Sobre el pensamiento,
por Javier Prado Galán
¿Qué significa pensar en esta era de la hiperrealidad donde el simulacro se impone? Ciertamente es inevitable pensar, reflexiona el autor de este texto. Y nos propone entonces pensar con humildad, pero también con esperanza. Pensar viene de "pendere", "pender", "pesar". Eso es lo que hacemos con el pensamiento, pesamos, sopesamos, discernimos. Sobre el pensamiento es que versa este escrito. Me interesa por tanto pensar el pensamiento en este mundo hodierno, contestar con humildad la pregunta heideggeriana "¿qué significa pensar (hoy)?"
Nuestros tiempos son los del pensamiento débil. Vattimo afirma que dicho pensamiento no supone sólo el reconocer hoy los límites del pensamiento sino, y sobre todo, el ser conscientes de que en esta época el ser se ha debilitado en grado sumo. En Creer que se cree afirma que "la ciencia habla de objetos cada vez menos equiparables a los de la experiencia cotidiana, por lo que ya no sé bien a qué debo llamar —realidad—. Esta perplejidad lo sumerge a uno en un escepticismo respecto de lo que es realmente real. La posición de Vattimo puede ser rebatida si con ella se sugiere fomentar dicho tipo de pensamiento. Pero puede ser también justipreciada si lo que pretende el autor de Las aventuras de la diferencia es poner de relieve que en el mundo de hoy ha llegado a su fin la metafísica y su violencia. Una posición como ésta nos lleva a posponer el pensamiento "dogmático" como un viejo vicio del espíritu humano.
En ese sentido se ha pronunciado ya hace tiempo Richard Rorty. Hemos llegado al fin de la filosofía. No podemos ya definir las cosas, todo lo que nos quedan hoy son sólo redescripciones de la realidad. Pero ¿quién nos dice cuál es la redescripción de la realidad más plausible? Ahí Rorty parece recurrir a un principio emotivo: "que siga la conversación". No podemos quedarnos paralizados. Hemos de seguir buscando el criterio que nos ayude a esclarecer la redescripción plausible, una vez que hemos renunciado a la definición definitiva de la cosa. Rorty se plantea el dilema "conocimiento o esperanza", y se inclina por el segundo polo, no porque crea que conocer no es importante, sino porque asegura que el conocer no da con la verdad y que estos son tiempos más bien para la imaginación.
Jean Baudrillard sostiene que vivimos hoy el éxtasis de la comunicación. Estamos en la era de la hiperrealidad. El simulacro se impone. Ya no es el acontecimiento el que precede a la noticia sino viceversa. La noticia crea el acontecimiento. ¿Es posible pensar en este mar de dudas? ¿Es posible pensar en medio de tanta obscenidad? Parece más bien que el mundo nos piensa y no nosotros a él. La pretensión nuestra es rasgar el velo de Maia del simulacro y dar no con una voluntad ciega e irracional al estilo de Schopenhauer, sino con una voluntad de verdad que pueda significar un faro en altamar.
Realismo ingenuo
Kant nos aseguró hace más de dos siglos que el "noúmeno", la "cosa en sí", es incognoscible. Lo que podemos conocer con nuestras categorías mentales es el fenómeno. El pensamiento se sabe desde entonces limitado, finito y fronterizo. Sin embargo, el pensamiento se empeña en conocer aún más, está en búsqueda. Ahora ha aparecido ante nuestros ojos la cinta ¿Y tú qué *&% sabes? Una oda a la física cuántica que pretende cuestionar nuestro realismo ingenuo. Su mensaje central es "que cada quien crea su propia realidad". Pero de que la cosa en sí sea incognoscible no se sigue que cada quien crea su propia realidad al margen de lo que tiene enfrente de sí. Los sofistas recuperan terreno en nuestro tiempo.
La razón fronteriza de Trías nos lleva a aceptar los límites, los "peras" del pensamiento. Nos lleva a comprender que el pensamiento no es omnipotente. La razón moderna ha recibido por ello serios cuestionamientos. Ya no manipula ni controla al objeto como antaño. Pero la razón post-moderna no se entiende como fronteriza, sino más bien como fragmentaria. Unamuno solía decir: pensemos sintiendo, sintamos pensando. En nuestros días, el filósofo Zubiri ha insistido en la inteligencia semiente. La razón fronteriza de Trías está emparentada con esta razón sentiente de Zubiri. La razón sentiente de Zubiri censura la razón concipiente moderna y occidental. Invita al aprecio por los sentidos.
