueve la derecha mediante un crecimiento urbano salvaje para favorecer a los monopolios, y el que impulsamos desde el movimiento nacional democrático con base en la responsabilidad social y ambiental, con perspectiva de género. ¿Cuál prefieres?
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