Al George W. Bush le transcriben nombres extranjeros para que pueda pronunciarlos correctamente en inglés, escribe el miércoles el diario británico The Times |
La noticia se hizo del dominio público cuando la Casa Blanca divulgó, por un error, la variante adaptada del discurso del presidente estadounidense ante la Asamblea General de la ONU.
Algunos topónimos difíciles iban acompañados en el texto de transcripción fonética, por ejemplo, KEYR-geez-stan, que es como se pronuncia en inglés Kirguizistán, o Moor-EH-tain-ee-a, para Mauritania.
También estaba allí el apellido del actual presidente francés Nicolás Sarkozy: sar-Ko-zee.
Y es que en Estados Unidos, un bushismo (bushism) es una patada al diccionario. Un ejemplo de bushismo es, por ejemplo, decir «nucular» en lugar de nuclear. En sus casi siete años en la Casa Blanca, el presidente de EEUU ha mostrado una notable querencia por la primera de esas acepciones, hasta el punto de haber invadido un país, Irak, en busca de armas «nuculares».
Pero los problemas de dicción de Bush han llegado a Naciones Unidas. El martes, técnicos de la ONU colgaron, por error, el texto que Bush había leído en la Asamblea General sin editarlo previamente. Quedó así claro, para escarnio público, que los nombres de los presidentes y países con los que el jefe de Estado de EEUU no está familiarizado estaban escritos de forma fonética. Es decir, cuando leía en los teleprompter (pequeñas pantallas que acompañan a a los políticos en sus discursos, y a Mick Jagger en los conciertos de los Rolling Stones, para que no olvide las letras de las canciones) había cosas como KEYR-geez-stan (por Kirguizistán), moh-GAH-bbe (por Robert Mugabe, el presidente de Zimbabwe) y kah-RAH-kus (por Caracas). Las mayúsculas corresponden a la sílaba acentuada.
La incapacidad de George W. Bush para leer esos nombres correctamente es más que notable. Porque ninguno de esos países es secundario para Washington. EEUU tiene una base aérea gigantesca en Manas (Kirguizistán). Junto con el Gobierno británico, la Casa Blanca lleva varios años encabezando una ofensiva diplomática para que el dictador de Zimbabwe deje el poder. Y Caracas es la capital de Venezuela, el primer exportador de petróleo a EEUU, además de un país cuyo Gobierno mantiene un enfrentamiento total con Washington. Con semejante andamiaje neuronal, uno sólo puede especular con cuál sería la reacción de Bush si le pasara lo mismo que a Clinton en 1993 cuando, según cuenta el ex presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, en sus memorias, el presidente se encontró, al empezar el Discurso sobre el Estado de la Unión -que se dirige al Congreso y que retransmiten todas las cadenas de televisión de EEUU-, con que los teleprompter no funcionaban. A pesar del fallo, Clinton fue capaz de lanzar todo su discurso, entre lo que recordaba y lo que fue inventando, sin que absolutamente nadie notara el desastre tecnológico.
No es ése el caso de Bush. Claro que eso no sorprende en un político que en 2001 saludó jocosamente al entonces presidente brasileño, Fernando Henrique Cardoso, con un jocoso «vosotros ¿tenéis negros?», y que aquel mismo año declaró en un viaje a Canadá que no iba a contestar a las preguntas de los periodistas ni aunque «me preguntéis en inglés, en francés o en mexicano».
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