Florence Toussaint
Los años noventa marcan el fin de la televisión local. A partir de entonces, la globalización abarca la economía, el comercio, la cultura y los productos mediáticos. La competencia por los mercados, es decir, por los públicos, se acrecienta y las televisoras se ven impelidas a innovar para no verse eliminadas del juego.
En ese tenor, el consorcio Televisa ha ido perdiendo competitividad, puesto que sus grandes éxitos ya no se mundializan. Por el contrario, ha comprado relatos, luego adapta y produce con modificaciones, distintos actores y otras escenografías.
La estrategia de Televisa se entiende porque, al ser un cuasi-monopolio nacional, la mayor parte de sus recursos los obtiene de las cuentas publicitarias de México. Eso para no mencionar los cientos de millones de pesos que ingresan a sus arcas, vía el gobierno federal. Y ello le ha dado buen resultado en materia financiera, quizá menos en lo que a su fama de líder latinoamericano en el terreno privado se refiere.
Hay dos casos que ilustran lo dicho. Por un lado, Big Brother, cuya franquicia le vendió Endemol de Holanda. Explotó en varias etapas este formato, le agregó las llamadas telefónicas cobradas y los concursos para obtener autos y enseres domésticos; así ganó mucho dinero. Hasta que la serie agotó sus posibilidades de rating. Entonces dejó de producirla.
Big Brother se realizó en televisoras de 12 países europeos, en Estados Unidos, México y Brasil, en China, Japón, Argelia, Marruecos, Túnez. La metamorfosis de un formato en docenas de culturas distintas.
Otro ejemplo es La fea más bella, que alcanzó en su clímax 42 puntos de rating, una marca que supera a éxitos similares como Mirada de mujer, que llegó a tener 39, o Cuna de lobos, cuyo desenlace alcanzó las primeras planas de los periódicos. Semejante preferencia del público logró que se transmita de nuevo, esta vez los fines de semana. La fea más bella no es creación mexicana ni de Televisa. El guión original fue elaborado por el colombiano Fernando Gaitán, así mismo autor de la también exitosísima telenovela Café con aroma de mujer. En ese país, el teledrama se llamaba Yo soy Betty la fea y la produjo y transmitió RCN entre 1999 y 2001. Se dice que en Bogotá los ingresos publicitarios de la serie rondaban los 15 mil dólares el minuto. Otras fuentes hablan de una facturación de 250 millones de pesos por capítulo.
A partir de una sintonía que fue de los 36 puntos en su lanzamiento, a un promedio de 45 y al récord para una emisión de su tipo, de 54.7 puntos, las emulaciones en otros países se sucedieron rápidamente. En México se hizo La fea más bella de Televisa y El amor no es como lo pintan de TV Azteca. Existen versiones en España: Yo soy Bea. La adaptaron también en Alemania, Turquía, Israel, Grecia, Rusia, India y Estados Unidos. Esta última realizada por la mexicana Salma Hayek en inglés para la cadena estadunidense ABC, con un saldo favorable de audiencia y ventas.
El hit fue tan notable que en la Unión Americana se le llevó a un canal de dibujos animados, el Cartoon Network, que se ve en la televisión de paga. Se trata de atraer a los niños con la serie Betty Toons, emitida para América Latina.
Es comprensible que la historia encuentre a una audiencia necesitada de identificarse con un personaje que resulta cercano: una mujer que no triunfa por su belleza (el estereotipo de todos los cuentos de hadas), sino por su inteligencia y conocimientos. Su capacidad de pensar le trae no sólo logros profesionales, sino también satisfacciones para el corazón. Es además la self made woman (la mujer que se hace a sí misma) en un medio masculino. El trasfondo del sueño americano está presente, así como los enredos, malentendidos, triángulos, enemistades femeninas y, en la versión de Televisa, racismo y discriminación. En esta pantalla, la fea es en realidad bella. Accede a su verdadero yo, su belleza, cuando cumple con los cánones del arreglo, el peinado, el maquillaje y la ropa. Es decir, que hay una distorsión total del libreto original. Y sin embargo, el público la aplaude, la ve, la comenta. Es una audiencia muy bien educada por una empresa que cumplirá 57 años de poner al aire melodramas propios y ajenos.
Comentario: no me cae que debemos operar par adarle un mejor sentido a la vida, digo, hay cosas buenas en la tv que se pueden ver y producir, sin ningún problemita a partir de proyectos televisisvos lograr que la sociedad mejore, pero no en base a las porquerias de Televisa. Abusados y abusadas chicas con eso que ven o dejan de ver...
