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26 marzo 2007

Luz de México, la sal en nuestra nación...

Samuel García, Revoluciones

La misma alarma del celular que me despierta para acudir a los actos de resistencia, para llegar lo más temprano posible a la escuela o para alguna cita importante volvía a sonar con un sonido quizás más peculiar que otras veces, sonaba para despertarme. Llega un domingo más y mi sueño se suspendía ¿saben que soñaba?, curiosamente que un Zócalo desierto de pronto se iluminaba con llamas de fuego, que le abrazaban por todo su alrededor y lo rellenaban, no se si como visión o como presagio, eso soñé. Son ya tantas las veces que he ido al Zócalo -a veces en solitario, otras tantas por las marchas convocadas- que esa plancha puede reconocer mis pies, mis gafas oscuras y mi cámara cuando estoy en ella. Y de ese sueño sabía que nosotros, los mexicanos concientes, podíamos hacer este domingo 25 de marzo arder de esperanza a nuestra patria -al menos esa interpretación le concedí-.


Ya eran las 8:00 am esperaba que el baño se desocupara para poderme bañar y desde ese momento a ejercitar mi fe, pues en la ciudad de México padecemos en algunas delegaciones por el agua, la noche previa no me dio tiempo de ducharme y quería ir cómodo a la cita con el presidente de México y mis hermanos mexicanos. Es casi imposible de creer pero estos eventos me emocionan mucho, como si fuera a ver a la mujer de mis sueños, como si fuera a recibir un gran premio o reconocimiento, es una sensación que estremece la razón, los sentidos, acudir a una marcha se ha vuelto toda una experiencia y también actuar aparte de las marchas.

Verifique más de tres veces que en la mochila roja fuera la pila de la Revolcam, el cassette, el cable usb, la Revolmemory, la libreta y el lápiz, para ocuparlos en la jornada de cobertura bloguera del evento; creo que ni para ir a una clase de mi carrera de Ciencia Política me preparo tanto, ni siquiera para cuando tengo cita con alguna chica, ja, en serio que es todo un caso ver la pasión con la cual espero estos sucesos. Y es que no es tanto creer en un “Mesías”, en un político distinto, no es mostrarme partidario de una causa u organización, es más bien que veo la oportunidad de hacer historia a lado de mucha gente que anónimos como yo estamos sedientos de justicia y de libertad, el hecho de que AMLO en sus ideales coincida con ello es complementario, me siento como un bolígrafo deslizándose por las páginas de historia de nuestro país y muero por escribir cosas sanas, buenas y que rindan frutos para todos.

El único Presidente que es capaz de hacerme levantar los domingos para ir a marchar, no es Hugo Chávez o un tipo de “Che Guevara”, que bien de ambos personajes podría hablar cosas que me agradan y que les reconozco, como líderes de la lucha libertaria en la América, uno ya caído y el otro más vivo que nunca, pero es el famoso Peje, sí, Andrés Manuel López Obrador el que ha hecho que la “güeva” y desidia se esfumen y surja en mi un sujeto revolucionario. No es solo ir a captar imágenes para luego subirlas y que la gente las aprecie para alimentar mi ego, no, es que me siento con todas las fuerzas y la capacidad de transformarme, de ser un humano mejor al de ayer, de ajustar lo que es necesario de mi y de lo mío, de quienes me rodean y así vivir mejor. Ese que por algunos es señalado como “un peligro para México” es hoy más bien un peligro para el sistema dominante-esclavista, para el neoliberalismo, para el yankee opresor, para el imperio deshumanizador, para el reino del mal; para mi es un líder que me da esperanza de ver más temprano que tarde un México distinto al de hoy. Y mis ojos lo han comenzado a ver.


