Buscar este blog

26 marzo 2007

Límites de la reforma

Jesús Cantú, Proceso 1586

Más allá de las bondades que puede tener el aprobar una ley con el fin de “establecer los mecanismos para el análisis, negociación y construcción de acuerdos para la concreción del proceso de Reforma del Estado”, el hecho de que se excluya la reforma hacendaria y la concerniente a la legislación en materia de medios de comunicación, prefigura un diseño de Estado que no responde a los requerimientos nacionales. [a fuerza lo que todo México quiere es que los potentados se dejen de jaladas y empiecen por pagar impuestos y luego todo lo que deben al pueblo... favor de ver video de "Reforma Fiscal y PEMEX" en la columna derecha de este blog, editado pal Gobierno Legítimo hace unas semanas pero que es info fresca y "al buen entendedor..."].

Se trata de temas fundamentales para concretar una auténtica reforma del Estado, pues justamente son los que dotan al gobierno y la sociedad civil de instrumentos y herramientas para hacer realidad el diseño institucional plasmado en la Constitución.

El Estado que diseñen los legisladores será inoperable si el gobierno carece de los recursos necesarios para cumplir sus obligaciones, y la ciudadanía de los medios para cumplir cabalmente sus tareas de elección, crítica y control de las autoridades. [Que por lo que se ve es a lo que le tiran sembrar el caos en la nación y salirse corriendo al extranjero con todo su varo].

Los legisladores pueden configurar el Estado ideal, en el cual el gobierno asume la responsabilidad de la seguridad social y la plena vigencia de los derechos humanos en su más amplia acepción (derechos civiles, políticos, culturales, económicos y sociales), y plasmarlo en la Constitución. Pero si no dotan a ese Estado de los recursos para hacerlo viable, todo quedará en una buena intención, como es el caso de muchas disposiciones constitucionales.

Igualmente, el Congreso puede reiterar la vocación federalista del Estado mexicano, pero si las entidades federativas siguen dependiendo de las participaciones del centro y la distribución de éstas requiere de la voluntad política del gobierno federal, la autonomía y soberanía de dichas entidades será una ficción.

Claro que incluir la reforma hacendaria compromete una modificación a fondo de la actual estructura fiscal, terminar con la petrodependencia y bloquear todas las vías de la elusión y la evasión de impuestos, que hoy benefician a los más ricos y poderosos. E implica, necesariamente, incrementar la captación tributaria para permitir la viabilidad del Estado mexicano, incluso en su concepción vigente.

Al retirar la reforma hacendaria de la temática inicial de la discusión, por considerar que la materia presupuestaria es “una facultad exclusiva de la Cámara de Diputados”, los legisladores demuestran su cortedad de miras y que todavía defienden sus cotos de poder por encima de los intereses nacionales.

Pero la ausencia total de referencias a una revisión profunda en materia de telecomunicaciones y medios de comunicación únicamente permite construir dos hipótesis: o se ignora absolutamente la importante labor que desempeñan los medios de comunicación en una democracia, o bien existe un fuerte compromiso de la clase política con el duopolio televisivo y el oligopolio radiofónico, no sólo para mantener intactos sus privilegios y prebendas, sino para vigorizarlos, como se confirmó con la aprobación de la llamada Ley Televisa.

Los legisladores están dispuestos a revisar las normas que rigen las relaciones entre los distintos poderes y las tres instancias de gobierno, lo mismo que su propio funcionamiento interno; sin embargo, no acceden a replantear la relación entre el gobierno y la sociedad civil. [Tons hay que mandarlos al diablo ¿no creen?, ¿les late un nuevo constituyente?].

Así mismo, aceptan perfeccionar las normas que rigen la elección democrática de las autoridades, pero se resisten a democratizar el ejercicio del poder y el control ciudadano de esas mismas autoridades. [pá que vean que angelitos no son, algo temen, algo deben].

Desde luego, la revisión de la legislación del ejercicio periodístico no es la única vía para democratizar el Estado mexicano, pero es imprescindible; y a la vez se trata de una condición indispensable pero no suficiente. Los medios de comunicación son protagonistas centrales en las tareas de crítica y control que la ciudadanía ejerce frente al dominio del poder formalmente constituido. Y dejar el control de estas tareas en manos de sus actuales detentadores es cerrar el paso a la construcción de un Estado democrático. [imaginenlo, un México con medios comportandose como tales... futa... si con los blogs se da mucha difusión ¿qué no sería si televisa es expropiada o tv azpuerca?].

La omisión de esos dos temas en la reforma del Estado constituye en sí misma un posicionamiento; no alterar las actuales condiciones es pronunciarse a favor de ellas y, por lo mismo, predeterminar los alcances y los límites de la reforma del Estado. Éstos se manifiestan con meridiana claridad cuando los diputados ni siquiera están dispuestos a discutir la pertinencia de la exclusividad en la aprobación del presupuesto, que por cierto ya ha sido cuestionada por varias voces autorizadas.

En suma, las exclusiones y omisiones mencionadas prefiguran nuevamente una reforma del Estado que preserva las prebendas de unos cuantos privilegiados, mantiene al ciudadano como un actor político marginal y no avanza en la construcción de un régimen democrático. [Ahhh pero todavía no falta el que diga "igual y votando en el 2009 algo logramos", si como no ja no me hagan reir].

No hay comentarios.: