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06 marzo 2007

Caricatura sin monitos

Cien años de soledad...

Francisco Servin, Revoluciones

Hace algunos años, quizás 18 o 19 no lo puedo precisar, me hizo favor de invitar a su boda mi amigo Vicente Rojo Cama, hijo del gran artista plástico Vicente Rojo. Ahí, tuve la oportunidad de conocer en persona, a Gabriel García Márquez. Aunque ya lo conocía años atrás, al haberme deleitado con algunos de sus libros.

Ese hombre, por el cual hoy, en su natal Aracataca, han sonado 80 cañonazos (cantidad homónima de las velas que rodearan el pastel de su cumpleaños), escribió la novela que da nombre al texto de hoy.

En efecto, quiero hablar de cien años de soledad, pero no, de la obra maravillosa que cumple 40 años de haberse publicado. Si no más bien, del tiempo que cumplimos sin que las divinidades vacaciones por nuestro territorio.

La soledad del ciudadano mexicano, que ha resistido y resistido, a las más grandes pruebas de tolerancia jamás inventadas por el hombre mismo. No me refiero a causas naturales, que desde luego hacen fila también en la lista, pero al final. Más bien, hablo, de los motivos que se pueden predecir y sin embargo, se dejan en manos de un Dios, al que al parecer, no le gustan nuestras playas.

Cien años, en los cuales, en vez de envejecer con dignidad, el país sigue siendo un adolescente que no termina por entender a donde se dirige. Dispersando su fuerza y dilapidando su futuro. Un siglo, que sólo se caracterizó, por adaptarse a los inventos y a la novedad de la tecnología. Pero que, por dentro de nosotros, ha sido tiempo vano. Pues, seguimos, igual que cuando inició el conteo.

Padecemos en la fecha presente, lo mismo que padecían nuestros abuelos hace diez decenios. Represiones, injusticias, hasta fraudes electorales. Siguen existiendo las desigualdades, como hace veinte lustros. Los políticos, han cambiado, de traje nada más, porque siguen siendo los mismos; debe ser genética la cosa. La censura, en aquellos tiempos, era como ahora. Lo único que han variado son, las formas. ¿Y que me dice de las condiciones laborales? Las nuevas tiendas de raya, son más elegantes y tienen más surtido, pero siguen siendo propiedad del dueño de nuestras vidas.

Tiempo mediante el cual, nos han llenado de piedras: en la espalda, por el peso cansino y doloroso de las deudas; en la vesícula, por los enojos contenidos debido a la impotencia.

Por eso, hoy, en pleno siglo XXI, en el año 2007, al saber que en un lugar de nuestra republica bendita, una mujer de 73 años fue muerta varias veces, pienso, que un contenedor de muchos años destinado para nuestra nación, se debió haber extraviado. Pues, sin esa consideración de por medio, no logro comprender el actuar de hombres destinados a proteger, a la patria, y a los hijos de ella.

Aquellos militares indignos, no tan sólo de portar el uniforme, sino de llamarles de esa forma por no conocer su nombre todavía, la mataron de dolor, de indignación, de impotencia y de rabia contenida. Y no contentos, le clavaron el puñal del humillado.

La menos dolorosa de sus muertes, fue la física. Porque la mataron por dentro, pero también por fuera, porque violaron su cuerpo pero también su alma.

Esa mujer, anciana, originaria del municipio de Soledad Atzopam, en Zongolica Veracruz, no se como se llama. En este caso, el nombre es lo de menos, porque bien pudiese llamarse México.

Casualidades de la vida, originaria de Soledad, municipio de cien años, estado lamentable, país, el nuestro.

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