La narración es una estrategia discursiva. En ésta, alguien relata (narrador) a un oyente, lector o auditorio (narratario) un suceso verosímil (relato) en el que participan uno o varios personajes y que ocurre en un espacio y en un momento determinados[1].
Ahora bien, dentro de la narración podemos encontrar varios elementos, entre ellos: los personajes, las acciones, el tiempo, el ambiente y por supuesto el narrador. Éste último es el encargado de contar el relato. Sin embargo, lo anterior no significa que el narrador sea el autor, pues el autor es quien idea el relato, lo organiza y escribe, mientras que el narrador es alguien, real o imaginario, de quien se sirve el autor para contar el relato[2].
En la narración existen dos formas de contar los hechos:
Ahora bien, dentro de la narración podemos encontrar varios elementos, entre ellos: los personajes, las acciones, el tiempo, el ambiente y por supuesto el narrador. Éste último es el encargado de contar el relato. Sin embargo, lo anterior no significa que el narrador sea el autor, pues el autor es quien idea el relato, lo organiza y escribe, mientras que el narrador es alguien, real o imaginario, de quien se sirve el autor para contar el relato[2].
En la narración existen dos formas de contar los hechos:
Forma objetiva, en donde el narrador se distancia del suceso y
Forma subjetiva, en donde el narrador hace uso de adverbios, comparaciones e interpretaciones personales
Por otra parte, existen varios tipos de narradores:
Narrador omnisciente o en tercera persona o extradiegético, es decir, en donde el narrador se dirige al receptor haciendo uso de un él o ella
Narrador en segunda persona en donde se dirige al receptor por medio del tú
Narrador en primera persona en donde se hace uso del yo y
Narrador intradiegético en donde participa dentro del texto y a veces toma el papel de narrador
Finalmente, la narración es una estrategia discursiva que empleamos en nuestro diario vivir. No se requiere ser un gran narrador para contar algo, sólo se requiere de saber transmitir los sentimientos, es decir, ser capaz de transmitir al otro esa emoción. De esta forma, bien citó el escritor argentino Ricardo Piglia: la narración nos ayuda a incorporar la historia en nuestra propia vida y a vivirla como algo personal.
[1] Citado por: Norma Ávila Miranda en “El texto argumentativo”; Manual y cuaderno de ejercicios para el curso de ortografía y redacción; Universidad Panamericana; México 2004; p. 85
[2] Norma Ávila Miranda, op. cit., p. 86
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