Angel Hernández / Vértigo
El efecto de la crisis estadunidense termina con la estabilidad alcanzada por los connacionales. A pesar de tener bajos salarios, miles de familias de indocumentados pudieron adquirir viviendas, bienes y otras comodidades que se esfuman con la actual crisis inmobiliaria.
Además del sinnúmero de problemas cotidianos que enfrentan, millones de mexicanos indocumentados en Estados Unidos se convierten ahora en las primeras víctimas de la recesión económica: ubicados en su mayoría en el último escalón del mercado laboral (servicios, construcción y limpieza, principalmente), son vulnerables a un entorno económico adverso que se hace tangible con despidos masivos en sectores donde son los primeros en quedarse sin trabajo.
La escasez de empleos —agudizada por las políticas antimigrantes que sancionan a los patrones que los contraten— propicia que miles de connacionales que buscaban en Estados Unidos un mejor nivel de vida hoy piensen en regresar a México, ante la imposibilidad de sobrevivir debido a los bajos ingresos que obtienen, junto con los altos precios de alimentos, combustibles y servicios que provoca la recesión.
Los paisanos, en pocas palabras, buscan huir de la inseguridad económica.
Y es que las expectativas de mejores condiciones de vida que llevaron a Estados Unidos a seis millones de inmigrantes indocumentados de origen mexicano, se reducen de manera drástica y acelerada en estos tiempos de crisis financiera.
Así, los despidos por la desaceleración y las crecientes dificultades para conseguir un empleo conforman un panorama desalentador para quienes el sueño americano se transforma en pesadilla.
Disminuirán remesas
Por si fuera poco, los efectos negativos de la desaceleración económica echaron abajo la estabilidad que habían alcanzado en años recientes.
Pese a recibir bajos salarios, un número importante de familias de indocumentados pudieron adquirir viviendas, bienes y otras comodidades, pero con la crisis actual disminuyeron de forma drástica sus ingresos y se modificaron sus gastos: la mayoría de su dinero lo usan para lo indispensable, lo cual excluye consumos en comercios y servicios e incluso muchos han retirado su dinero de los bancos.
Estas restricciones se reflejan en un aspecto crucial para México: el envío de remesas que mandan a sus familias se verá afectado y tendrá una reducción a lo largo del año, advierten expertos en el tema.
La disminución de esos recursos, que representan la segunda fuente de ingresos después del petróleo (24 mil millones de dólares en 2007), afectará de paso las finanzas del país y será un golpe duro para los estados con mayor expulsión de migrantes, entre los que destacan Michoacán, Zacatecas, Jalisco, Oaxaca y Puebla.
El investigador del Colegio de la Frontera Norte, Germán Vega Briones, afirma que miles de indocumentados mexicanos en Estados Unidos retornarán a sus lugares de origen para evitar una crisis económica que, de acuerdo con algunos expertos, puede durar varios años.
Vega confirma que uno de los efectos es que habrá una disminución de las remesas, lo que ya es visible: en los dos primeros meses de 2008 los mexicanos enviaron al país tres mil 390 millones de dólares, lo que representó una disminución de 2.76% respecto del mismo periodo del año anterior, según cifras del Banco de México.
“Si no tenemos dinero aquí, ¿cómo vamos a enviarle a los familiares?”, ratifica el consejero de la Federación de Clubes Michoacanos en Illinois, Artemio Arreola.
Cierre de empresas
En estados con amplia presencia de inmigrantes de origen mexicano como California, Texas, Arizona, Nueva York, Georgia, Nevada o Illinois, se repite la misma situación: el despido de cientos a consecuencia de la etapa recesiva que experimenta la economía.
Y es que la desaceleración en la primera economía del mundo impacta en sectores productivos que ocupan gran cantidad de mano de obra migrante, como son la construcción, los servicios de limpieza, la preparación de alimentos y las labores agrícolas. Esta crisis se refleja sin remedio en el cierre de empresas, la suspensión de obras y el recorte de personal.