Mal haríamos si dejáramos de lado esa actitud de búsqueda tan propia del filósofo. Diez son los sentidos con los que contamos, aseguró Zubiri. Pero lo que no dijo es que el sentido del "hacia", de la "direccionalidad", es el más importante, ayer, hoy y siempre. Marchar del fenómeno al noúmeno supone potenciar este sentido, inteligir con este sentido, dicho en términos zubirianos. La realidad está ya aprehendida en la intelección sentiente, afirma Zubiri, pero ¿qué "en realidad" es esa realidad?
Hacia el vacío
El perspectivismo orteguiano nos obliga a buscar la complementariedad de perspectivas en la búsqueda de la verdad. Ortega defiende que la complementariedad total de perspectivas que da con la verdad absoluta es sólo privilegio de Dios.
Bien entonces ¿qué significa pensar hoy? Pensar es buscar. Pensar es buscar qué son las cosas "en realidad" y qué son las cosas "en la realidad". Pensar es una marcha hacia el vacío, hacia lo desconocido. Pensar es buscar la realidad. Por eso señalaba arriba que el sentido más importante con el que contamos es el del "hacia", el de la direccionalidad. Gracias a él pensamos. ¿Llegaremos a saber algún día qué son las cosas "en realidad" y "en la realidad"? Quizá nunca. Parecería entonces que si pensamos nos frustramos pues hoy el pensamiento parece no dar con la verdad. Sin embargo. el asunto estriba en que es inevitable pensar. Es inevitable realizar esa marcha intelectiva que es el pensar. Pensemos entonces con humildad, pero también con esperanza.
Por otra parte, "sapere aude" nos aconsejó Kant en ¿Qué es la Ilustración? El reto sigue siendo "atrevernos a pensar". Quizá, parafraseando a Bruno Latour, nunca hemos sido ilustrados. Kant afirma que "la ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapacidad. La "incapacidad" significa la imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la guía de otro. Esta incapacidad es culpable porque su causa no reside en la falta de inteligencia sino de decisión y valor para servirse por sí mismo de ella sin la tutela del otro". Creo finalmente que esto es lo que nos falta: sacudirnos la imbecilidad. "Imbécil" proviene del latín "baculus" que significa "bastón". El imbécil es el que necesita bastón para caminar. Es hora de caminar sin bastón, de atrevernos a pensar.
Fuente: Revista Día Siete
por Javier Prado Galán
¿Qué significa pensar en esta era de la hiperrealidad donde el simulacro se impone? Ciertamente es inevitable pensar, reflexiona el autor de este texto. Y nos propone entonces pensar con humildad, pero también con esperanza. Pensar viene de "pendere", "pender", "pesar". Eso es lo que hacemos con el pensamiento, pesamos, sopesamos, discernimos. Sobre el pensamiento es que versa este escrito. Me interesa por tanto pensar el pensamiento en este mundo hodierno, contestar con humildad la pregunta heideggeriana "¿qué significa pensar (hoy)?"
Nuestros tiempos son los del pensamiento débil. Vattimo afirma que dicho pensamiento no supone sólo el reconocer hoy los límites del pensamiento sino, y sobre todo, el ser conscientes de que en esta época el ser se ha debilitado en grado sumo. En Creer que se cree afirma que "la ciencia habla de objetos cada vez menos equiparables a los de la experiencia cotidiana, por lo que ya no sé bien a qué debo llamar —realidad—. Esta perplejidad lo sumerge a uno en un escepticismo respecto de lo que es realmente real. La posición de Vattimo puede ser rebatida si con ella se sugiere fomentar dicho tipo de pensamiento. Pero puede ser también justipreciada si lo que pretende el autor de Las aventuras de la diferencia es poner de relieve que en el mundo de hoy ha llegado a su fin la metafísica y su violencia. Una posición como ésta nos lleva a posponer el pensamiento "dogmático" como un viejo vicio del espíritu humano.
En ese sentido se ha pronunciado ya hace tiempo Richard Rorty. Hemos llegado al fin de la filosofía. No podemos ya definir las cosas, todo lo que nos quedan hoy son sólo redescripciones de la realidad. Pero ¿quién nos dice cuál es la redescripción de la realidad más plausible? Ahí Rorty parece recurrir a un principio emotivo: "que siga la conversación". No podemos quedarnos paralizados. Hemos de seguir buscando el criterio que nos ayude a esclarecer la redescripción plausible, una vez que hemos renunciado a la definición definitiva de la cosa. Rorty se plantea el dilema "conocimiento o esperanza", y se inclina por el segundo polo, no porque crea que conocer no es importante, sino porque asegura que el conocer no da con la verdad y que estos son tiempos más bien para la imaginación.
