ÍNDICE POLÍTICO, FRANCISCO RODRÍGUEZ
APENAS EL 8 de marzo próximo pasado usted leyó aquí por enésima ocasión la advertencia de que, por razones de seguridad dada la falta de mantenimiento y la deficiente capacitación de algunos de los pilotos, volar en Azteca era un riesgo de vida o muerte.
Hace dos días el secretario de Comunicaciones y Transportes del gobierno calderonista, Luis Téllez, salvó la vida de algunos de ellos al anunciar la suspensión por tres meses de las actividades de esta empresa propiedad del "pipero" Leonardo Sánchez Ávalos, quien a través de pseudónimos más que obvios (leo_leal, es uno de ellos), ha intentado dar respuesta a través de correos electrónicos a lo aquí denunciado desde hace cuatro años.
Los argumentos de la SCT, tras una serie de auditorías a Azteca, son prácticamente las mismas que, desde 2003, usted ha leído en el Índice Político:
"Canibalización" de aparatos, lo que en el lenguaje de los funcionarios puede leerse como "falta de control eficiente en el intercambio de partes y componentes entre los aviones de su flota".
Falta de preparación del personal: "deficiencias en la capacitación periódica obligatoria de pilotos, de personal técnico en manejo de carga y de personal de mantenimiento", de acuerdo al boletín en el que la SCT dio a conocer la suspensión de actividades de Azteca.
Y por supuesto falta de mantenimiento en las cuatro aeronaves que aún volaban –de una flota de nueve--: "deficiencias en la seguridad".
Las auditorías, iniciadas desde el 5 de marzo, fueron practicadas por 57 inspectores.
La medida anunciada por Téllez debe ser aplaudida.
La seguridad de los pasajeros que optaban por esta aerolínea estaba verdaderamente en riesgo.
Lo peor es que las advertencias hechas en este espacio, sólo provocaron la ira de Sánchez y no, lo que hubiese sido deseable, que pusiera manos a la obra, reparando las anomalías varias veces denunciadas.
O quizá ganas no le faltaron, pero sí recursos económicos, toda vez que desde hace buen rato Líneas Aéreas Azteca está técnicamente quebrada, llena de deudas y, peor aún, de litigios con empresas internacionales arrendadoras de aeronaves, entre otras.
La información de la SCT es clara a ese respecto:
"La aerolínea presenta una grave situación financiera: sus pasivos de corto plazo exceden sustancialmente sus activos de corto plazo y sus flujos de efectivo no alcanzan para pagar las deudas contraídas."
Azteca, pues, hasta hace dos días, no garantizaba "que sus procesos administrativos y técnicos mantengan en todo momento los estándares de seguridad requeridos por las autoridades aeronáuticas, particularmente en las áreas de mantenimiento y capacitación."
Insegura, en pocas palabras.
Sánchez Ávalos tiene tres meses para intentar poner en orden a esa empresa. Dudo que ese lapso sea suficiente.
Azteca ya se estrelló. Hizo "crash". Lo único bueno es que no llevaba un solo pasajero a bordo.
Excepto a Sánchez Ávalos, claro, quien ahora se debe dar cuenta de que no es lo mismo manejar una pipa al servicio de Pemex, que tripular una aeronave con un centenar de personas a bordo.
APENAS EL 8 de marzo próximo pasado usted leyó aquí por enésima ocasión la advertencia de que, por razones de seguridad dada la falta de mantenimiento y la deficiente capacitación de algunos de los pilotos, volar en Azteca era un riesgo de vida o muerte.
Hace dos días el secretario de Comunicaciones y Transportes del gobierno calderonista, Luis Téllez, salvó la vida de algunos de ellos al anunciar la suspensión por tres meses de las actividades de esta empresa propiedad del "pipero" Leonardo Sánchez Ávalos, quien a través de pseudónimos más que obvios (leo_leal, es uno de ellos), ha intentado dar respuesta a través de correos electrónicos a lo aquí denunciado desde hace cuatro años.
Los argumentos de la SCT, tras una serie de auditorías a Azteca, son prácticamente las mismas que, desde 2003, usted ha leído en el Índice Político:
"Canibalización" de aparatos, lo que en el lenguaje de los funcionarios puede leerse como "falta de control eficiente en el intercambio de partes y componentes entre los aviones de su flota".
Falta de preparación del personal: "deficiencias en la capacitación periódica obligatoria de pilotos, de personal técnico en manejo de carga y de personal de mantenimiento", de acuerdo al boletín en el que la SCT dio a conocer la suspensión de actividades de Azteca.
Y por supuesto falta de mantenimiento en las cuatro aeronaves que aún volaban –de una flota de nueve--: "deficiencias en la seguridad".
Las auditorías, iniciadas desde el 5 de marzo, fueron practicadas por 57 inspectores.
La medida anunciada por Téllez debe ser aplaudida.
La seguridad de los pasajeros que optaban por esta aerolínea estaba verdaderamente en riesgo.
Lo peor es que las advertencias hechas en este espacio, sólo provocaron la ira de Sánchez y no, lo que hubiese sido deseable, que pusiera manos a la obra, reparando las anomalías varias veces denunciadas.
O quizá ganas no le faltaron, pero sí recursos económicos, toda vez que desde hace buen rato Líneas Aéreas Azteca está técnicamente quebrada, llena de deudas y, peor aún, de litigios con empresas internacionales arrendadoras de aeronaves, entre otras.
La información de la SCT es clara a ese respecto:
"La aerolínea presenta una grave situación financiera: sus pasivos de corto plazo exceden sustancialmente sus activos de corto plazo y sus flujos de efectivo no alcanzan para pagar las deudas contraídas."
Azteca, pues, hasta hace dos días, no garantizaba "que sus procesos administrativos y técnicos mantengan en todo momento los estándares de seguridad requeridos por las autoridades aeronáuticas, particularmente en las áreas de mantenimiento y capacitación."
Insegura, en pocas palabras.
Sánchez Ávalos tiene tres meses para intentar poner en orden a esa empresa. Dudo que ese lapso sea suficiente.
Azteca ya se estrelló. Hizo "crash". Lo único bueno es que no llevaba un solo pasajero a bordo.
Excepto a Sánchez Ávalos, claro, quien ahora se debe dar cuenta de que no es lo mismo manejar una pipa al servicio de Pemex, que tripular una aeronave con un centenar de personas a bordo.
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