El próximo 16 de noviembre, Juan Ramón de la Fuente cerrará sus ocho años como rector de de la UNAM. Al día siguiente, el nuevo rector de la máxima casa de estudios del país habrá de ser designado. Y aunque formalmente, la sucesión se abre en un mes, el proceso ya arrancó. Lo que está en juego no es poca cosa: la conducción del centro de generación de conocimiento y pensamiento crítico más importante de Latinoamérica.
La UNAM es hoy, con todos sus rezagos, fallas y deficiencias, modelo de universidad pública que debería compaginar la excelencia académica y la vinculación con lo social.
Los aspirantes a suceder a De la Fuente ya están ahí. Poco se han movido públicamente porque permea una cultura de "secretismo" que les impide hablar, pero ya andan a la caza de apoyos y simpatías entre los integrantes de la Junta de Gobierno que designa al rector. De todos los que se mencionan, dos destacan. Y uno encabeza la lista: José Narro Robles. Atrás, muy cerca: José Antonio de la Peña. Y por vez primera, una mujer no puede ser descartada: Rosaura Ruiz. En medio de las luces que en los últimos años ha arrojado la UNAM , un foco de oscuridad: sólo 15 serán los notables que elijan casi en secreto al nuevo rector, con una vieja práctica que decidirá el nombre y la suerte de la fortaleza universitaria.
Como cada cuatro años. Distraídos por los pasados jaloneos sobre el Informe de Gobierno de Felipe Calderón y las negociaciones entre partidos políticos por las reformas electoral y fiscal, pocos han reparado que la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) vive ya la sutil sacudida política que pronto emergerá a la luz: la sucesión en la Rectoría de la máxima casa de estudios del país.
La UNAM ha comenzado a moverse, a agitarse, en sus institutos y facultades, en sus centros de investigación y en su planta de docentes y alumnos. Entre profesores, investigadores y alumnos, la pregunta es ya asunto cotidiano: ¿quién será el próximo Rector?
De la respuesta depende el rumbo para el futuro próximo de la Universidad. Hasta el momento, hay abundancia de nombres: 14 son los mencionados; siete los posibles y dos los más fuertes. Uno de ellos, José Narro Robles, el médico; el tres veces secretario general de la UNAM ; el tres veces precandidato. El mariscal de Juan Ramón de la Fuente.
Veinte años después de aquellas discusiones interminables en el auditorio Che Guevara, cuando se pedía, entre otros puntos, un congreso universitario para democratizar las formas de elección de las autoridades internas, los grupos académicos convertidos en bloques políticos ya mueven sus piezas para el relevo de Juan Ramón de la Fuente.
Y aunque muchas cosas han cambiado en la UNAM desde entonces, la forma de hacer política no. Se trabaja con señales y en voz baja. Impera la regla no escrita del sigilo. Pocos quieren hablar de la sucesión. Pero la sucesión ya está ahí. En las facultades y escuelas. En los institutos de investigación. En la Rectoría. Entre alumnos y maestros.
Una sucesión en la que, además de Narro y De la Peña , hay otros 12 precandidatos, aspirantes, mencionados y/o apuntados en forma extra oficial. No existe transparencia en la elección del rector de la UNAM. Las razones para su designación se basan en un mecanismo subjetivo e inapelable. En tanto no aparezca la convocatoria, los candidatos y sus cercanos poco dicen en voz en alta.
El rector es por definición estatutaria "el jefe nato de la Universidad ", su representante legal y presidente del Consejo Universitario, el cual elige a los 15 integrantes de la Junta de Gobierno que, a su vez, nombra al rector.
Se prevé que la convocatoria aparezca a finales de este mes o principios de octubre. Entonces, la Junta se dividirá en equipos de trabajo para auscultar entre los distintos sectores, grupos y organismos de la UNAM quiénes son los posibles candidatos.
La Junta de Gobierno que habrá de elegir al nuevo rector estará compuesta en su totalidad por 13 de 15 miembros integrados durante el periodo de Juan Ramón de la Fuente , lo que es entendido por algunos de los personajes consultados como otro elemento a favor del médico Narro Robles. "Se debe tomar en cuenta que si bien la opinión del rector es bienvenida, aun cuando no sea expresa, no es definitiva en modo alguno", subraya un miembro de la Junta de Gobierno. Ésta, añade, "tiene sus mecanismos propios que pueden ser, al final del proceso, contrarios a su preferencia".
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