En otro tiempo, en otras generaciones, quizás agachar la cabeza hubiese sido el recurso más fácil, pero recuerdo que desde otras convocatorias se acordó luchar hasta el final y a pesar del cerco informativo, de las mentiras y calumnias permanecer pacíficamente de pie y siempre estar con la frente en alto. Ese sueño de un Zócalo ardiendo por algún momento dude llegaría, no vi inicialmente la gente que a determinada hora ya se acostumbraba ver para apoyar los actos de nuestro Presidente Legítimo López Obrador. Pero los pies libertarios, las voces y consignas como armonías de ensueño, aparecían repentinamente para colmar el Paseo de la Reforma, esa avenida que ha sido un testigo fiel de nuestra lucha, hoy de nuevo abrigaba nuestra marcha y se mostraba con impaciencia, deseando que ya avanzáramos en ella. De pronto ese personaje que habla de los pobres, de hacer el bien al prójimo, de a pesar de todo respetar y no violentar la lucha, estaba a un par de metros de distancia y entre empujones y gritos de “aváncenle, aváncenle” logre captar su imagen para empezar a depositar agua, el liquido vital, en un vaso vacío. Ya extrañaba que marcháramos unidos, ya se necesitaba gritar a viva voz ¡Es un honor estar con Obrador!

Pude ver niños cada vez más concientes de lo que sucede en el país, un pequeño al ver de otro compañero una imagen de Calderón decía: mira mami, ese es el señor que nos subió las tortillas ¿no nos quiere verdad? Y otra pequeña que sin soltarse de su madre le pedía procurando que nadie la escuchará lo siguiente: “¿me puedes cargar para ver a amlito mami, puedo verlo?” Y esa inocencia improvisada que nunca esperas encontrar te enchina la piel más de una vez. Además nuestros queridos adultos mayores, viejitos con mucho cariño, que apenas y pueden caminar, que sudan y sudan, pero no se cansan, hacen ejercicio físico, pero más que nada un ejercicio del alma que contagia. A una viejita le pregunte: ¿desde a que hora esta usted aquí seño? “Uyyy joven me caí del petate, vengo llegando desde las 7, es que me gusta agarrar buen lugar para ver a nuestro presidente”. Y tantas cosas que ves, escuchas y de las cuales eres testigo, pero además de eso sin querer te sumas como actor, como parte de esas escenas inolvidables.



También identifique el acento en la voz de nuestros mexicanos de provincia, que por encima de la distancia hoy más que nunca estamos unidos en el fondo por esta causa que cambie a nuestro México. Muchos llegaron, sacrificando dinero, tiempo y esfuerzo, pero como fieles combatientes, dispuestos a todo, como dijo don German, un señor de unos 38 años de Sinaloa: vengo a ponerme a las ordenes del presidente de México, ya que el ejército está con el enano, nosotros el pueblo estamos con el gigante”. Y cuando abordaba a la altura de Hidalgo el microbús para llegar al Ángel un argentino preguntaba: ¿dónde queda Chapultepec, este bús me deja?, un convencionista le decía, “este lo deja amigo, ya mero llegamos”... y el argentino cuestionaba ¿todos van al mismo lado, es por lo del fraude siguen con eso? Y respondía firme el convencionista: seguimos luchando el señor Calderón y empresarios se quieren robar nuestro petróleo, nuestro maíz, todo, eso del fraude no se ha acabado porque fue un robo ¿usted se dejaría robar una y otra vez? Y el argentino asentaba un no contundente con la cabeza... “que Dios los guíe, verán que van a ganar, sigan adelante” -dijo cuando ajamos todos antes del Ángel el argentino y el micro siguió para llevarle a Chapultepec-.


Ya al ingresar por Madero otra anciana me dijo: “a este hombre lo siguen porque tiene un buen corazón, él no solo quiere servirnos es que nos tiene cariño, mírele bien los ojos joven...” y francamente más que mirar al Peje mire a la señora, sucia, con una cubeta de dulces –supongo que de ello vive- pero que así como dice que Obrador nos quiere, a ella también se le notaba el cariño por él, por este movimiento, por nosotros las generaciones en pie de guerra. Y la Revocam (video cámara de Revoluciones) captaba el momento en que la calle de Madero resucitaba en su memoria el triunfo de las luchas revolucionarias sobre la dictadura, a base de metáforas veía fluir la historia mexicana, y ahora, más que repetirse, mejorar y ser un precedente de algo tremendo por desatarse en toda nuestra América.

No hay medios convencionales para darle difusión a este evento, se pudo incluso llegar a dudar si habría tanta gente o no, se pudieron hablar muchas cosas y es más tanto que se puede decir después de esto, pero lo que es cierto es que una vez más los mexicanos, representantes de los más de 100 millones que requieren también del cambio, estaban al grito de guerra, seguían encendiendo el centro de la capital, llenaron el corazón político de México para demostrar una vez más que somos luz, luz de México, la sal en nuestra nación...


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