Con motivo de la muerte del mayor carnicero de la historia chilena, Augusto Pinochet, les envío el último discurso de uno de los políticos más dignos que ha visto ese país: Salvador Allende. Como sabrán, Allendre transmitió estas palabras por radio justo antes de que los golpistas entraran al palacio de La moneda y acabaran con su vida , aunque han querido imponer la versión de que se suicidó.
Lo terrible del discurso, entre otras cosas, es su gran actualidad frente a lo que está ocurriendo en México. Y es que a pesar de los cambios que ha habido en todo el continente desde los años 70, ¿no les hacen ruido estas palabras de Allende?: "el capital foráneo, el imperialismo, unidos a la reacción, creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les enseñara el general Schneider y reafirmara el comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas esperando con mano ajena reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios."
Claro, aquí no estamos hablando de un golpe militar, parece que ya no son necesarios, la oligarquía ha encontrado otras formas menos costosas de mantener sus privilegios, por ejemplo, los simulacros "democráticos" y el control mediático.
Hoy que en México ronda el fantasma del 68 y otras episodios deplorables de nuestra historia, vemos que las atrocidades pueden repetirse una y otra vez, a menos que nos opongamos con todas nuestras fuerzas a la versión "Clío" de la historia y continuemos disputándole al Estado la hegemonía que ha tenido durante mucho tiempo a la hora de escribirla y contarla. ¿Cómo se pueden saldar deudas con el pasado, cuando en nuestro país cada vez hay más presos politicos, personas asesinadas, desaparecidas, torturadas, violad@s, por oponerse a los infames designios de "la autoridad" ? La lucha por juzgar a los criminales del pasado, va de la mano con la lucha actual contra los poderes fácticos de este país ( y del exterior también) que no son menos opresivos que los de antaño.
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Santiago de Chile
11 de septiembre de 1973
9:10 A.M. Radio Magallanes
Seguramente ésta será la última oportunidad en que pueda dirigirme a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de Radio Postales y Radio Corporación. Mis palabras no tienen amargura, sino decepción. Que sean ellas el castigo moral para los que han traicionado el juramento que hicieron: soldados de Chile, comandantes en jefe titulares, el almirante Merino, que se ha autodesignado comandante de la Armada, más el señor Mendoza, general rastrero que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al Gobierno, y que también se ha autodenominado Director General de carabineros. Ante estos hechos sólo me cabe decir a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimenm ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.
Trabajadores de mi Patria: quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la ley, y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lección: el capital foráneo, el imperialismo, unidos a la reacción, creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les enseñara el general Schneider y reafirmara el comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas esperando con mano ajena reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios.
Me dirijo, sobre todo, a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros, a la abuela que trabajó más, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños. Me dirijo a los profesionales de la Patria, a los profesionales patriotas que siguieron trabajando contra la sedición auspiciada por los colegios profesionales, colegios de clases para defender también las ventajas de una sociedad capitalista de unos pocos.
Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron y entregaron su alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos, porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente; en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando las vías férreas, destruyendo lo oleoductos y los gaseoductos, frente al silencio de quienes tenían la obligación de proceder. Estaban comprometidos. La historia los juzgará.
Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz ya no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la Patria.
El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.
Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.
¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!
Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.
Salvador Allende.
Si quieren leer y escuchar ( amplimente recomendado) el discurso completo, vayan a: http://www.ciudadseva.com/textos/otros/ultimodi.htm
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