Los últimos 8 años al frente de la UNAM , de parte del represivo rector Juan Ramón De la Fuente que ya se va, ofrece magros resultados si se sabe analizar con rigor el estado de cosas bajo las que su controvertida gestión deja a la máxima casa de estudios en México, y, a la vez, a la más grande e importante institución pública de educación media-superior y superior de América Latina.
Proceder al diagnóstico objetivo y al vigente reclamo por la transformación académico-política integral y de fondo para la UNAM , son, apenas, algunos de los problemas más urgentes para la nueva etapa que se abre en la universidad de la nación, de cara a la actual transmisión de poder en curso al frente de su rectoría y a la urgente redefinición de su proyecto académico-político , orientándolo hacia la resolución de los grandes problemas nacionales , precisamente lo que la demagógica y contraproducente administración rectoral del saliente rector De la Fuente no hizo, constreñida a la manía narcisista que el Doctor Psiquiatra le impuso para su lucimiento y promoción personal, que silenció vergonzosamente la profunda antidemocracia que impera en la UNAM y de la que él mismo resultó un incontrovertible y claro exponente usufructuario.
Ahora, justamente cuando esa odiosa entidad discrecional que se denomina Junta de Gobierno , compuesta por “15 notables” que se arrogan ilegítimamente la potestad de decidir -por encima de la voluntad mayoritaria de casi 350 mil universitarios- quién habrá de ocupar por un nuevo período de 4 años la rectoría, es momento para retomar la estafeta de continuidad histórica de la demanda que el responsable movimiento universitario ha exigido siempre: la profunda democratización de las estructuras de gobierno y gestión de la UNAM . Se trata de una exigente demanda, sin duda, que estaba condenada a resurgir desde el movimiento universitario consciente mismo, y, en particular, de su sector estudiantil, si se recuerda que De la Fuente llegó a la rectoría de la casa de estudios reprimiendo al movimiento del CGH que detuvo la enésima intentona rectoral por privatizar a la UNAM , y que hoy calienta los ánimos porque la cereza del pastel al fin del mandato delafuentista , ahora pretende imponer quien se hará cargo de la rectoría universitaria, sólo para ofrecer más de lo mismo que debe transformarse de raíz.
Y es por eso mismo que, contra la imposición de rector en la UNAM , está naciendo la Asamblea Universitaria (AU), instancia de coordinación horizontal de los esfuerzos que ya desde el pasado 25 de octubre, compañeros de más de 20 Facultades y Escuelas, de los tres sectores, se han dado a la necesaria tarea de conformar a fin de cuestionar y resistir la ominosa lógica procedimental de que se valen discrecionalmente las autoridades universitarias, para garantizar que sus intereses se mantengan intocados en medio de la imposición de la misma lógica autoritaria y corrupta que ha singularizado siempre a la dinámica conductual de la cúspide decisoria del poder universitario. Por eso mismo, la AU se propone resistir a ése procedimiento y generalizar la discusión que permita – movilizadamente - la erección de una plataforma académico-política de transformación integral para la UNAM , en virtud a que desde los espacios decisorios de la UNAM , no se desprenden sino imposiciones y mentiras. La AU , en este sentido, resulta esperanzadora porque se trata de los prolegómenos de un naciente movimiento universitario de desagravio histórico y de democratización de la universidad, porque considera que la mejor atmósfera para el desarrollo autónomo de sus funciones sustantivas, es precisamente la democracia, aquello que las autoridades mismas se han encargado históricamente de obliterar, negándola y obturando el urgente y necesario cambio en la dinámica de participación de la comunidad universitaria críticamente pensante. No dejan de sorprender, por eso, las declaraciones que la prensa de circulación nacional recogiera, el pasado fin de semana, en el sentido de que de todos los aspirantes a ocupar la rectoría de la UNAM , todos, salvo uno, han rechazado debatir públicamente sus respectivos proyectos de frente a la comunidad.
La honrosa excepción, es la del politólogo y doctor Luis Javier Garrido , quien por su límpida trayectoria, su calidad académica y ése solo desplante democrático, se ha convertido en el candidato favorito de la comunidad de abajo , razón que explica entonces, por qué, implícitamente, ha sido vetado por la Junta de Gobierno , aunque no lo reconozca públicamente por el costo político que ello traería consigo a su ya desprestigiada imagen, como si de un virtual conciliábulo cardenalicio que impone Papas se tratase. Los demás, se niegan a debatir públicamente y a hacer explícitos sus proyectos porque saben, muy bien, que no es socializando el conocimiento de sus iniciativas, sino acatando el antidemocrático y discrecional procedimiento, como podrán ser ponderados como “factibles” aspirantes rectorales desde la lógica del poder. Y en ese acto de genuflexión frente al ominoso poder burocrático-funcionarial de la Junta de Gobierno, no advierten que la auscultación es un simulacro para sorprender a los imbéciles y que los dados están de antemano cargados a favor del actual director de la Facultad de Medicina , José Narro Robles , quien no representa posibilidad de cambio democrático alguno, y sí un hábil repetidor de todo aquello por lo que el ciclo recurrente de los movimientos universitarios se han levantado una, otra y otra vez más. Si Luis Javier Garrido , hace suyas las banderas de la naciente AU , tendrá en él a un formidable aliado y compañero de ruta, pues habrá comprendido que con el procedimiento institucional carece de posibilidad alguna para arribar a la rectoría, y fungirá como una respetadísima voz en la denuncia, el cuestionamiento y la resistencia contra la deleznable política de cañerías de las autoridades de la UNAM.
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