• Se desmorona el cascarón
• El “secuestro” más extraño...
Con Cariño para Carlos Olmos
Vancouver, Canadá. La adversidad, mi estimado, revela el genio del ser humano. Finaliza la muy accidentada semanita, donde lo único claro es la inevitable escalada en los ardientes ánimos sociales gracias al espléndido cúmulo de originales pendejadas encabezadas por Felipe Calderón y su achispado Gymboree que, por si fuera poco, han sido capitalizadas por el PRI de Beltrones, quien además de que le está saliendo el pequeño monstruo tricolor ya funge como vocero (azul) al declarar que en los análisis del blanquiazul y del gobierno, el FAP secuestrará a Calderón, así que cuídense mis chicuelos porque ahí viene el lobo amarillooo.
Qué risa.
Manlio Fabio, el salvador de la patria. El flotis de Juan Camilo y Felipe. Parece que al estadista sonorense ahora sí ya se le botó el chip o ha sido un mago en el arte del engaño (u choose).
Y en el colmo del ya distintivo surrealismo político mexicano, el PRD, my friend, se desmorona en pedacitos cual cascarón podrido y viejo mientras sus lacritas encabezadas por Ortega, Encinas y su caterva de pasados (aunque hay niveles en el cochinero), se despedazan por un liderazgo que, con la pena, nadie les ha informado que esa original fiesta se acabó. O no logran entender que lo que sucede dentro del partido del sol azteca es un eclipse total de misión y visión que no se puede resolver si no se tiene claro el rumbo (cualquier parajoda con la realidad calderonista no es coincidencia) y si son todos los que están o están todos los que son más allá de la diversidad de puntos de vista.
Y todo mientras el caos sigue con su peligrosa ruta que tarde o temprano tendrá su exclusivo clímax, la descomposición política social es ya vertiginosa. Dentro de un gobierno cuya cabeza se distingue por la indecisión (que es la peor decisión), donde los bandazos y traspiés se suman al baile grotesco de estupideces, donde un día se presume el slogan sexenal del empleo, después que siempre no, los programas sociales o… la revolución educativa (give us a break shithead), o sacar al tesorito de las profundidades para entrar a la era de la prosperidad o... o... la última genialidad del imbécil en turno para proponer la estrategia federal a seguir que, como se ha visto, insulta la inteligencia del respetable.
Felipe y su bola de improvisados que creen inundando de espoteo los medios de intoxicación masiva se solucionan sus problemas y que, gracias a los medios —que han jugado el rol de atizadores del fuego— van a desvanecerse con el paso del tiempo.
Se equivocan.
Ciegos, ensoberbecidos y embriagados (esto último, literal) por el poder no perciben que hay un país por gobernar. Un país profundamente dividido desde la polémica elección de 2006, que sigue siendo el conflicto latente no resuelto. Y las políticas emprendidas en el sexenio, convertidas en reformas envueltas en ese halo de éxitos no han dejado satisfecho a nadie, incluyendo a sus aliados naturales.
Y transitando en esa vereda del agandalle, del oscurantismo y la simulación, Calderón finalmente envió una iniciativa energética —desconocida y de espaldas a la ciudadanía— que ya es el parteaguas de su sexenio. Sobre todo porque México es un país de símbolos y la historia de la expropiación petrolera es uno de ellos. Y las formas de querer vender las bondades del pinche tesorito (el de las profundidades) sin ceder a los tiempos para un debate abierto, plural de altura y de cara a la nación, será más que un error de cálculo.
Seguir en la ruta de la histeria mediática y la confrontación (que además ya es espotera) donde ya se sumaron the ususal suspects de la ilustrísima iniciativa privada —principal responsable de la semilla de polarización y odio pre y poselectoral— satanizando un movimiento social, identificado con un símbolo nacional como es el petróleo, que ya prendió en las calles, será el detonador de algo desconocido que podría ser el principio del fin. La detonación de ese conflicto latente que espera una oportunidad.
Y en ese final, my friend, no habrá ganadores.
Por la Mirilla
Extraño “secuestro” del Congreso cuando ayer los diputados del PRI y del PAN sesionaron y aprobaron varias leyes. La ingenua pregunta de fin de semana es: ¿quién se beneficia con la histeria del término de esta divertida simulación…? Respuesta: ellos mismos al haber sacado de la fiesta de las votaciones al FAP… ¡Adiós!
