por Fausto Fernández Ponte
Al fino amigo del antaño, Antonio Solá Vela, por sus desvelos por Tenosique, Tabasco
I
Como un mexicano que estudió periodismo y filosofía de la historia y vivió más de tres décadas en Estados Unidos, este escribidor está convencido de la presencia de dos variables en la cosmovisión estadunidense respecto a México:
Una, la de que el anhelo histórico de la élite más chovinista de la filosofía y la cultura del poder económico y político de EU ha sido --y es, acentuadamente hoy-- la de apropiarse de México bajo cualesquier guisas convenientes a sus intereses.
Y, otra, la de utilizar a México como ariete e instrumento de penetración de los intereses estadunidenses en Nuestra América --la indo, afro e ibérica-- y, a la vez, como puntiagudo enser para dividirnos y de ese estilo mantenernos vencidos y dominados.
En ese contexto se explican, por ejemplo, los términos asimétricos --es decir, desiguales-- de la relación bilateral de EU y México, caracterizada por una influencia estadunidense dominante y, ergo, abrumadora, en la vida nacional mexicana.
La filosofía de la élite del poder económico y político de EU, ampliamente imbuida en la psique de millones de ciudadanos estadunidenses, es la de que ese país fue escogido por Dios para dominar al mundo para propagar, así, su civilización "cristiana".
Y cristiana protestante, por añadidura. Esa convicción es el basamento subyacente del diseño y aplicación draconiana de ciertas doctrinas como la del Destino manifiesto y la que lleva el nombre de Jame Monroe, aplicada a Nuestra América.
II
Por supuesto, algunos dirían que ambas doctrinas son obsoletas y no ejercen influencia alguna en la conducta del Estado estadunidense en su relación con otros Estados, sobre todo los que son débiles por su limitado desarrollo, como el mexicano.
Pero lo cierto es que esas doctrinas están muy presentes y determinan, precisamente, el comportamiento del Estado estadunidense en sus tratos internacionales, lo mismo en lo que respecta a México que en lo tocante a países de Africa y Asia.
Muestras de ello son la acciones belicosas y dominadoras del Estado estadunidense contra muchos otros Estados, aun aquellos con los que mantiene relaciones amistosas, lo que le da verismo a la expresión de que EU no tiene amigos, sino sólo intereses.
Instancias de esa belicosidad adviértense en el brutal bloqueo económico y político e incluso cultural de casi 50 años contra Cuba o los empeños desestabilizadores en agravio del Estado venezolano o del Estado boliviano y otros en Nuestra América.
Y otra instancia, a nuestro ver elocuentísima, de dominación estadounidense de un Estado débil es el de México, país sometido desde hace varias décadas --desde 1946-- a un yugo terrible, con el contubernio alegre incluso de nuestros propios gobernantes.
En el decurso de nuestra historia, el Estado estadounidense ha intervenido militarmente en varias ocasiones a México --la primera, de 1846 a 1848, se llevaron poco más de la mitad de nuestro territorio-- con propósitos de dominación.
III
Pero las intervenciones militares --documentadas prolijamente por historiadores mexicanos, estadounidenses y europeos-- han sido de laya y magnitud variada, utilizando no pocas veces la duplicidad y la perfidia y la compra de complicidades mexicanas.
Pero esas intervenciones han sido costosas en lo financiero y en lo político para el Estado estadunidense, por los riesgos inherentes, de modo que la èlite de´la cultura del poder en el país vecino diseñó y aplica mecanismos de dominio más complejos.
Eos mecanismos son los tratados y acuerdos trilaterales en materia de comercio, por ejemplo, o multilaterales, como el que nos obliga acatar sin chistar y aplicar a pie juntillas políticas aberrantes diseñadas por el Fondo Monetario Internacional.
O como el acuerdo trilateral para una falaz Seguridad y Prosperidad de la América del Norte. La socaliña funciona. Con el ASPAN, el dominio de EU sobre México es de candado pues institucionaliza el control de Washington en nuestros asuntos.
Esa institucionalización es el equivalente moral a una intervención extranjera en México, con un mandatario espurio que es, por agregaduría, pelele de los intereses que mueven a esa institucionalización del injerencismo estadunidense.
¡Pobre México, tan lejos de Dios --éste no le hace caso ni al Presidente de Facto ni al Cardenal Norberto Rivera-- y tan cerca de EU, pero sobre todo, desgobernado por políticos entreguistas y traidores investidos, para colmo, espuriamente.
ffponte@gmail.com
Glosario:
Chovinista: de chovinismo. Patriotimo fanático. Exaltación desmesurada de lo local o nacional.
Duplicidad: doble quehacer, lenguaje y accionar.
Enser: instrumento, herramienta, trasto.
Injerencismo: del sustantivo injerencia. Acción y efecto de injerir. Meter una cosa en otra. Entrometerse o introducirse en una dependencia o negocio.
Perfidia: deslealad, traición, quebrantamiento de la confianza y la fe debidas.
Socaliña: engaño, ardid, truco.