De los 6.5 millones de trabajadores indocumentados que había en ese país en 2004, de acuerdo con el Pew Hispanic Center, 18% trabajaba en la industria hotelera y otro 17% en la construcción. En total representan 4.3% de la fuerza de trabajo en esas industrias.
Desprotegidos
El presidente de la Asociación Mundial de Mexicanos en el Exterior (AMME), Carlos Villanueva, asevera que la comunidad hispana vive una de sus peores épocas.
“La comunidad hispana resulta una de las más golpeadas por la desaceleración económica. Está desprotegida por la falta de trabajos estables y además porque muchos de sus integrantes carecen de documentos legales. Millones de propietarios pierden sus hogares”, afirma.
Villanueva dice que el mercado hispano representaba una gran oportunidad para el sector inmobiliario, por lo que hubo bancos y empresas de préstamos que colocaron créditos de manera irresponsable y sin las garantías necesarias.
Esta situación, agrega, permitió que muchos inmigrantes adquirieran una vivienda aunque no tuvieran el ingreso suficiente para pagarla, lo que se hizo imposible cuando los intereses se fueron al cielo.
Arreola afirma que debido a la crisis del sector inmobiliario, literalmente, los inmigrantes abandonan sus viviendas: una casa que costó inicialmente 200 mil dólares ahora vale 100 mil y además representa una deuda impagable.
“No hay trabajo. Los inmigrantes andan de un lado a otro para tratar de conseguir un empleo, pero cada vez es más difícil”, resalta.
Poco trabajo y mal pagado
La falta de empleo por la desaceleración económica confluye con el reforzamiento de leyes antimigrantes, lo que provoca una disminución de ofertas de trabajo para los indocumentados.
El envío de cartas del gobierno a los empleadores (la denominada No mach letter) en las que informa que no coinciden el nombre o el número del empleado registrados, provoca más despidos, ya que si un empresario contrata trabajadores indocumentados se hace acreedora a fuertes multas.
Carlos Villanueva dice que es cada vez más frecuente ver a indocumentados sin empleo por la crisis económica. A eso hay que sumar que las leyes migratorias que analiza el Congreso lo que buscan es proteger los empleos de los estadunidenses. Así, los pocos trabajos que consiguen los inmigrantes son mal pagados.
Destaca que no es raro que mientras a un hispano se le paguen de 12 a 15 dólares la hora por determinado puesto, un estadunidense reciba de 25 a 30 dólares por la misma actividad.
“No son tiempos halagadores para los hispanos que vivimos en Estados Unidos. Necesitamos hacer un esfuerzo muy grande para vivir aquí. Se espera que muchos inmigrantes mexicanos regresen al país”, insiste.
Vega Briones, del Colegio de la Frontera Norte, alerta que en las ciudades fronterizas se reflejará el éxodo de connacionales que huyen de la inestabilidad financiera, ya que muchos se quedarán a vivir en esas zonas para volver a cruzar la frontera en cuanto la situación económica se estabilice. Dice desconocer cuántos mexicanos saldrán, pero se estima que a diario unos mil regresan al país.
“No sé cómo México se prepara para recibirlos. Si continúa su salida, el país tiene que estar listo para dar educación, atención médica y otros servicios no sólo a los connacionales, sino también a estadunidenses de ascendencia mexicana”, previene a su vez Arreola.
Ante un panorama de menor oferta de trabajo, donde los inmigrantes sin documentos están dispuestos a tomar un empleo con pago muy bajo, Villanueva destaca que este no es el mejor momento para los mexicanos que piensen emigrar a ese país en busca de una oportunidad.
Por ello, no descarta que haya un desplazamiento de mexicanos hacia Canadá para buscar mejores opciones de vida, lo que incluso hacen algunos estadunidenses que desean una situación laboral y económica más estable.
Y ante el encarecimiento de los servicios, la vivienda y el desempleo que padecen en ese país, Villanueva dice que escucha una queja permanente entre inmigrantes: “De sufrir en Estados Unidos a sufrir en México, prefieren regresar con el argumento de que al menos tendrán frijoles para comer y no morirán de hambre”.
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