Álvaro Cepeda Neri
Con la guillotina sobre su cuello (“coopelas o cuello”), el todavía presidente del Partido Acción Nacional (PAN), Manuel Espino, apura la creación del nuevo partido más a la derecha de El Yunque, que organiza el cobrón, porque cobra en la Comisión Nacional del Agua (Conagua), René Bolio Hallorán, secretario particular y asesor en la sombra del director de la Conagua , José Luis Luege Tamargo. Salido éste de la prehistoria cristera, ha impuesto en todas las oficinas distribuidas por el país, una férrea disciplina fundamentalista-religiosa: misas cada mes, rezos todos los días y exorcismos. Con agua bendita de Conagua rocía a los empleados adictos a su iglesia, mientras obliga al retiro “voluntario” a quienes no aceptan sus imposiciones.
El caso es que el foxista, neopanista –oportunamente afiliado al PAN en 1988, cautivado por los arranques coléricos del “jefe” Diego Fernández de Cevallos y Ramos–, Luege Tamargo, no solamente se transporta en motocicleta comprada con cargo a Conagua sino que también anda de arriba para abajo en helicóptero, para ir a desayunar, visitas y dizque recorridos, haciéndolo aterrizar en la pista de la azotea de Conagua, cuyo edificio –donde obligó a poner rosarios e imágenes de sus santos favoritos “para evitar accidentes”– ya muestra deterioro por tanto subir y bajar.
Muy activo anda Luege..., pero no para cumplir con sus obligaciones, sino para, por debajo del agua, apoyar e impulsar un nuevo partido político católico. En más de dos cuartillas, supuestamente, se ha deslindado, jurando que nunca traicionará al PAN, mientras a quien ha dado la cara lo llena de elogios –“extraordinario colaborador, amigo mío”– para que Calderón y los calderonistas se enteren. Una vez que éstos le exigieron a Luege que definiera su posición respecto a los desertores, el director de Conagua ordenó imprimir su declaración a los medios de comunicación y la distribuyó por todas las oficinas del organismo federal, dirigida a todos y cada uno de los empleados, utilizando para sus fines personales recursos materiales y humanos de Conagua, cosa que lo hace incurrir en responsabilidades, pero la Secretaría de la Función Pública es juez y parte, es decir, es cómplice de los panistas que abusan administrativa y financieramente del poder presidencial y sus órganos descentralizados y desconcentrados.
A Los Pinos, con destinatarios a Calderón, Mouriño, Cortázar y Nava, llegaron las cuartillas, tres en cada paquete, con el título: “José Luis Luege reitera que nada tiene que ver con la formación de un nuevo partido político”. Como en la novela y en la película El Padrino, de Puzo a Coppola, precisamente, dice Vito Corleone, quien te venga a decir que nada tiene que ver con tal hecho, ése precisamente es quien está azuzando a la mafia.
El “honrado” neopanista Luege ha utilizado, pues, recursos públicos para sus fines privados, muy personales, de justificar su nada que ver con el partido ultraderechista, ultracristero, que está creando su retoño ideológico René Bolio al que llama “extraordinario colaborador”, y se va de “pata de perro” con cualquier pretexto en helicóptero o su flamante motocicleta (más cara que un automóvil) con cargo al presupuesto de Conagua. Esto no lo aclara, se lo guarda, mientras hace fe de militante de Acción Nacional y el “no mentirás” lo hace a un lado, cuando afirma que “yo no utilizo ni hago mención de mi actividad política en mi actividad como funcionario público”, cuando organiza ritos religiosos en las oficinas de Conagua, cesa a los que no comulgan con sus ruedas fundamentalistas e impone a incondicionales de su partido, convirtiendo al organismo en una secta religiosa y partidista.
Luege suelta la lengua para, de dientes para afuera, confesar su filiación neopanista; pero, es un yunque, en la célula del Desarrollo Humano Integral y Acción Ciudadana, de la que fue presidente. Y es un foxista, convertido oportunistamente al calderonismo, integrante de “Los amigos de Fox”, la facción-mafia creada por el pillo de siete suelas de Juan Antonio Fernández, quien dejó una secuela de abusos en Procampo y en el Seguro Popular. El director de Conagua nada de a muertito en las aguas negras de su ultraderechismo y, en cuanto su “extraordinario colaborador” afiance al nuevo Yunque como partido político y logre su registro, Luege desertará del PAN para irse con su camarilla religiosa-política y convertir al Estado laico en una teocracia.
“Cuando el río suena es que agua lleva” y la Conagua es ya el camuflaje del nuevo Yunque que se llamará Partido Católico Foxista.
