Cooperacion popular para la redencion del petroleo. Palacio de Bellas Artes, Distrito Federal, marzo de 1938.
A las 22:00 horas del 18 de marzo de 1938, el Presidente Lázaro Cárdenas leyó por radio y en cadena nacional, el decreto expropiatorio de los bienes e instalaciones de las compañías extranjeras, firmado por el quince minutos antes. Quienes escuchaban el mensaje salieron a las calles y a las brechas a celebrar espontáneamente el acontecimiento. No terminaba la transmisión de radio y ya empezaban a apilarse decenas de telegramas en las oficinas de la Presidencia de la República: de todos los lugares, en todos los tonos, se notaba el beneplácito de los mexicanos por ese “acto trascendental que pone en alto la dignidad nacional y marca el inicio del rescate de nuestras riquezas naturales.”
El 23 de marzo, miles de personas marcharon en todas las ciudades, pueblos y comunidades del país para celebrar “la liberación económica de México.” En el Zócalo de la capital, cerca de seis horas tardaron eufóricos manifestantes en pasar frente al balcón presidencial. En los pueblos, los vecinos sacaron a relucir los máuseres, los corceles y los viejos arreos de campaña, afirmaron con su cuerpo como rúbrica que estaban dispuestos a defender el decoro nacional con la vida si era preciso. La jornada nacional se llenó de carteles multicolores, antiguas alegorías, nuevos símbolos y consignas ingeniosas, para combatir la persistente imagen de la Patria invadida, intervenida, desmembrada, saqueada: ¡Salvemos la honra de México!
(c) Los abajo firmantes: Cartas a los presidentes 1934-1946, Edit. Patria: 1994.
El 23 de marzo, miles de personas marcharon en todas las ciudades, pueblos y comunidades del país para celebrar “la liberación económica de México.” En el Zócalo de la capital, cerca de seis horas tardaron eufóricos manifestantes en pasar frente al balcón presidencial. En los pueblos, los vecinos sacaron a relucir los máuseres, los corceles y los viejos arreos de campaña, afirmaron con su cuerpo como rúbrica que estaban dispuestos a defender el decoro nacional con la vida si era preciso. La jornada nacional se llenó de carteles multicolores, antiguas alegorías, nuevos símbolos y consignas ingeniosas, para combatir la persistente imagen de la Patria invadida, intervenida, desmembrada, saqueada: ¡Salvemos la honra de México!
(c) Los abajo firmantes: Cartas a los presidentes 1934-1946, Edit. Patria: 1994.
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