• El “secuestro” más extraño...
Con Cariño para Carlos Olmos
Vancouver, Canadá. La adversidad, mi estimado, revela el genio del ser humano. Finaliza la muy accidentada semanita, donde lo único claro es la inevitable escalada en los ardientes ánimos sociales gracias al espléndido cúmulo de originales pendejadas encabezadas por Felipe Calderón y su achispado Gymboree que, por si fuera poco, han sido capitalizadas por el PRI de Beltrones, quien además de que le está saliendo el pequeño monstruo tricolor ya funge como vocero (azul) al declarar que en los análisis del blanquiazul y del gobierno, el FAP secuestrará a Calderón, así que cuídense mis chicuelos porque ahí viene el lobo amarillooo.
Qué risa.
Manlio Fabio, el salvador de la patria. El flotis de Juan Camilo y Felipe. Parece que al estadista sonorense ahora sí ya se le botó el chip o ha sido un mago en el arte del engaño (u choose).
Y en el colmo del ya distintivo surrealismo político mexicano, el PRD, my friend, se desmorona en pedacitos cual cascarón podrido y viejo mientras sus lacritas encabezadas por Ortega, Encinas y su caterva de pasados (aunque hay niveles en el cochinero), se despedazan por un liderazgo que, con la pena, nadie les ha informado que esa original fiesta se acabó. O no logran entender que lo que sucede dentro del partido del sol azteca es un eclipse total de misión y visión que no se puede resolver si no se tiene claro el rumbo (cualquier parajoda con la realidad calderonista no es coincidencia) y si son todos los que están o están todos los que son más allá de la diversidad de puntos de vista.
Y todo mientras el caos sigue con su peligrosa ruta que tarde o temprano tendrá su exclusivo clímax, la descomposición política social es ya vertiginosa. Dentro de un gobierno cuya cabeza se distingue por la indecisión (que es la peor decisión), donde los bandazos y traspiés se suman al baile grotesco de estupideces, donde un día se presume el slogan sexenal del empleo, después que siempre no, los programas sociales o… la revolución educativa (give us a break shithead), o sacar al tesorito de las profundidades para entrar a la era de la prosperidad o... o... la última genialidad del imbécil en turno para proponer la estrategia federal a seguir que, como se ha visto, insulta la inteligencia del respetable.
Felipe y su bola de improvisados que creen inundando de espoteo los medios de intoxicación masiva se solucionan sus problemas y que, gracias a los medios —que han jugado el rol de atizadores del fuego— van a desvanecerse con el paso del tiempo.
Se equivocan.
Ciegos, ensoberbecidos y embriagados (esto último, literal) por el poder no perciben que hay un país por gobernar. Un país profundamente dividido desde la polémica elección de 2006, que sigue siendo el conflicto latente no resuelto. Y las políticas emprendidas en el sexenio, convertidas en reformas envueltas en ese halo de éxitos no han dejado satisfecho a nadie, incluyendo a sus aliados naturales.
Y transitando en esa vereda del agandalle, del oscurantismo y la simulación, Calderón finalmente envió una iniciativa energética —desconocida y de espaldas a la ciudadanía— que ya es el parteaguas de su sexenio. Sobre todo porque México es un país de símbolos y la historia de la expropiación petrolera es uno de ellos. Y las formas de querer vender las bondades del pinche tesorito (el de las profundidades) sin ceder a los tiempos para un debate abierto, plural de altura y de cara a la nación, será más que un error de cálculo.
Seguir en la ruta de la histeria mediática y la confrontación (que además ya es espotera) donde ya se sumaron the ususal suspects de la ilustrísima iniciativa privada —principal responsable de la semilla de polarización y odio pre y poselectoral— satanizando un movimiento social, identificado con un símbolo nacional como es el petróleo, que ya prendió en las calles, será el detonador de algo desconocido que podría ser el principio del fin. La detonación de ese conflicto latente que espera una oportunidad.
Y en ese final, my friend, no habrá ganadores.
Por la Mirilla
Extraño “secuestro” del Congreso cuando ayer los diputados del PRI y del PAN sesionaron y aprobaron varias leyes. La ingenua pregunta de fin de semana es: ¿quién se beneficia con la histeria del término de esta divertida simulación…? Respuesta: ellos mismos al haber sacado de la fiesta de las votaciones al FAP… ¡Adiós!
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