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01 marzo 2007

Complejidad, elitismo y representación: las barreras de la participación II

Complejidad

El argumento de la complejidad, por su parte, se refiere a la presunta y radical anulación del sujeto social en la definición y reproducción del orden social. Aunque éste es un argumento relativamente reciente, en el desarrollo de la sociología contemporánea adscrita, por ejemplo, al pensamiento de Niklas Luhmann,3 en cierto sentido se puede retrotraer -sin forzar excesivamente, creo, el principio sociopolítico en juegoal menos hasta la fase originaria del pensamiento sociológico de Max Weber. Es muy conocida, en este sentido, la tesis weberiana según la cual las condiciones de la modernidad en el ejercicio del poder político volverían inevitable la pérdida del control por parte de los ciudadanos del proceso de toma de decisiones colectivas en el terreno de la política y la economía. Formas impersonales y tecnocráticas de complejas organizaciones burocráticas estaban, de esta suerte, destinadas a "secuestrar", como hoy día está en boga repetir, dichas facultades ciudadanas de administración estata1.4

3 Debido a la dedicación de Javier Torres Nafarrate y al apoyo institucional, entre otras, de la Universidad Iberoamericana, es posible contar en lengua española con una porción significativa del pensamiento sociológico de Niklas Luhmann. Para una rápida visión de conjunto de las principales tesis asociadas a esta visión "sistémica" de la política puede consultarse el muy completo e interesante número monográfico de Metapolítica (2001), núm 20. "Sociedad y sistema: pensar con y contra Luhmann".

4 No cabe duda de que "la especialización de los diversos terrenos del conocimiento nos somete en el plano político a una nueva forma de tutela a pesar de que claramente no puede defenderse la idea de que esas elites técnicas gocen de un conocimiento moral superior, o un conocimiento más elevado de lo que constituye el interés público".

Un problema diferente, pero vinculado a lo anteriormente referido es, Justamente, "la impotencia del saber tecnocrático para revertir la colonización" de la política por la economía. De esta suerte, los especialistas al frente de los sistemas políticos son frecuentemente impotentes, en el caso, para promover políticas de solidaridad y de promoción del Estado de bienestar. Consecuentemente, asistimos hoy día, por una parte, al debilitamiento de la cohesión social y, por otra, a la vuelta de viejas y nuevas variantes de populismo" (Vallespín, 2000: 17-18).


Representación

Finalmente, tenemos el argumento de la representación política o, mejor dicho, de su crisis. En positivo, esta tesis defiende lo inevitable de la representación política a gran escala. En negativo, dicha concepción sostiene que dada la insuperable escala de los demos modernos es imposible que el poder del pueblo pueda ejercerse de manera directa (Dahl, 1993b y 1999). Tal soberanía debe ejercerse forzosamente de manera mediatizada y organizada a partir de la aplicación de los procedimientos del gobierno representativo cuya crisis se acentúa en las condiciones del presente, entre otras razones, por la insalvable distancia entre el representante y el representado; por la dudosa calidad de los aspirantes a ocupar cargos de elección popular; y por la más reciente contaminación de la política, con el predominio de las técnicas de mercadotecnia política en la elección de esos líderes (Rivero, 1997; Przeworski y Maní, 2004; Rosanvallon, 2004).

Sermeño Ángel, Democracia y participación política: los retos del presente, p. 11 -12.

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