Con la guillotina sobre su cuello (“coopelas o cuello”), el todavía presidente del Partido Acción Nacional (PAN), Manuel Espino, apura la creación del nuevo partido más a la derecha de El Yunque, que organiza el cobrón, porque cobra en la Comisión Nacional del Agua (Conagua), René Bolio Hallorán, secretario particular y asesor en la sombra del director de la Conagua , José Luis Luege Tamargo. Salido éste de la prehistoria cristera, ha impuesto en todas las oficinas distribuidas por el país, una férrea disciplina fundamentalista-religiosa: misas cada mes, rezos todos los días y exorcismos. Con agua bendita de Conagua rocía a los empleados adictos a su iglesia, mientras obliga al retiro “voluntario” a quienes no aceptan sus imposiciones.
El caso es que el foxista, neopanista –oportunamente afiliado al PAN en 1988, cautivado por los arranques coléricos del “jefe” Diego Fernández de Cevallos y Ramos–, Luege Tamargo, no solamente se transporta en motocicleta comprada con cargo a Conagua sino que también anda de arriba para abajo en helicóptero, para ir a desayunar, visitas y dizque recorridos, haciéndolo aterrizar en la pista de la azotea de Conagua, cuyo edificio –donde obligó a poner rosarios e imágenes de sus santos favoritos “para evitar accidentes”– ya muestra deterioro por tanto subir y bajar.
Muy activo anda Luege..., pero no para cumplir con sus obligaciones, sino para, por debajo del agua, apoyar e impulsar un nuevo partido político católico. En más de dos cuartillas, supuestamente, se ha deslindado, jurando que nunca traicionará al PAN, mientras a quien ha dado la cara lo llena de elogios –“extraordinario colaborador, amigo mío”– para que Calderón y los calderonistas se enteren. Una vez que éstos le exigieron a Luege que definiera su posición respecto a los desertores, el director de Conagua ordenó imprimir su declaración a los medios de comunicación y la distribuyó por todas las oficinas del organismo federal, dirigida a todos y cada uno de los empleados, utilizando para sus fines personales recursos materiales y humanos de Conagua, cosa que lo hace incurrir en responsabilidades, pero la Secretaría de la Función Pública es juez y parte, es decir, es cómplice de los panistas que abusan administrativa y financieramente del poder presidencial y sus órganos descentralizados y desconcentrados.
A Los Pinos, con destinatarios a Calderón, Mouriño, Cortázar y Nava, llegaron las cuartillas, tres en cada paquete, con el título: “José Luis Luege reitera que nada tiene que ver con la formación de un nuevo partido político”. Como en la novela y en la película El Padrino, de Puzo a Coppola, precisamente, dice Vito Corleone, quien te venga a decir que nada tiene que ver con tal hecho, ése precisamente es quien está azuzando a la mafia.
El “honrado” neopanista Luege ha utilizado, pues, recursos públicos para sus fines privados, muy personales, de justificar su nada que ver con el partido ultraderechista, ultracristero, que está creando su retoño ideológico René Bolio al que llama “extraordinario colaborador”, y se va de “pata de perro” con cualquier pretexto en helicóptero o su flamante motocicleta (más cara que un automóvil) con cargo al presupuesto de Conagua. Esto no lo aclara, se lo guarda, mientras hace fe de militante de Acción Nacional y el “no mentirás” lo hace a un lado, cuando afirma que “yo no utilizo ni hago mención de mi actividad política en mi actividad como funcionario público”, cuando organiza ritos religiosos en las oficinas de Conagua, cesa a los que no comulgan con sus ruedas fundamentalistas e impone a incondicionales de su partido, convirtiendo al organismo en una secta religiosa y partidista.
Luege suelta la lengua para, de dientes para afuera, confesar su filiación neopanista; pero, es un yunque, en la célula del Desarrollo Humano Integral y Acción Ciudadana, de la que fue presidente. Y es un foxista, convertido oportunistamente al calderonismo, integrante de “Los amigos de Fox”, la facción-mafia creada por el pillo de siete suelas de Juan Antonio Fernández, quien dejó una secuela de abusos en Procampo y en el Seguro Popular. El director de Conagua nada de a muertito en las aguas negras de su ultraderechismo y, en cuanto su “extraordinario colaborador” afiance al nuevo Yunque como partido político y logre su registro, Luege desertará del PAN para irse con su camarilla religiosa-política y convertir al Estado laico en una teocracia.
“Cuando el río suena es que agua lleva” y la Conagua es ya el camuflaje del nuevo Yunque que se llamará Partido Católico Foxista.
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