por Gerardo Puertas Gómez | © «El Norte» sábado 31 marzo 2007
Debe haber sido una reunión sencilla. El encuentro de un pequeño grupo de amigos cercanos que se congregan para disfrutar un momento significativo.
El lugar seguramente fue modesto. Simples deben haber sido alimentos y bebidas. Porque los comensales eran personas de recursos económicos limitados.
Contrastó ese episodio con la comida ofrecida por monseñor Onésimo Cepeda en ocasión del aniversario 70 de su nacimiento. "Soy el Obispo rico metido a pobre.” Así se define el titular de la Diócesis de Ecatepec (El Norte, 23 de marzo de 2007).
Sólo él conoce la integración de su patrimonio económico. Nosotras y nosotros podemos darnos una idea del mismo, con base en el estilo de vida del personaje.
"¿Que juego golf? Pues sí. (La crítica) es algo que me da mucha risa porque yo jugué golf desde los 6 años", afirma. "Los toros me han gustado de toda la vida, entonces, ¿por qué me van a dejar de gustar porque soy obispo?", declara.
El prelado aporta, sin ningún reparo, elementos que permiten estimar el alcance de sus caudales.
"Era socio de Carlos Slim y fui el gerente más joven de la banca privada... tenía con qué vivir, y con qué vivir muy bien", sostiene.
Qué duda cabe de que debe haber logrado acumular fondos económicos de considerable dimensión por dichas vías.
La convocatoria del Obispo Cepeda fue amplia. Cuatrocientas cincuenta personas se congregaron en el Seminario (El Norte, 24 de marzo de 2007).
Allí se dieron cita miembros de las más conspicuas esferas del poder político. El Secretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña, y el Jefe de la Oficina de la Presidencia, Juan Camilo Mouriño. Sin faltar "Nati", el Gobernador de Nuevo León.
Varios invitados tienen trayectorias que, por decir lo menos, son controvertidas. Carlos Romero Deschamps, líder petrolero, a quien el prelado considera "brother"; Jorge Hank Rohn, aspirante a la gubernatura de Baja California, a quien el ministro de culto llama "amigo sincero".
Acompañaron al líder religioso escasos miembros de la jerarquía católica. El festejado explica la razón. "¿Ven ustedes que hay escasos obispos? Y es porque hay escasos amigos obispos, y es que si la envidia fuera tiña... ¡habría muchos tiñosos en este mundo!".
El lugar de la cena pascual fue modesto. Simples deben haber sido el pan y el vino. Los comensales eran personas de recursos económicos limitados: el hijo de un carpintero y sus amigos pescadores.
Los participantes sabían que el menú y el lugar sólo son, en el mejor de los casos, signos materiales de propósitos más altos: expresar la amistad y estimular la convivencia.
Por ello estaban conscientes de que la auténtica fiesta no tiene qué ver con lo que se sirve o en donde se sirve, sino con la celebración de lazos de cariño.
Aquella misma noche la Pascua, tradición religiosa del pueblo judío, fue conmemorada por otros individuos. Las élites política, económica y religiosa asistieron a grandes banquetes, comieron deliciosos manjares y bebieron exquisitos vinos, disfrutaron de confortables espacios.
Pero ninguno de ellos estuvo presente en la Última Cena. No precisamente porque fuesen poderosos, ricos o destacados, sino porque no habían sabido comprender el mensaje de Jesús.
Debe haber sido una reunión sencilla: maestro y discípulos. Encuentro de amigos para disfrutar un momento significativo: institución de la Eucaristía. Celebración radicalmente distinta a la de monseñor Onésimo Cepeda, ese "Obispo rico" que, en el fondo, no es más que un pobre obispo.
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