Jean Baudrillard sostiene que vivimos hoy el éxtasis de la comunicación. Estamos en la era de la hiperrealidad. El simulacro se impone. Ya no es el acontecimiento el que precede a la noticia sino viceversa. La noticia crea el acontecimiento. ¿Es posible pensar en este mar de dudas? ¿Es posible pensar en medio de tanta obscenidad? Parece más bien que el mundo nos piensa y no nosotros a él. La pretensión nuestra es rasgar el velo de Maia del simulacro y dar no con una voluntad ciega e irracional al estilo de Schopenhauer, sino con una voluntad de verdad que pueda significar un faro en altamar.
Realismo ingenuo
Kant nos aseguró hace más de dos siglos que el "noúmeno", la "cosa en sí", es incognoscible. Lo que podemos conocer con nuestras categorías mentales es el fenómeno. El pensamiento se sabe desde entonces limitado, finito y fronterizo. Sin embargo, el pensamiento se empeña en conocer aún más, está en búsqueda. Ahora ha aparecido ante nuestros ojos la cinta ¿Y tú qué *&% sabes? Una oda a la física cuántica que pretende cuestionar nuestro realismo ingenuo. Su mensaje central es "que cada quien crea su propia realidad". Pero de que la cosa en sí sea incognoscible no se sigue que cada quien crea su propia realidad al margen de lo que tiene enfrente de sí. Los sofistas recuperan terreno en nuestro tiempo.
La razón fronteriza de Trías nos lleva a aceptar los límites, los "peras" del pensamiento. Nos lleva a comprender que el pensamiento no es omnipotente. La razón moderna ha recibido por ello serios cuestionamientos. Ya no manipula ni controla al objeto como antaño. Pero la razón post-moderna no se entiende como fronteriza, sino más bien como fragmentaria. Unamuno solía decir: pensemos sintiendo, sintamos pensando. En nuestros días, el filósofo Zubiri ha insistido en la inteligencia semiente. La razón fronteriza de Trías está emparentada con esta razón sentiente de Zubiri. La razón sentiente de Zubiri censura la razón concipiente moderna y occidental. Invita al aprecio por los sentidos.
Mal haríamos si dejáramos de lado esa actitud de búsqueda tan propia del filósofo. Diez son los sentidos con los que contamos, aseguró Zubiri. Pero lo que no dijo es que el sentido del "hacia", de la "direccionalidad", es el más importante, ayer, hoy y siempre. Marchar del fenómeno al noúmeno supone potenciar este sentido, inteligir con este sentido, dicho en términos zubirianos. La realidad está ya aprehendida en la intelección sentiente, afirma Zubiri, pero ¿qué "en realidad" es esa realidad?
Hacia el vacío
El perspectivismo orteguiano nos obliga a buscar la complementariedad de perspectivas en la búsqueda de la verdad. Ortega defiende que la complementariedad total de perspectivas que da con la verdad absoluta es sólo privilegio de Dios.
Bien entonces ¿qué significa pensar hoy? Pensar es buscar. Pensar es buscar qué son las cosas "en realidad" y qué son las cosas "en la realidad". Pensar es una marcha hacia el vacío, hacia lo desconocido. Pensar es buscar la realidad. Por eso señalaba arriba que el sentido más importante con el que contamos es el del "hacia", el de la direccionalidad. Gracias a él pensamos. ¿Llegaremos a saber algún día qué son las cosas "en realidad" y "en la realidad"? Quizá nunca. Parecería entonces que si pensamos nos frustramos pues hoy el pensamiento parece no dar con la verdad. Sin embargo. el asunto estriba en que es inevitable pensar. Es inevitable realizar esa marcha intelectiva que es el pensar. Pensemos entonces con humildad, pero también con esperanza.
Por otra parte, "sapere aude" nos aconsejó Kant en ¿Qué es la Ilustración? El reto sigue siendo "atrevernos a pensar". Quizá, parafraseando a Bruno Latour, nunca hemos sido ilustrados. Kant afirma que "la ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapacidad. La "incapacidad" significa la imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la guía de otro. Esta incapacidad es culpable porque su causa no reside en la falta de inteligencia sino de decisión y valor para servirse por sí mismo de ella sin la tutela del otro". Creo finalmente que esto es lo que nos falta: sacudirnos la imbecilidad. "Imbécil" proviene del latín "baculus" que significa "bastón". El imbécil es el que necesita bastón para caminar. Es hora de caminar sin bastón, de atrevernos a pensar.
Fuente: Revista Día Siete
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