Al fino amigo del antaño, Antonio Solá Vela, por sus desvelos por Tenosique, Tabasco
I
Como un mexicano que estudió periodismo y filosofía de la historia y vivió más de tres décadas en Estados Unidos, este escribidor está convencido de la presencia de dos variables en la cosmovisión estadunidense respecto a México:
Una, la de que el anhelo histórico de la élite más chovinista de la filosofía y la cultura del poder económico y político de EU ha sido --y es, acentuadamente hoy-- la de apropiarse de México bajo cualesquier guisas convenientes a sus intereses.
Y, otra, la de utilizar a México como ariete e instrumento de penetración de los intereses estadunidenses en Nuestra América --la indo, afro e ibérica-- y, a la vez, como puntiagudo enser para dividirnos y de ese estilo mantenernos vencidos y dominados.
En ese contexto se explican, por ejemplo, los términos asimétricos --es decir, desiguales-- de la relación bilateral de EU y México, caracterizada por una influencia estadunidense dominante y, ergo, abrumadora, en la vida nacional mexicana.
La filosofía de la élite del poder económico y político de EU, ampliamente imbuida en la psique de millones de ciudadanos estadunidenses, es la de que ese país fue escogido por Dios para dominar al mundo para propagar, así, su civilización "cristiana".
Y cristiana protestante, por añadidura. Esa convicción es el basamento subyacente del diseño y aplicación draconiana de ciertas doctrinas como la del Destino manifiesto y la que lleva el nombre de Jame Monroe, aplicada a Nuestra América.
II
Por supuesto, algunos dirían que ambas doctrinas son obsoletas y no ejercen influencia alguna en la conducta del Estado estadunidense en su relación con otros Estados, sobre todo los que son débiles por su limitado desarrollo, como el mexicano.
Pero lo cierto es que esas doctrinas están muy presentes y determinan, precisamente, el comportamiento del Estado estadunidense en sus tratos internacionales, lo mismo en lo que respecta a México que en lo tocante a países de Africa y Asia.
Muestras de ello son la acciones belicosas y dominadoras del Estado estadunidense contra muchos otros Estados, aun aquellos con los que mantiene relaciones amistosas, lo que le da verismo a la expresión de que EU no tiene amigos, sino sólo intereses.
Instancias de esa belicosidad adviértense en el brutal bloqueo económico y político e incluso cultural de casi 50 años contra Cuba o los empeños desestabilizadores en agravio del Estado venezolano o del Estado boliviano y otros en Nuestra América.
Y otra instancia, a nuestro ver elocuentísima, de dominación estadounidense de un Estado débil es el de México, país sometido desde hace varias décadas --desde 1946-- a un yugo terrible, con el contubernio alegre incluso de nuestros propios gobernantes.
En el decurso de nuestra historia, el Estado estadounidense ha intervenido militarmente en varias ocasiones a México --la primera, de 1846 a 1848, se llevaron poco más de la mitad de nuestro territorio-- con propósitos de dominación.
III
Pero las intervenciones militares --documentadas prolijamente por historiadores mexicanos, estadounidenses y europeos-- han sido de laya y magnitud variada, utilizando no pocas veces la duplicidad y la perfidia y la compra de complicidades mexicanas.
Pero esas intervenciones han sido costosas en lo financiero y en lo político para el Estado estadunidense, por los riesgos inherentes, de modo que la èlite de´la cultura del poder en el país vecino diseñó y aplica mecanismos de dominio más complejos.
Eos mecanismos son los tratados y acuerdos trilaterales en materia de comercio, por ejemplo, o multilaterales, como el que nos obliga acatar sin chistar y aplicar a pie juntillas políticas aberrantes diseñadas por el Fondo Monetario Internacional.
O como el acuerdo trilateral para una falaz Seguridad y Prosperidad de la América del Norte. La socaliña funciona. Con el ASPAN, el dominio de EU sobre México es de candado pues institucionaliza el control de Washington en nuestros asuntos.
Esa institucionalización es el equivalente moral a una intervención extranjera en México, con un mandatario espurio que es, por agregaduría, pelele de los intereses que mueven a esa institucionalización del injerencismo estadunidense.
¡Pobre México, tan lejos de Dios --éste no le hace caso ni al Presidente de Facto ni al Cardenal Norberto Rivera-- y tan cerca de EU, pero sobre todo, desgobernado por políticos entreguistas y traidores investidos, para colmo, espuriamente.
ffponte@gmail.com
Glosario:
Chovinista: de chovinismo. Patriotimo fanático. Exaltación desmesurada de lo local o nacional.
Duplicidad: doble quehacer, lenguaje y accionar.
Enser: instrumento, herramienta, trasto.
Injerencismo: del sustantivo injerencia. Acción y efecto de injerir. Meter una cosa en otra. Entrometerse o introducirse en una dependencia o negocio.
Perfidia: deslealad, traición, quebrantamiento de la confianza y la fe debidas.
Socaliña: engaño, ardid, truco.
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