Los años noventa marcan el fin de la televisión local. A partir de entonces, la globalización abarca la economía, el comercio, la cultura y los productos mediáticos. La competencia por los mercados, es decir, por los públicos, se acrecienta y las televisoras se ven impelidas a innovar para no verse eliminadas del juego.
En ese tenor, el consorcio Televisa ha ido perdiendo competitividad, puesto que sus grandes éxitos ya no se mundializan. Por el contrario, ha comprado relatos, luego adapta y produce con modificaciones, distintos actores y otras escenografías.
La estrategia de Televisa se entiende porque, al ser un cuasi-monopolio nacional, la mayor parte de sus recursos los obtiene de las cuentas publicitarias de México. Eso para no mencionar los cientos de millones de pesos que ingresan a sus arcas, vía el gobierno federal. Y ello le ha dado buen resultado en materia financiera, quizá menos en lo que a su fama de líder latinoamericano en el terreno privado se refiere.
Hay dos casos que ilustran lo dicho. Por un lado, Big Brother, cuya franquicia le vendió Endemol de Holanda. Explotó en varias etapas este formato, le agregó las llamadas telefónicas cobradas y los concursos para obtener autos y enseres domésticos; así ganó mucho dinero. Hasta que la serie agotó sus posibilidades de rating. Entonces dejó de producirla.
Big Brother se realizó en televisoras de 12 países europeos, en Estados Unidos, México y Brasil, en China, Japón, Argelia, Marruecos, Túnez. La metamorfosis de un formato en docenas de culturas distintas.
Otro ejemplo es La fea más bella, que alcanzó en su clímax 42 puntos de rating, una marca que supera a éxitos similares como Mirada de mujer, que llegó a tener 39, o Cuna de lobos, cuyo desenlace alcanzó las primeras planas de los periódicos. Semejante preferencia del público logró que se transmita de nuevo, esta vez los fines de semana. La fea más bella no es creación mexicana ni de Televisa. El guión original fue elaborado por el colombiano Fernando Gaitán, así mismo autor de la también exitosísima telenovela Café con aroma de mujer. En ese país, el teledrama se llamaba Yo soy Betty la fea y la produjo y transmitió RCN entre 1999 y 2001. Se dice que en Bogotá los ingresos publicitarios de la serie rondaban los 15 mil dólares el minuto. Otras fuentes hablan de una facturación de 250 millones de pesos por capítulo.
A partir de una sintonía que fue de los 36 puntos en su lanzamiento, a un promedio de 45 y al récord para una emisión de su tipo, de 54.7 puntos, las emulaciones en otros países se sucedieron rápidamente. En México se hizo La fea más bella de Televisa y El amor no es como lo pintan de TV Azteca. Existen versiones en España: Yo soy Bea. La adaptaron también en Alemania, Turquía, Israel, Grecia, Rusia, India y Estados Unidos. Esta última realizada por la mexicana Salma Hayek en inglés para la cadena estadunidense ABC, con un saldo favorable de audiencia y ventas.
El hit fue tan notable que en la Unión Americana se le llevó a un canal de dibujos animados, el Cartoon Network, que se ve en la televisión de paga. Se trata de atraer a los niños con la serie Betty Toons, emitida para América Latina.
Es comprensible que la historia encuentre a una audiencia necesitada de identificarse con un personaje que resulta cercano: una mujer que no triunfa por su belleza (el estereotipo de todos los cuentos de hadas), sino por su inteligencia y conocimientos. Su capacidad de pensar le trae no sólo logros profesionales, sino también satisfacciones para el corazón. Es además la self made woman (la mujer que se hace a sí misma) en un medio masculino. El trasfondo del sueño americano está presente, así como los enredos, malentendidos, triángulos, enemistades femeninas y, en la versión de Televisa, racismo y discriminación. En esta pantalla, la fea es en realidad bella. Accede a su verdadero yo, su belleza, cuando cumple con los cánones del arreglo, el peinado, el maquillaje y la ropa. Es decir, que hay una distorsión total del libreto original. Y sin embargo, el público la aplaude, la ve, la comenta. Es una audiencia muy bien educada por una empresa que cumplirá 57 años de poner al aire melodramas propios y ajenos.
Comentario: no me cae que debemos operar par adarle un mejor sentido a la vida, digo, hay cosas buenas en la tv que se pueden ver y producir, sin ningún problemita a partir de proyectos televisisvos lograr que la sociedad mejore, pero no en base a las porquerias de Televisa. Abusados y abusadas chicas con eso que ven o dejan de ver...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario